Estaba apoyada en el marco de la puerta, nos habían llevado a un sitio que no conocía, Blas no me había traído nunca y era una parte de Madrid que desconocía. Blas. Sólo de pensar su nombre, me repugna; me dan náuseas y me revuelve el estómago.
Salieron uno a uno; abracé a todos y se montaron el el coche. Blas iba custodiado por Paula. Me dedicó una macabra sonrisa y me lanzó un beso diciendo "te encontraré". Miré para otro lado con la sangre helada por mis venas.
-Eh, David.
Me acerqué a él para abrazarle mientras se secaba unas lágrimas con un pañuelo que le había dado Paula. Acaricié su pelo mientras le tranquilizaba.
-Tranquilo, ya está. Estoy bien, ¿ves? No pasa nada...
Me abrazó fuerte mientras le acariciaba la coronilla. Así estuvimos un rato, bajo la atenta mirada de Blas, quien se le levaba Magí hacia no sé dónde. Esperaba que le tirara por un barranco.
-¿Tienes un cigarro?
-¿Desde cuándo fumas?
-¿Tienes o no?
Sacó de su bolsillo un paquete rojo y un mechero transparente de color verde. Me dio uno a mí y se cogió otro para él, encendió los dos y se fue al coche, junto a los demás a los que yo había hablado previamente.
-¿Qué haces fumando?
Dijo Paula medio histérica. Eché el humo para arriba antes de que me lo quitara.
-Paula, dámelo ahora mismo.
Negó con la cabeza y lo tiró al suelo; para pisarlo.
-¡Sólo le había dado dos caladas; maldita sea!
-¿Quieres morir de cáncer de pulmón?
-Paula, me acaba de secuestrar la única persona que me importaba en el mundo, aparte de vosotros. Sólo me ha querido por el interés. A Marcos se le han llevado a comisaría, pero él anda por ahí a sus anchas porque "es famoso y tiene que hacer promociones", así que puede venir a por mí en cualquier momento. Marcos en cuanto salga de la cárcel también va a venir a por mí. ¿Y pretendes que me preocupe de no morir de cáncer? Por favor.
Suspiró y tiró de mí hacia el coche. Magí se había llevado a Blas, y los chicos y nosotras íbamos a casa. Entramos todos en la que en un rato iba a dejar de ser mi hogar y todos me siguieron al piso de arriba.
-Esther, ¿qué vas a hacer?
Abrí la mesilla y saqué otro cigarrillo, junto con el mechero azul que tenía dentro del paquete. Lo encendí y dí una calada; pero antes de poder dar más, Paula me lo quitó y lo destrozó contra el cenicero.
Suspiré por no pegarla, y saqué mi maleta roja de debajo de la cama. Aquella maleta me había traído al mismo sitio donde estaba hace más de medio año, y ahora sólo quería huir.
Abrí el armario y empecé a sacar toda mi ropa, y a doblarla para meterla en la maleta. Así hice con todas mis pertenencias, mientras que todos me miraban atentamente. Menos Álvaro, que era el único que me ayudaba. Sacaba cosas de los cajones, y él las metía en el bolso que le había dado.
Media hora después, habíamos acabado con todo. Los demás seguían arriba, todos sentados en mi cama. Ninguno de ellos había articulado palabra.
Álvaro me ayudó a bajar las maletas a la entrada. Por fin, todos bajaron y hablaron.
-¿Dónde vas a ir?
-Esther, puedes vivir con Paula y conmigo, nos encantará.
-Me voy a Ávila.
A todos se les cayó la mandíbula con mi comentario y negaron, esperando a que cambiara de idea.
-Sé que jode, pero mi tía me llamó el otro día, Marta está enferma de no se qué y tengo que verla. Lo siento. Así estaré más alejada de esta locura.
-Esther... No te puedes ir...
-Venga chicos, no neguéis que os he traído más que problemas. Desde el minuto 1 habéis estado expuestos al peligro que suponía estar en la misma habitación que yo. Si yo no hubiera aparecido, no tendríais esas heridas en la cara. Lo siento chicos, pero tengo que irme. Os quiero.
Álvaro se fue dando un portazo y los demás se quedaron a cuadros. Mientras, yo me iba escaleras abajo hacia el coche, para poner rumbo a Ávila.
Metí todo mientras me miraban por la ventana. ¿Estaban llorando? Si, eso parecía. Subí a Tommo al asiento de atrás y me monté, para después arrancar y poner rumbo a mi "nueva" vida.
-¡Sorpresa!
Dí un volantazo y casi me choco con un árbol que había a la derecha. Paré en el arcén e hiperventilé; Álvaro me miraba desde el asiento del conductor sin saber qué decirle.
-¡¿Cuánto tiempo llevas ahí?!
-Desde... Que te has montado. No me has visto porque ibas demasiado concentrada en la carretera.
-Está bien, te llevaré a casa. Déjame que vea un sitio para...
-¡No! Ni de coña Esther, no pienso moverme de aquí. No te voy dejar sola, que Blas te haya traicionado no significa que me tengas que abandonar. Vamos, que me niego a que salgas de mi vida.
-¿Qué pasa con Paula?
-Ella me entiende. La quiero, pero son amores diferentes. Tú eres mi amiga, mi confidente, eres la razón de que parezca una "fangirl". Esther, amo a Paula, pero no te puedo dejar sola. Simplemente, mi corazón no me lo permite. Está dividido en tres partes; una parte es mi familia y amigos, es la más pequeña; y las dos partes más grandes las ocupáis Paula y tú. Esther, creo que te he dejado claro que no te vas a separar de mí tan fácilmente.
Sólo podía soltar lágrimas. ¿Cómo pude pensar en abandonar a Álvaro? Yo misma me estaba engañando, no podía dejar de verle porque si no la vida me consumía.
Arranqué otra vez y puse rumbo a Ávila, ahora con mi mejor amigo de copiloto. Nada podría salir mal.
-¿Y tu equipaje? Oh, dios mío, tenemos que volver. No tienes nada.
-Tranquila, Paula y yo ya hablamos de esto y cogí lo más imprescindible. Eso sí, no tengo ropa así que en Ávila compraré algo.
-¿En serio? Vaya, no sabía que lo tenías tan planeado.
Álvaro se rió y me cogió la mano libre, mientras se ponía el cinturón y conectaba la radio con música. Salió una de mis canciones favoritas "Radioactive" de Imagine Dragons y los dos empezamos a cantarla.
-Esther, cuéntame tu verdadera historia.
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Un mirador con vistas al infinito
Romance¿Y si todo cambia? ¿Y si tu vida da un giro de 180° cuando menos te lo esperas? Esther es una chica problemática, pero cuando conoce a Blas, su vida cambia completamente. La pregunta es: ¿Cambia a mejor? ¿O a peor? Sólo tienes que leer para averigu...