Capítulo 21

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Los personajes pertenece al gran Eiichiro Oda, yo soy la loca que coge estos personajes y hace estas historias, porque estoy loca. Lo repito por si alguien no se ha dado cuenta. Espero que disfrutéis y que me mandéis review.

Capítulo 21.

Dios le dolía todo, cuando decía todo, era todo, le dolía hasta el último pelo de su cabeza, se encontraba cansada, hambrienta y con un sueño que dormiría durante días, incluso podría asegurar que semanas. Dios solo de pensarlo le dolía la cabeza, solo necesitaba dormir unos minutos más, esos cinco minutos que realmente se convertirán otros cinco minutos más después de trascurrir y agotar esos cinco minutos al máximo que al final pasara una hora. Sonaba buen plan, la verdad, no tenía fuerzas ni para abrir sus parpados, solo para mover un poco sus brazos para analizar con las yemas de sus dedos el terreno alcanzable.

Su vista era borrosa, que solo veía oscuridad y una especie de luz débil atravesaba la habitación a un lado suyo donde se encontraba su mano que le ardía, pero era un calor agradable.

Agudizo el sentido del odio, escuchando el cantar de los pájaros asomarse por la ventana que a la vez el fondo era un completo silencio atrayendo tranquilidad y paz. Movió un poco su mano, ya que era lo único que le permitía mover. Descubrió que debajo de ella se encontraba algo suave y fino. De repente sus fosas nasales se hundieron de un olor a flores del campo. Dedujo por sus sentidos que se encontraba en una habitación con una cama, donde ella dormía plácidamente.

La idea de cerrar los ojos cinco minutos más se le hizo más tentadora que antes. Pero algo se lo impido, una punzada en el abdomen le provoco que se retorciera posando su mano en ese sitio específico. Ahogo un grito de dolor para no alarmar a nadie. Rápidamente se incorporó apoyando su espalda en el posadero de la cama.

Como había deducido ella, se encontraba sola en una habitación en una cama enorme, pero para su sorpresa la habitación estaba decorado con cosas de gran riqueza, incluso a Nami se le explotaría los ojos de tantas cosas caras que había a su alrededor. La cama era enorme y cubiertas de telas de buena calidad. ¿Dónde estaba?

Otra punzada interrumpió su interrogatorio mental por el mismo motivo que antes. Otra punzada de dolor provoco que esta vez liberara un gemido de dolor. Escocia. Y demasiado. Elevo, lo que parecía una túnica romana, para revelar el causante de su dolor. Estaba al rojo vivo. Toco levemente esa zona, pero rápidamente lo aparto por el dolor. Todo era extraño, no recordaba nada aparte de desmayarse y…Zoro.

¿Dónde estaba Zoro?

Observo con más detalle la habitación, pero su cabeza le iba a explotar, era como si una maquina demoledora, mejor dicho, un montón de máquinas demoledoras.

De repente la puerta se abrió entrando una vieja de casi 90 años, esa viejas de que eran muy viejas pero muy graciosas y que tenía más vida que un adolescente. Con las apariencias podría asegurar de que era una chacana, las que contaba las leyendas y los cuentos populares.

La anciana rápidamente se puso a su lado y le ofreció unas pastillas y un vaso de agua obligándolas a tragársela, no se encontraba en condiciones y menos con fuerzas para negarse a nada.

No sabía que se había tragado pero se encontraba mejor, pero faltaba el abdomen. La anciana destapo revelando el enorme escozor. Saco de su bolsillo un potingue parecido a una crema que olía muy fuerte que parecía que le daba una bofetada. Con delicadeza empezó a expandir la crema por toda la zona afectada provocando que la chica reprimiera con poco éxitos sus gemidos de dolor.

¿Quien eres tu?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora