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«Necesito hablar contigo, Yuzu —había dicho su madre en el contestador automático —. Llámame cuando tengas un momento de intimidad. Por favor, no lo aplaces, es importante.»

Pese a la urgencia en la voz de su madre, Yuzu aún no había devuelto la llamada. No dudaba de que aquel mensaje tenía algo que ver con Serena, y quería un solo día sin pensar ni hablar de su hermana pequeña. En su lugar había pasado la tarde empaquetando sus últimas piezas terminadas y llevándolas a un par de tiendas de Maiami.

—Maravilloso —exclamó Masumi Kotsu, administradora del comercio y amiga suya, al ver la selección de piezas de mosaico de vidrio que había traído Yuzu. Era una serie de calzados de señora: escarpines, sandalias de tacón alto, zapatos de tacón de aguja e incluso un par de zapatillas. Todos estaban hechos de vidrio, azulejo, cristales y cuentas —. ¡Oh, cómo me gustaría ponérmelos! Alguien entrará y comprará el juego entero, ¿sabes? Últimamente no puedo conservar tus obras en los estantes: se venden nada más ponerlas.

—Me alegra oír eso —repuso Yuzu.

—Tus últimos trabajos tienen algo tan encantador y, no sé, especial... Un par de clientes están pensando en hacerte un encargo.

—Estupendo. Siempre me ayuda trabajar.

—Sí, es bueno mantenerse ocupada —dejando la lámpara ornamental, Masumi le dirigió una mirada compasiva —. Me imagino que te ayuda a alejar tu mente de lo que ocurre —viendo la expresión de asombro de Yuzu, aclaró: —. Con Yuri Yuki y tu hermana.

Yuzu bajó la mirada hacia su teléfono.

—¿Te refieres a que los dos vivan juntos?

—Eso, y la boda.

—¡¿Boda?! —repitió Yuzu con voz queda.

Parecía como si se hubiera formado de repente una placa de hielo bajo sus pies. Fuera cual fuere la dirección en la que quisiera andar, tenía la certeza de que resbalaría y se caería.

A Masumi le cambió la cara.

—¿No lo sabías? Mierda. Lo siento, Yuzu. No quería ser la primera en decírtelo.

—¿Están prometidos?

Yuzu no podía creerlo. ¿Cómo había logrado Serena convencer a Yuri para que accediera a semejante compromiso? «No me importa la idea de casarme algún día —había dicho Yuri a Yuzu en una ocasión—, pero no es algo que me corra prisa. Es decir, estoy dispuesto a vivir con alguien, por propia elección, durante mucho tiempo. Pero ¿qué diferencia hay exactamente entre eso y el matrimonio?»

«Es otro nivel», había respondido Yuzu.

«Tal vez. O quizás es un objetivo que nos han marcado los demás. ¿De veras debemos apoyarlo?»

Al parecer, ahora lo apoyaba. Por Serena. ¿Significaba que la quería de verdad?

No era que Yuzu sintiera celos. Yuri la había engañado, y seguramente engañaría en sus relaciones futuras. Pero la noticia le hizo preguntarse en qué fallaba. Quizás Serena tenía razón: Yuzu era una maniática del orden. Tal vez ahuyentaría a cualquier hombre que fuera lo bastante bobo para quererla.

—Lo siento —repitió Masumi —. Tu hermana ha estado recorriendo Maiami con una organizadora de bodas. Están buscando lugares.

El teléfono temblaba en su mano. Yuzu se lo guardó en el bolso e intentó una sonrisa que resultó ser una mueca.

—Bueno —dijo —, ahora ya sé por qué mi madre me ha dejado un mensaje esta mañana.

—Has perdido todo el color. Acompáñame a la trastienda: tengo refrescos, o puedo prepararte un café...

Un Toque De Magia [ADAPTACIÓN +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora