Capítulo 38

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Esther POV

Gritaba mientras daba golpes a la ventana del coche patrulla en el que nos habían metido, esperando a que esta pesadilla se acabara de una vez por todas. Miré a Blas, quien me observaba en mi ataque de ira hacia la ventanilla. Sostuvo mi mano con la suya mientras me miraba con compasión, y dulzura.

Me transmitía una sensación de paz que nadie más había hecho, me estaba diciendo con la mirada que todo iba a salir bien. Y yo, como una tonta, me lo creí.

-No me mires como si estuviera loca, me pone enferma.

Decía mientras le miraba.

-No estás loca. Tranquila, todo va a salir bien, ¿vale?

Me acerqué a él y le dí un corto beso. El guardia gruñó, pero hicimos caso omiso. Álvaro y Paula se miraban el uno al otro, ella con cara de disculpa y él de ira.

-¿Qué crees que va a pasar?

Blas abrió la boca para responderme, pero paró de inmediato por una voz que le interrumpía y el coche que frenaba.de golpe. Alguien abrió la puerta de mi lado y me sacó, provocando que cerrara los ojos de golpe debido al calor abrasador que me quemaba las retinas.

El policía me cogió del brazo y me llevó junto a los otros 3 hacia dentro de la comisaría.

Caminamos en silencio por el pasillo; aún esposados, Blas y yo podíamos ir cogidos de la mano.

-Tú, la del pelo azul, vas a ser la primera.

Me levanté mientras el guardia me quitaba las esposas y me metía a la sala de interrogatorios. Indicó que me sentara en la silla y así lo hice, teniendo en frente al que sería el inspector y una mujer, otra policía.

-Bien, Esther Jiménez, ¿no?

Asentí mientras le miraba. Bebí un largo trago del vaso de agua que tenía al lado y la mujer me dio otro. La miré y lo dejé donde lo había puesto.

-Bueno, tenemos información sobre usted que nos sería útil para encarcelarla. ¿Sabe lo fácil que sería? Un par de llamadas y pum, entre rejas.

Iba a contestar, pero me distrajo la puerta cuando se abrió y una cabellera de mujer apareció por la puerta con unos papeles de la mano.

Los ojeó antes de mirarme y ahogar un grito. Yo, por mi parte, empecé a maldecir por lo bajo. Ella pidió que todos se fueran de la sala y se sentó en la silla que antes ocupaba el gordo inspector calvo y con bigote. Me miró decepcionada y bufé, sonriendo.

-¡¿Esther?! Pero, ¿qué has hecho? Joder, te dije que te alejaras de esa mierda. ¡Es ilegal, dios! No tienes cabeza, eres...

-Cállate Mara, eres igual que yo.

-¡Eso es mentira! Tú eres un caso perdido, Esther.

-Hace un año estabas conmigo en las peleas. ¡Y para tu información, no me han cogido por eso! Haber si leemos más los archivos, que para eso te los dan.

Comenzó a ojear los papeles uno por uno, y se llevaba una mano a la frente. Me miró indignada mientras cerraba la carpeta negra con un golpe seco, y la echaba a un lado de la mesa.

-¿Participación en el escape de un preso peligroso? ¿Posesión ilegal de drogas? Esther...

-¡Eso no era mío! ¡¿Cuántas veces lo tengo que decir?! ¡Se le cayó a Marcos! Por cierto, ¿qué tal está?

-Ingresó cadáver.

-Bien.

Mara me miró con desconfianza mientras me cogía las manos por encima de la mesa y las acariciaba.

-Esther, no te he estado cuidando todo ese tiempo para que ahora te metan en la cárcel.

-Tú no eres mi madre, nunca lo has sido. Así que ahora no vengas de sobreprotectora cuando has estado casi un año sin saber de mí.

-¿Eres consciente de lo que te caería de cárcel? Por posesión..

-¡Que no era mía! Ponme el polígrafo, haber quién tiene razón.

Se acercó a mí por encima de la mesa, mirándome fijamente a los ojos.

-¿Qué prefieres? ¿Que te acusen por tener qué, una bolsita de cocaína, o por ayudar a escapar a un preso? Por lo segundo te caerían tres años largos, incluyendo el buen comportamiento. Si te acusan por posesión, sería un año como mucho. ¿Es lo que quieres?

-¿Y si no he hecho ninguna de las dos cosas?

-Esther, voy a serte sincera. Algo te va a tocar, seguro. Moveré unos cuantos hilos, pero sólo podré rebajaros la condena a ti y tus amigos. Intentaré que os acusen sólo por posesión, va a ser lo mejor para los cuatro.

Me levanté de la silla y salí corriendo, con la cara manchada de lágrimas. Fui corriendo hacia Blas y le abracé, deseando que alguien me pellizcara y esto fuera un sueño.

Un mirador con vistas al infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora