-1-

81 16 6
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     No sé cuántas veces me planteé que debía dejarte ir o cuantas veces me autoconvencía que ya te olvidaba y al reencontrarte todo lo que generabas en mi volvía como si solo hubieran pasado segundos desde nuestro último encuentro.

Recuerdo, en ese primer año que compartimos clases, las típicas presentaciones, no lo olvido, todos éramos nuevos, el grupo apenas y se conocía, tú parecías uno más del montón hasta el momento de presentarnos.

Los primeros días fueron un chiste, yo era un número antes que el tuyo en la lista, siempre lo fui, me sentaba delante de ti, aún no pasaba nada, solo risas. ¿Para qué negarlo? Éramos niños, recién fuimos promovidos de la primaria y nos conocíamos, el punto fue como comenzó, ¿Podías creerlo? Seguro que si, a lo mejor ya estabas acostumbrado a que confundieran tu nombre, como a mí, era algo que compartíamos, nomás que yo no tenía un mellizo con casi el mismo nombre, aun así, nos divertíamos mientras yo siempre me confundía.

¿Quién diría que esas risas pronto me afectarían en algo más? Mis días desde entonces, mientras estuvieras cerca de mí, nunca fueron más brillante y al mismo tiempo más duros.

Y, aun así, ¿Sabes por qué continué? Tu sonrisa no era la Colgate de los comerciales, pero lograba algo que ellos no: Sonreír de corazón.

Tonto ¿Verdad? Para mi no, me hacías reír, me hacías feliz. Lástima, creo que yo no...

Recuerdos de un amor perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora