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Mientras la lluvia arreciaba, Yuzu se dirigió al lugar al que siempre acudía cuando no sabía adónde ir. Sus amigas Rin y Ruri Kurosaki regentaban un bed-and-breakfast en Maiami, a solo dos minutos a pie de la terminal de transbordadores del puerto. El establecimiento, llamado Artist's Point, era una mansión remozada con porches amplios y ventanas panorámicas con vistas a la cima del edificio de LDS, a lo lejos.

Aunque Rin y Ruri eran primas directas, no se parecían en nada.

Rin era delgada y atlética, la clase de persona que gustaba de ponerse a prueba, ver cuánto podía aguantar en bicicleta, corriendo o nadando. Aun cuando estaba quieta, daba la impresión de no dejar de moverse. No era nada tímida ni deshonesta, y enfocaba la vida con una fortaleza jovial que algunos consideraban un tanto desagradable. Cuando afrontaba un problema, a Rin no le gustaba vacilar y pasaba a la acción, a veces antes de haberlo meditado a conciencia.

Ruri, en cambio, ponderaba sus decisiones con la misma precisión que los ingredientes que empleaba en sus recetas. Nada le gustaba más que merodear por los mercadillos o los puestos de verduras, eligiendo los productos orgánicos más idóneos, comprando tarros de mermelada de bayas, miel de lavanda y mantequilla recién batida en una lechería de la isla. No había recibido lecciones formales de cocina, sino que había aprendido a base de experiencia e instinto. A Ruri le agradaban los libros de tapa dura, el cine clásico y escribir cartas a mano. Coleccionaba broches antiguos y los prendía con alfileres a un viejo maniquí de modista que tenía en su habitación.

Después de que Ruri se hubiera casado y divorciado al cabo de un año, se había dejado convencer por Rin para que la ayudara a regentar el bed-and-breakfast. Ruri siempre había trabajado en restaurantes y pastelerías y, si bien había acariciado la idea de poner una casa de comidas, no quería la responsabilidad de administrarla y llevar la contabilidad. Trabajar con Rin era la solución perfecta.

«Me gusta la vertiente empresarial —había dicho Rin a Yuzu —. No me importa limpiar, y hasta puedo arreglar las cañerías, pero no sé cocinar para salvar el pellejo. Y Ruri es una diosa de las labores domésticas.»

Era cierto. A Ruri le gustaba estar en la cocina, donde creaba sin esfuerzo dulces como bollos de plátano recubiertos de queso mascarpone escarchado, o pastel de café y canela cocido en una sartén de hierro con una capa de azúcar moreno fundido. Todas las tardes, Ruri dejaba bandejas de café y dulces en las zonas comunitarias. Apilaba platos de galletas de calabaza rellenas de queso cremoso, pastelillos de chocolate y nueces pesados como pisapapeles y tartas coronadas con relucientes frutas escarchadas.

Varios tipos se habían interesado por Ruri, pero hasta entonces les había rechazado a todos. Todavía intentaba superar su desastroso matrimonio. Para su consternación, había sido la única sorprendida por la revelación de que su marido, Dennis, era gay.

—Todo el mundo lo sabía —le había dicho Rin sin pelos en la lengua —.Te lo advertí antes de que te casaras con él, pero no me hiciste caso.

—No me parecía que Dennis fuera gay.

—¿Qué me dices de su obsesión por Mikiyo Naname?

—A los hombres heterosexuales les gusta Mikiyo Naname —replicó Ruri a la defensiva.

—Sí, pero ¿cuántos de ellos usan Angel de Mikiyo Naname como loción para el afeitado?

—Olía a limón —señaló Ruri.

—¿Y recuerdas cuando te llevó a esquiar al Nevado de Heartland?

—Los hombres heterosexuales esquían en el Nevado de Heartland.

—Durante la semana blanca gay —insistió Rin.

Ruri tuvo que admitir que seguramente había sido una revelación involuntaria.

Un Toque De Magia [ADAPTACIÓN +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora