Capítulo 27: Tailandia y el chico misterioso

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Al día siguiente me desperté, al principio no recordaba dónde estaba, pero luego me acordé de que estábamos en Tailandia. Me levanté ilusionada y Pepe me llevó al comedor del hotel. Un aroma dulce me embargó de repente: tostadas, cruasanes, tortitas, huevos con beicon... Durante unos segundos me pareció estar en el Gran Comedor de Hogwarts, pero al final me senté junto a Sofía y Coral.
-Hola.
-Hola Clara.- dijeron al unísono.
-¿Ádonde vamos hoy?- preguntó Coral mientras se comía unas tortitas con caramelo.
-No lo sé, pero tenemos un guía que nos recomendará adónde ir. Eso sí, mañana me toca lo de la estimulación eléctrica epidural.- dije agobiaba mirando al plato.
-Ya verás que todo sale bien.- dijo Sofía intentando animarme. Seguro que muy pronto recuperarás algo de movilidad.
Sofía tiene razón.- dijo Coral sonriendo.
-Eso espero.- dije algo más animada.
Cuando acabamos de desayunar esperamos en la recepción del hotel a nuestro guía. Al cabo de un rato nos estaba guiando un hombre alto y moreno, que por su actitud se notaba que no disfrutaba con su trabajo. Sabía hablar algo de español pero con un profundo acento tailandés.
-Bien, primero vamos a ir al Gran Palacio de Bangkok, una de las joyas turísticas de Tailandia. Era un edificio de color dorado y con altos picos que tocaban el cielo, era impresionante. Nos fue guiando y explicando la historia del palacio mientras tomábamos algunas fotos.

Luego, nos montamos en un autobús turístico que nos dejó en el Parque Nacional de Khao Sok, era como estar en una gran selva de las películas

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Luego, nos montamos en un autobús turístico que nos dejó en el Parque Nacional de Khao Sok, era como estar en una gran selva de las películas. Tardamos un poco más debido al terreno ya que con la silla de ruedas era más difícil. Paseamos un rato y luego nos sentamos bajo la sombra de un árbol mientras comíamos observando el lago.

Cuando acabamos de comer, Sofía, Coral y yo nos dedicamos a tirar piedras al lago mientras hablábamos

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Cuando acabamos de comer, Sofía, Coral y yo nos dedicamos a tirar piedras al lago mientras hablábamos.
-Qué pena que en dos días nos vayamos.- dijo Sofía. Como me gustaría vivir en un sitio tan tranquilo como este.
-Ya ves. Además como la clínica del tratamiento está aquí seguro que me podrían ayudar más.- dije.
De repente, a Coral le vibró el móvil.
-¡Oh no!- dijo sobresaltada. Se quedó mirando el móvil un buen rato anonadada.
-¿Qué pasa?- dijimos Sofía y yo acercándonos.
-Ángel... ha cortado conmigo.- dijo Coral mientras una lágrima se resbalaba por su mejilla. Seguro que desde nunca le gusté y aprovechando que me he ido ha cortado conmigo y se ha ido con otra.- dijo sollozando.
-Coral no le hagas caso, ni siquiera ha tenido el valor de decírtelo a la cara.- dijo Sofía. No merece la pena.
-Tiene razón, ha demostrado ser un caso perdido. No le hagas caso, además, hay muchos chicos mejores que él.- dije.
La apoyamos dándole un abrazo y conseguimos calmarla.
-Con razón alguna gente dice que el amor no vale la pena.- dijo enfurruñada.
-Es una mezcla de ambos.- dijo Sofía. El amor es una fuerza que es más hermosa y más terrible que la muerte.
-Y aquí tenemos a la cerebrito del grupo.- dije riéndome y dándole una palmadita en la espalda. Aunque es verdad lo que dices, más bien lo que dijo Dumbledore, dije volviéndome a reír.
Coral se echó a reír y luego preguntó:
-¿Espera quién es Dumbledore?
-Muggle.- dijimos Sofía y yo riéndonos.
Al final, conseguimos animar a Coral y seguimos con el tour. Acabamos la tarde visitando Krabi, una isla en la costa oeste de Tailandia.

 Acabamos la tarde visitando Krabi, una isla en la costa oeste de Tailandia

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Nos pusimos los bañadores y fuimos a bañarnos. Coral y Sofía me ayudaron a meterme en el agua, y a subirme con cuidado en una colchoneta. Hablamos un rato y luego hicimos una guerra de agua( yo seguía en mi colchoneta) y cuando nos cansamos me ayudaron a sentarme en la silla. Coral se fue a tomar el sol y Sofía se relajó escuchando música. Yo me quedé en la sombrilla, cerca de la orilla, mientras dibujaba. Me puse a imaginar qué pasaría si viviera allí, con mis padres. Empecé a dibujar el paisaje que tenía delante, y luego a mi padres. A mí madre me la inventé un poco, porque solo tenía unos vagos recuerdos de ella. Al final, me dibujé a mí, sin ninguna silla, en el centro, junto a mis padres. Sólo me quedaba colorear el dibujo, y me dispuse a coger las pinturas, cuando observé a un chico que hacía lo mismo que yo, dibujar tan tranquilo mientras observaba el paisaje. Lo que me sorprendió es que no parecía para nada tailandés, al contrario, era de muy piel muy clara, pelo rubio y ojos azules. Era bastante guapo y parecía de mi edad. Justo en ese momento se acercaron Sofía y Coral.
- Clara, vamos a por unos granizados que hace mucho calor.- dijeron mientras observaban mi dibujo.
-Vale, os espero aquí.
Comencé a colorear el pelo de mi madre cuando unos matones se acercaron hacia mí. Tendrían unos quince años, uno era gordo y alto, y de aspecto desafiante y el otro era bajito y se notaba que era el perrito faldero.
- Pero mira a quién tenemos por aquí.- dijo el primero hablando en inglés para que le entendiera. A una señorita dibujando a sus papis.
Me ofendió su tono de burla y para empeorarlo el perrito faldero soltó una carcajada.
-¿Qué pasa, inútil, no puedes andar?- dijo observando la silla. Parece que eres una mimada retrasada.- dijo en tono de burla. El perrito faldero volvió a reírse. Me puse colorada, estaba triste y no sabía qué hacer. Defenderme no era lo mío y no había señales de Coral ni de Sofía.
-Pobre in...- no le dejaron acabar la frase ya que el chico rubio se acercó furioso.
Le respondió también en inglés:
-Aquí el retrasado eres tú que no sabes ni hablar inglés correctamente. Déjala en paz y vete por donde has venido.- dijo defendiéndome. Me quedé embelesada, el chico estaba defendiéndome y encima tenía una preciosa voz.
-Jajaa. Aquí está el defensor de la justicia. Apártate que le dé su merecido a esa españolita inútil.- dijo el primero.
-Primero tendrás que pasar encima de mí.
Empezaron a pelearse en la arena, los dos rodando por el suelo. El perrito faldero y yo estábamos mirando y yo no sabía qué hacer. Los dos estaban igual de cansados y en algún momento acabarían por rendirse. El matón iba a pegarle una buena al chico rubio, se notaba mucho la diferencia de edad, se llevarían unos tres años. Me dispuse a hacer algo y cogí mi mochila. Justo en el momento oportuno le pegué al matón un buen bolsazo en el culo, y mi defensor pudo salvarse del puñetazo justo a tiempo. Los matones se fueron corriendo, avergonzados de que unos "enanos de doce años" le hubieran dado una lección. Ayudé al chico a levantarse y le dije agradecida en inglés:
-Muchas gracias me has salvado de esos matones.- dije un poco cortada.
-No te preocupes, esos matones necesitaban que alguien les diera una lección.- dijo sonriéndome. ¿Eres de España?
-Sí, vengo por... problemas de salud.
-¿Vas a intentar andar?- me preguntó.
-Sí, algo parecido. ¿No eres de aquí, verdad?.- pregunté.
-No, soy de Inglaterra. Vivo aquí desde hace unos años porque... mis padres murieron en un accidente y los únicos familiares que tenía eran de aquí. Por eso me molestó mucho que se metieran con tus padres.
-Vaya, lo siento mucho.- dije apenada. Yo tampoco tengo madre. Murió de cáncer. Por eso intentaba imaginarme que... estaba aquí conmigo.
-Al menos nos parecemos en algo.- dijo intentando cambiar de tema. ¿Te gusta dibujar? Ese dibujo es muy bonito.
-Sí, me gusta y muchas gracias.- dije algo sonrojada.
-A mí también me gusta dibujar. Bueno, eh...¡adiós! ¡A ver si nos vemos!- dijo corriendo.
Lo vi marchándose, con su melena rubia ondeando al viento... y con su cuaderno de dibujo en la mano.

El sueño de ClaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora