Capítulo 25

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Esther POV

Paula se fue, dejándome allí en el sofá, confundida por su actitud. No hice mucho caso, además que diez minutos después de que se fuera, Blas llegó. Por lo visto, hoy habían tenido reunión los cinco.

Yo mientras, veía la televisión, esperando a que viniera y poder estar con él. Quería aprovechar esta última semana con él antes de tener que irme con Carlos.

-¿Qué has hecho hoy?

-Nada en especial, he ido a mirar ropa y al supermercado.

-Eso está genial. Voy a cambiarme, ¿vale? Ahora vengo.

Subió corriendo escaleras arriba, de dos en dos escalones. Empezó a revolver el armario, y a abrir cajones.

-¡Esther!

Decía bajando las escaleras con un papel de la mano. "Oh, mierda" pensé. Si era lo que creía, estaba metida en un buen lío.

-¿Sabes qué es esto?

Me tensé, esperando a que dijera algo.

-¿Qué es?

-No sé, estaba en la cómoda.

Abrió la primera parte y empezó a leer, mientras su cara se descomponía conforme cada frase que leía.

-Espera, aquí pone que te vas un mes. ¿De gira? ¡La fecha de envío es de hace dos meses!

Me relajé un poco. Dejaría que lo leyera, total da igual. ¿Qué podría pasar?

-¿Te vas de gira y no me lo has dicho? ¡Lo sabes hace dos meses! Aquí pone que puedes llevar un acompañante. ¿Soy yo?

-Me voy a llevar a Carlos. ¿Algún problema?

Vale, ahí me había pasado. ¡Pero me saca tanto de quicio que...!

-Algún problema dice... ¿Cuando pensabas contármelo?

-No lo había pensado, pero te lo iba a contar cuando estuviera en la estación de tren, camino a Valencia, mi primer destino. O una nota, nos podríamos haber ahorrado toda esta tontería.

"Te estás pasando con el chaval" repetía mi cabeza, retumbando en cada hueco de mi cráneo.

-¡Esto es acojonante! Encima te llevas a Carlos, y no a tu novio. Porque no sois nada, ¿no? Esther, no me digas que...

Me levanté indignada, mirándole. ¿Cómo podría pensar aquella semejante tontería?

-¿Cómo puedes pensar que tengo algo con Carlos? ¡Es mi mejor amigo, claro que me lo llevo!

-¿Y por qué no a mí?

-Porque Carlos ha tenido la decencia de leer mi libro, cosa que tú no has hecho.

Bueno, eso era verdad. Tampoco sonaba tan malo, ¿no?

-A mi no me hablas así.

Decía a voces. Ahogué una risa y le miré, desafiante.

-Pasas mucho tiempo con él, te prohibo que vayas con Carlos.

Miró hacia el suelo y movió la mano, restándole importancia.

-¿Qué me prohibes?-reí- Tú no puedes prohibirme nada, no eres mi dueño.

Se acercó a mi pero fui hacia la puerta.

-Esto es el colmo Blas, ¡el colmo! Estoy cansada de tu actitud. ¡Me marcho!

-¡Vete con tu Carlos!

Un mirador con vistas al infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora