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     14 de febrero, día en condena para los frienzoneados, solteros y solitarios. Día de sueños rotos, corazones a la mitad buscándose entre sí, nervios bombeando la sangre de cada milímetro de nuestro cuerpo y nublando nuestros sentido de razón, lógica y consciencia.

¡Oh si! El día de San Valentín, una maravilla para unos, una mierda para los que quedan, en su mayoría, contando mientras arrancan los pétalos de una flor, <<Me quiere, no me quiere>>, esperando que mágicamente de un momento a otro surja la voluntad de entregarle ese presente a ese alguien especial junto con sus sentimientos y no morir en el intento.

También día del amor y la amistad, para esos grupos que no quieren quedarse solos y deciden compartir entre ellos, que bonito, que hermoso, que maravilloso; que mierda más desastrosa.

Al principio, todo encantador, todo happy, todo bien; yo como de costumbre trataba de pasar ese día como si no fuera nada especial, ¿Cartas? Ni una, ¿Regalos? Olvídalos, ¿Dulces?... Tú. Desde que te recuerdo siempre fuiste alguien muy amable y noble, que tomaba en cuenta hasta al más rata y miserable del salón y de alguna manera lo integrabas al grupo, eras un amor, eres un amor.

¿Cómo describir la emoción de ese momento, cuando te acercaste a mí y me diste una cajita con 4 bombones dentro? No puedo, era la primera vez que alguien se acordaba de mí en ese día, fuiste muy dulce y considerado, tal vez demasiado, ¡Esa cajita era de oro! ¡Volaba de la felicidad!

Y entonces llegó el <<Pero>>, no fui a la única que le disté esa misma cajita...

Lo recuerdo muy bien, fue la primera vez que vi a un doble cara en acción, ya de por si conocía a los abusadores y los tenía en la mira, pero nadie como ella. La había conocido a principio de clases, cuando nadie conocía a nadie y se metía a grupos al azar para determinar el suyo. Ella era, bueno es, aún sigue siendo así la muy condenada, muy... agradable, es de ese tipo de persona que le cae bien a todo el mundo, alegre, festivo, rumbero y llamativo, por decir un diamante en bruto, lo admito, yo también me comí su carita de buena gente, pero no la conocía como ahora.

Esa mañana, mientras fantaseaba con la cajita de chocolates en horas de descanso, ella se paseó cerca de mí y me vio, tenía en manos una tarjetita que pusiste con el presente, en ella decía <<100pre estaré contigo>> y tenía a los amigazos de la película de Río, el canarito amarillo y la avezota roja con mucho ritmo, me dio ternura, amaba esa película.

Ella miró lo que tenía en manos y se notó la malasia en lo que comentó al respecto <<Sabes que eso significa "solo amigos" ¿Verdad?>> Eso ya lo sabía, por lo que no me afectó, demasiado, que me lo recordara. Fue entonces que sacó de igual modo una tarjeta de la misma película que la mía, me sorprendí un poco, tenía tu firma, solo con otra frase más cursi y referente a algo más que una simple amistad, complementaria con la imagen de las dos guacamayas azules viéndose enamorados.

¿Sabes de ese sonido que hace las galletas cuando las partes? Así sonó mi interior al día siguiente al comprobar la realidad, muy diferente a como la habría querido. <<100pre estaré contigo>> No hagas promesas que no cumplirás ni en el mismo día que las haces. 

Recuerdos de un amor perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora