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Yūya se quedó mirándola tanto rato, y con una expresión tan atónita, que Yuzu empezó a sentirse un poco indignada.

—Parece como si acabaras de tragarte una pastilla para la lombriz del corazón de Renfield —dijo.

Yūya apartó la mirada y se pasó una mano por el pelo, con lo que algunos mechones oscuros se le pusieron de punta. Entonces empezó a pasearse por la habitación con pasos agitados.

—Hoy no es un buen día para bromear con eso.

—¿Con la medicación del perro?

—Con el sexo.

Yūya pronunció esta palabra como si fuera una blasfemia.

—No bromeaba.

—No podemos tener sexo.

—¿Por qué no?

—Ya conoces los motivos.

—Esos motivos ya no sirven —repuso Yuzu muy seria —. Porque he estado pensando en ello, y... por favor, deja de moverte. ¿Quieres sentarte a mi lado?

Yūya se acercó con cautela y se sentó sobre la mesilla, frente a ella. Apoyando los antebrazos sobre las rodillas separadas, la miró a la altura de los ojos.

—Ya conozco tus reglas —dijo Yuzu —. Nada de compromisos. Nada de celos. Ningún futuro. Lo único que intercambiamos son flujos corporales, no sentimientos.

—Sí —admitió Yūya —. Esas son las reglas. Y no estoy cumpliendo ninguna de ellas contigo.

Yuzu frunció el ceño.

—No hace mucho me dijiste que si quería tener sexo por despecho, lo harías conmigo.

—No tenía ninguna intención de pasar por eso. No eres la clase de mujer capaz de mantener una amistad con privilegios.

—Sí lo soy.

—No lo eres tanto, Yuzu —Yūya se levantó y empezó a pasearse de nuevo—. Al principio dirás que te sientes cómoda con el sexo informal, pero eso no durará mucho.

—¿Y si te prometo que no me lo tomaré en serio?

—Lo harás de todos modos.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Porque mi tipo de relación solo funciona cuando ambas personas son igual de superficiales. Yo soy muy superficial, pero tú desequilibrarías toda la situación.

—Yūya, he tenido mala suerte con las relaciones. Créeme, no hay ningún hombre en la tierra sin el cual no pueda vivir, tú incluido. Pero esta mañana, cuando estábamos arriba juntos... ha sido la mejor sensación que he conocido en mucho tiempo. Y si estoy dispuesta a intentarlo a tu manera, no entiendo qué inconveniente puedes tener.

Yūya se había detenido en el centro del salón. La miró con desconcertado enojo, habiéndose quedado visiblemente sin argumentos.

—No —dijo por fin.

Ella arqueó las cejas.

—¿Es ese un "no" definitivo, o un "no" mientras me lo pienso?

—Es un "no, ni hablar".

—Pero ¿cenarás con mis padres y conmigo mañana?

—Sí, puedo hacerlo.

Yuzu sacudió la cabeza, muda de asombro.

—Cenarás conmigo y con mis padres, ¿pero no quieres tener sexo conmigo?

—Tengo que comer —sentenció él.

Un Toque De Magia [ADAPTACIÓN +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora