"Quería dedicar este capítulo a mis Totis 2.0 porque hoy es 12 de agosto y hace 1 año que nos conocimos, y no hemos perdido el contacto nunca.
(Si queréis que os avise cuando suba cap -> @esther15499)"
>>Le obligué a montarse de un empujón en mi coche y le llevé hasta su sorpresa.<<
-¿Ni siquiera puedes darme una pista? Ya que voy con los ojos vendados...
Dijo Blas mientras se quejaba. Me reí y lo aceptó como una negativa, no iba a decir nada.
-Podrías haberme dejado conducir, el médico te dijo que...
Quité una mano del volante y le tapé la boca. Me chupó la mano y me limpié con la manga su chaqueta, mientras se reía.
-¡Eres un cerdo!
Empezó a reírse mientras yo aparcaba delante del hotel más lujoso de todo Madrid. Ayudé a Blas a bajar, y entramos andando hasta el recibidor. Indiqué a la mujer que estaba en el mostrador quién era mientras dejaba a Blas en medio del salón. Por lo menos, esperaba que no lo atropellara un carrito de maletas o algo parecido.
-Blas, vamos.
Se acercó a mí con los brazos extendidos y le cogí de la mano, para llevarle hacia el ascensor. No iba a llevar por las escaleras a un ciego temporal. Después de dejar pasar a unos huéspedes, subimos al ascensor acompañados de una pareja de señores mayores.
Llegamos a nuestro destino, el número 12 y le arrastré hacia la última puerta del pasillo, la más grande de todo hotel. Abrí con la llave que me dio la recepcionista y pasé con él. Me puse detrás suya y le agarré de la cintura, puse la cabeza en su hombro, ya que llevaba tacones, y contemplé el trabajo que habíamos empleado Paula y yo, por fin acabado. Estaba mal decirlo, pero había quedado precioso.
Estábamos en el ático del hotel, donde se podía ver toda la Gran Vía en Navidad. La noche anterior había nevado más, así que se veía todo precioso. Los edificios estaban cubiertos por un manto blanco, y las luces decorativas colgaban como si de estrellas se tratasen. La luna estaba muy grande, y se podía ver desde allí preciosa. Alrededor nuestro, rosas y claveles nos cobijaban.
-¿Qué hueles?-dije jugando.
Aspiró suavemente, quedándose con cada uno de los aromas, y dio un paso al frente para oler desde más cerca.
-Rosas, quizá. No lo sé, tu aroma me ha dejado aturdido. ¿Rosas y claveles?
Era la hora. Quité la cabeza de su hombro, después de oler su colonia una vez más y, con cuidado, le quité la venda, tocando su nuca juguetona, lo que le hizo estremecerse.
La venda cayó al suelo, lo que dejó ver todo lo que habíamos preparado. No dijo nada, sólo miraba a todos los lados mientras yo entrelazaba la manos alrededor suya y apoyaba la cabeza otra vez en su hombro, mirando hacia el frente.
Se deshizo de mi agarré y cogió mi mano, arrastrándome hacia la barandilla, para apoyarnos y ver todo desde más cerca.
-No me has dicho si te gusta.
Dije en un susurro para no estropear el momento. Me miró y bufó, a lo que yo contesté con una sonrisa.
-¿Acaso hace falta? Esto es lo más bonito que me ha hecho alguien, y encima me lo ha hecho la mejor persona del mundo. No me creo que sea tan feliz como en este momento...
Me acerqué a él y le acaricié suavemente la mejilla. Esbozó una cálida sonrisa por mi contacto y suspiró.
Nos quedamos así, un rato callados, sólo contemplando el espectacular paisaje que se postraba a nuestros pies.
-Blas... Tengo todavía que darte mi regalo.
-¿Hay más?
Me miró con reprobación: Sabía que no le gustaba que gastase mi dinero. Pero, por él, viajaría al fin del mundo si fuera necesario.
-Déjame darte el mío primero, seguro que queda fatal al lado del tuyo y quiero ver tu cara.
Sacó de la chaqueta una cajita forrada con terciopelo rojo y me la entregó. Dentro había un collar de oro con forma de corazón, y si lo abrías, había una foto nuestra y una fecha: "12-9". El día en que nos conocimos. No pude evitar derramar una lágrima, la que él me limpió mientras me acariciaba la mejilla.
-No... No tengo palabras, es tan bonito que...
-No es todo.
Volvió a meter la mano en la chaqueta, aunque esta vez no era una cajita, sino un sobre con un lazo rojo pegado con celo. Me lo dio y lo abrí, nerviosa y impaciente.
-No me lo creo...
-Esther, sé que ha sido muy rastrero por mi parte no decírtelo, pero sino, no sería una sorpresa. Sé cuanta ilusión te hace, te oí hablando con Álvaro por el Skype y no dudé en llamar y enviárselo. Cariño, es tu sueño. ¿No estás contenta?
Me elevó el mentón, yo estaba llorando.
-Blas... Has conseguido que me publiquen en Inglaterra...
Dije con la voz entrecortada. No sabía ni qué decir, me tenía que haber hecho un guión para esta noche, me pareció algo absurdo en su tiempo, pero ahora me hacía falta, y mucha.
Sólo podía soltar lágrimas. Me tiré hacia él y le abracé, lo más fuerte que pude. No quería irme de allí jamás.
-Ahora mis regalos si que van a ser una mierda.
Dije mientras me acercaba a la mesa y cogía de mi bolso el sobre que contenía el regalo de Blas. Era de verdad muy cutre comparado con el suyo.
-Seguro que no.
Se lo entregué mientras me secaba los ojos y lo abrió, mientras me limpiaba un poco la cara con la mano que me quedaba libre. Me miró y miró el regalo, así varias veces, hasta que sólo me miraba a mí.
-Esther... No me lo creo.
-Sé que es repetido, no tengo mucha imaginación, pero pensé que te gustaría.
-Me has comprado una entradas para ver a Cèline Dion en Londres...
-Nos hemos. Yo también quiero ir. A parte de los pasajes de avión, claro.
-Te iba a llevar a rastras igual, lo sabes, ¿no?
Asentí y le miré a los ojos, los cuales brillaban.
-Te habrán costado una fortuna...
-Tampoco tanto. Además, el dinero no es problema así que no te preocupes.
-¿Así que estás forrada?
-Pues como tú, más o menos. No nos podemos quejar.
Negó con la cabeza y me agarró de la cintura, para darme un dulce beso a la vista de todos los edificios de Gran Vía.
-No puedo ser más feliz en este momento, ojalá nos pudiéramos quedar aquí toda la vida.
-Me hablas a mí de ser feliz... No sabes lo que ha cambiado mi vida desde que tú, bueno, vosotros, os habéis colado en ella.
-¿A qué te refieres?
-Blas... Hace un año estaba encerrada en casa, metiéndome en problemas todo el rato, no veía lo positivo de nada, y caminaba por el mundo con una mueca de tristeza. Pero llegasteis vosotros con vuestro amor, vuestro buen rollo y vuestra manera de ver la vida, y de verdad que me habéis cambiado la existencia. Blas, llevo ya cinco meses sin meterme en un pelea callejera, y siento que soy otra persona.
-Calla, vamos, no tienes por qué dar las gracias de nada.
Me apoyó en su pecho mientras me acariciaba el pelo y nos quedamos así, callados.
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Un mirador con vistas al infinito
Romance¿Y si todo cambia? ¿Y si tu vida da un giro de 180° cuando menos te lo esperas? Esther es una chica problemática, pero cuando conoce a Blas, su vida cambia completamente. La pregunta es: ¿Cambia a mejor? ¿O a peor? Sólo tienes que leer para averigu...