¡¡¡Yajuuuuu!!! Sí, esa soy yo gritando en mitad de la clase de mates, cuando el profesor me dio el examen. Era un bien, no era muy brillante, pero para mí sí lo era. El profesor me mandó callar del jaleo que estaba armando, ups se me olvidó que estaba en la clase jeje. Pedro se acercó corriendo:
-¿Qué? ¿Has aprobado? ¿Podrás ir al baile?- preguntó con ansias.
-Que sí, que sí, no me atoxigues jaja- dije riéndome.
Él también empezó a gritar en medio de la clase :
-¡Callaros!¿ Se puede saber qué le pasa hoy a todo el mundo con gritar? - dijo el profesor enfadado.
Pasó una semana y sólo quedaba un día para el baile. Mis amigas y yo quedamos para ir al centro comercial y escoger los vestidos. Yo soy un poco rara, me marea que haya tanta gente por ahí y no soy muy paciente que digamos. A Coral le pasaba al revés , cada dos por tres se paraba porque había un vestido que le gustaba.
-¡Chicas, chicas! Ya definitivamente he encontrado mi vestido.- dijo a la cuarta vez.
Y así nos tiramos 2 horas y media por sólo tres vestidos. Cuando por fin los encontramos, nos subimos al coche para que Pepe nos llevara a casa. El vestido de Coral era rojo, tenía el escote con brillantes y un tutú con brillantes al principio , y lo demás rojo entero, la verdad, era muy bonito. Al final, Sofía no se compró ninguno, porque no encontraba uno que le gustara y decidió pedirle uno prestado a su prima. Y el mío, era un vestido beige con lentejuelas.
Llegó el gran día:
A las ocho estábamos ya en el patio del colegio . Había un reproductor de música bastante grande y una de esas bolas de luces de colores que hay en las discotecas, estaba muy chulo. Estábamos sentadas esperando a que llegaran nuestras parejas:
-¡Yo voy a ir con Ángel, el chico que me gusta, el más guapo de todo León!- exclamó Coral ilusionada.Al final me lo pidió, y no sé por qué , porque había un montón de chicas que ya se lo habían pedido. Estoy deseando bailar con él. ¡Sí!
-Yo con Eduardo, ese que tiene cabeza de melón- dijo Sofía, sin mucho entusiasmo.
-Yo con Pedro que me lo pidió él.- dije.
Justo en ese momento, llegó Pedro, y detrás de él, estaban Ángel y Edu. De repente, la bola de colores empezó a girar y se empezó a escuchar música.
-¿Qué, te vienes a bailar?- le preguntó Ángel a Coral, con una sonrisa seductora. Coral sonrió y se fue a bailar con Ángel. Bailaba bastante bien, se notaba que bailaba desde pequeña. Sofía, también estaba bailando con Edu, pero los dos parecían patos mareados.
-Em... Clara, voy a por las bebidas, ¿vale?- me pregunta Pedro.
-Vale.
De repente, empezé a sentirme mareada. Todo el mundo estaba bailando menos yo, y Coral se veía súper feliz bailando con Ángel al ritmo de la música y hasta Sofía, aunque bailara peor. Y no es que no me alegrara por ellas, si no porque yo estaba sola, sin poder bailar, ahí plantada en medio de la nada. Y me preguntaba:
-¿Por qué? ¿Por qué soy yo la que no puede andar, ni bailar ni hacer deporte ni nada? ¿Por qué yo y no otro?¿Por qué todo el mundo puede hacer lo que le dé la gana menos yo? ¿Qué culpa tengo?
Sin poder evitarlo, empezaron a caerme gruesas lágrimas sobre las mejillas y me fui lo más rápido que pude al baño. Comencé a llorar ruidosamente, tapándome la cara con las manos. Estaba ya harta de esa silla de ruedas, que me había tenido ahí atrapada durante toda mi vida. Sonaron unos pasos y llegó Pedro corriendo:
-¡Clara! ¿Qué haces ahí? ¿Qué te pasa, por qué estas llorando? - preguntó sorprendido.
-¿Por qué te crees que es? ¡No debería de haber venido a esta fiesta!- grité.
-¿De qué hablas?- preguntó confundido.
-Pues de que no puedo bailar , estoy ya harta de estar en esta silla de ruedas aquí atrapada durante toda mi vida -dije sollozando.
-¿Llevas en esa silla desde siempre? ¿No habías tenido un accidente? - preguntó Pedro.
-¡?No!! Desde que nací no he podido andar, ¡los médicos dijeron que es incurable! Y encima, ¡mi madre se murió cuando yo tenía 6 años por cáncer de mama! - dije.
- ¡Vaya!Yo... no lo sabía.- dijo sin saber qué decir.
Seguía llorando otra vez, con las manos tapándome la cara. Pedro vino y me puso su mano sobre mi hombro.
-Hey... hey... tranquila, me tienes a mí. No te preocupes, llora todo lo que quieras.
Me secó las lágrimas con sus manos y me abrazó, sentí que me protegía y que podía confiar en él. Comencé a relajarme, sentí que mientras estuviera él a mi lado, nada podría pasarme.
-¿Estás mejor? - me preguntó.
-Sí, gracias por todo.
- No, gracias a ti. Desde el primer día que te vi, me gustaste, me pareciste un ángel caído del cielo. Eres guapa, eres dulce...
-¿Y no te importa que esté en una silla de ruedas?- dije.
-?Qué va! Yo nunca me fijaría en eso. Soy muy tímido, y desde la primera vez que te vi me gustaste. Por eso, el día de San Valentín te di una carta de amor y un bombón, y en tu cumpleaños un lazo.- me dijo.
- ¡Tú! Tu eras el admirador secreto- dije asombrada.
- Sí, soy yo. Por eso, quise aprovechar este día para pedirte... que... si querías salir conmigo- dijo.
-¿En plan de novios te refieres?- pregunté sin poder creérmelo
-Sí, se podría decir que sí- dijo Pedro.
-Pues... em... -no sabía que responderle, pues nunca me habían pedido nada parecido.
-Adivino, no querrás salir con alguien como yo- dijo entristecido.
-¡No! Yo... no quería decir eso. Sólo que...
- ¿Qué?
-Que, a ver ... no... estoy preparada- dije nerviosa.
-Ah bueno... no te preocupes... no te quería presionar, pero...¿somos amigos, verdad? - me preguntó.
-¡Pues claro! Más bien ya tengo 3 mejores amigos, tú, Coral y Sofía. Eres muy bueno conmigo, siempre me ayudas en lo que puedes, desde el primer día. -dije. Nunca podré olvidar que fuiste tú el primero que me habló, que me ayudó, y que no me miró como un bicho raro.
-Para eso están los amigos- dijo Pedro guiñándome un ojo. Además, tú no eres un bicho raro, eras la chica más guapa y amable que podría conocer.
Nos quedamos un rato callados, sin decir nada, hasta que dijo:
-¿Qué, bailamos?
-¿Qué dices? Pero si yo no puedo... -me interrumpió, me arrastró hacia donde estaban todos bailando, se agachó, me cogió de la mano y empezó a girar la silla suavemente. Empezamos a "bailar" al son de la música y no me podía sentir mejor. Y sentí como se sentía la gente al bailar,como en otro mundo, lleno de música, medio flotando. Pedro, no paraba de mirarme a los ojos, medio embobado ya que estaba agachado. Y yo disfrutando de lo lindo, nunca había disfrutado tanto, me sentía libre, aunque siguiera sentada en esa silla que me había atrapado durante toda mi vida. Se terminó la canción, y se escuchó la voz de la Hermana Virtudes por los altavoces:
-Ahora, se anunciarán los ganadores de la mejor pareja de baile.- dijo emocionada. La pareja... que ha ganado el premio por bailar mejor y por su originalidad son...
Se escuchó un profundo silencio.
-¡¡ Clara García y Pedro Camacho!! ¡Enhorabuena, venid a recoger vuestro premio!
No me lo podía creer, había ganado un premio de baile, y eso que nunca me imaginé bailando... Pedro cogió la silla y me llevó hasta la tarima, donde la Hermana Virtudes nos dio una copita de cristal a cada uno, donde se podía distinguir a un chico y una chica bailando, con letras grabadas al pie de la copa: " A los mejores bailarines". Nos miramos, sonreímos en silencio y nos hicieron una foto. Sin previo aviso, Pedro se agachó y me besó en los labios. El corazón comenzó a latirme con fuerza, y noté cómo se ruborizaban mis mejillas. Sus labios sabían a menta y eran muy carnosos.
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El sueño de Clara
De TodoMe llamo Clara y soy una niña en silla de ruedas. Los médicos me dijeron que no podría volver a andar, pero yo sí lo creo.