XXVIII: Lo que en su memoria hago

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Narra Elizabeth: 
De la misma forma de la que curé a Meliodas, curé a Aisha, aunque ella había sanado de una mejor manera, no despertaba, lo cuál tenía esperanza de que pasara. Hawk estaba apoyado en la cama llorando por Aisha.

Hawk: De todos los cerdos, ¿Por qué tenías que ser tú Aisha? Y no pudimos hacer nada para protegerte y defenderte- decía triste y con lágrimas.

Yo trataba de no llorar, ya había llorado demasiado con la muerte del señor Meliodas, no quería derramar más lágrimas, además que a Aisha no le gustaría que sufriera por ella.

Elizabeth: Sólo por ti, seré fuerte Aisha, eres mi mayor inspiración y tu fortaleza es la que me inspira día a día- dije muy tranquila.

Salimos de la habitación y escuchamos un grito algo desesperado y salimos a ver de que se trataba. Era un hombre, que a decir verdad sentía que ya lo conocía, sobretodo su armadura me parecía familiar.

Hawk: ¿No te parece su cara familiar?- preguntó un poco familiarizado, en eso el empezó a olfatearlo- ¡Ya recordé! El el Golgius.

Elizabeth: ¿Golgius?- dije tratando de recordar quién era hasta que las memorias finalmente llegaron a mi- ¡Ahh! El caballero sagrado que hirió al doctor Danna en aquella aldea...

Hawk: Y, ¿Qué hacemos con él?- preguntó muy normal.

Elizabeth: Llevemoslo dentro- respondí sin pensarlo.

Hawk: ¿¡Qué!? ¿¡Estás loca!? ¡Intentó matarnos!

Elizabeth: Es nuestro deber ayudar a la gente, tal como Aisha y el señor Meliodas acostumbraban a hacer, vamos- llevamos a Golgius a la otra habitación que era de servicio y fuimos abajo.

Preparamos la taberna para abrirla y empezamos a recibir a los clientes, sentía que cada vez mejoraba más atendiendo a los clientes.

Narra Aisha:
Estaba en otro lugar, creo que finalmente estaba en el purgatorio, caminaba y caminaba buscando a Meliodas, o incluso a Padre...

Aisha: Llevo tanto tiempo caminando y no encuentro nada- dije un poco cabizbaja.

Pasaron unos pocos minutos y vi la silueta de Meliodas, el se acercó muy preocupado y alarmado.

Meliodas: Aisha, ¿¡Qué estás haciendo aquí!?- dijo tomando mis brazos y observandome de reojo- ¡Se supone que no debía de ser así!- dijo aún con preocupación.

Aisha: Se te olvidaba que Teldram iría a buscarme pasara lo que pasara, y el que murieras sólo facilitaba su tarea- dije muy normal.

Meliodas: No... no, no, no, no.... ¡No debía ser así!- dijo aún preocupado dandome un abrazo- Perdóname por no haberte protegido como debía.

Aisha: No es tu culpa Meliodas, es la mía, no pude defenderme- dije aún un poco decaída.

Meliodas: No, no digas eso- levantó mi mirada-  sé que hiciste lo posible para mantenerte en pie.

Ambos caminamos un gran rato platicando, le conté de lo mismo que le dije a su cuerpo, de la comida de Elizabeth y como me recordaba de la vez que Zeldris probó sus chocolates, ambos reímos, también comenzamos a hablar de lo poco que pasó mientras él estaba muerto, el como me enfrenté a Teldram, Derieri y Monspiet y como fué mi último momento de vida, realmente se sorprendió mucho.

Meliodas: ¿Y qué hay de Elizabeth?

Aisha: Ella está bien, lo bueno es que estaba alejada de la taberna, no pudo escuchar mi alboroto con esos problemáticos- dije ahora más tranquila- aunque si ella hubiera estado en vuelta, dudo mucho que ellos le hubieran puesto atención, ya que al final de todo, ellos iban por mi.

La mejor amiga de Meliodas 2:  La historia continúa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora