Lazos
Ya te conté de la vez que te envié cartas anónimas, pero la verdad es que no conoces ni la mayor parte de todas esas tonterías que hice pensando en ti.
Retrocedamos el tiempo de nuevo, el primer año que compartimos.
Con solo trece años ya tenía una marca en mi racha amorosa, nunca te conté que tal vez fuiste mi primer amor, pero no la primera persona en gustarme; este chico era un poco opuesto a ti: su piel era oscura, le gustaba los deporte, ¿Qué digo? Vivía de eso, se hubieran llevado bien seguro, jamás lo conociste porque él se retiró cuando tú entraste a la institución.
¿Por qué hablo de él luego de que ya te conté de mis amores pasados? Simple, como muchas otras cosas en mi vida no salió bien, se enteró de la peor forma posible: leyéndolo. Un día fui a casa de una compañera a hacer un trabajo, sin darme cuenta ella encontró una libreta en donde yo escribía una que otras intimidades y secretos, algo así como un diario, y lo leyó, llevándose una página suelta donde hablé de él y bueno, todo se descontroló, fue una época muy vergonzosa para mí y juré esta vez guardar mis sentimientos en mi desde entonces. Obviamente él me rechazó y con todo lo que estaba ocurriendo dejó una marca, haciéndome ver que a veces la mejor confesión es la que permanece en silencio.
¿Ya te diste cuenta? Sí, eso fue lo que hice contigo y ya sabemos cómo terminó.
Las cicatrices se vuelven a abrir si se hacen movimientos bruscos, ya estaba herida, lo suficiente como para no confiar en nadie desde entonces, encerrándome y poniendo barrera tras barrera para que nadie más me lastimara así; no conté con tu llegada y la estupidez con la que me hiciste actuar en varias ocasiones en la que solamente quería buscar señales, pruebas, indicios alcanzables que me dieran valor para contarte que me derretías si mantenías mucho rato la mirada sobre mi cuando conversábamos, que me encantaba escuchar tu risa, que no soportaba cuando estabas demasiado serio o tenías un problema del que no querías hablar y yo no podía hacer nada.
Que patética... pero creo que algunos no podemos evitarlo si ya perdiste la confianza en quienes te rodean.
¿En dónde estaba? Ah sí, que hice esas veces.
Rounde uno: Conversaciones extrañas.
El tema empieza suave, pero no del todo, el lenguaje humano se caracteriza por ser un arma de doble filo, doble sentido, que puede aclararte o dejarte con más dudas con las que llegaste; a veces me hace pensar si de verdad lo usamos para comunicarnos o para destruirnos entre nosotros. Creo que eso puedo dar una idea de todas esas cosas que dije y me arrepentí luego de por vida.
¿Hola? ¿Sí? Habla una estúpida ex enamorada arrepentida que no sabía cerrar su boca, ¿Puedo ordenar una mordaza? Ahora me irrita mi voz.
Rounde dos: Pretextos para estar solos.
¿Así o más claro?
Gruñir y hacer pucheros cuando debías irte para que te quedaras un rato más conmigo, llamarte sin un motivo aparente y luego sacar preguntas raras para que no sospecharas, cuando no te veía en el aula y estábamos libres me hacía la loca y salía a dar una vuelta a la institución a ver si te encontraba; esa era la más constante:
—Eh, ¿Qué pasó?
—Nada, solo iba a llevar esto.
—¿Te acompaño?...
Y sin esperar respuesta ya estábamos bajando la escalera para ir donde sea que ibas; yo siempre te seguía, si lo pienso me recuerdo a Pucca y me hace sentir acosadora.
Rounde tres: Clases.
Yeah, hasta las mismas clases era una excusa, ¿Había un trabajo manual? Te llamaba antes que nadie, ¿Necesitaba ayuda con inglés, física, química o matemática? Te buscaba, ¿Falté un día por X razón? Eras el primero en mis opciones para pedir los cuadernos y copiar de ellos, pedir anotaciones e indicaciones para no atrasarme, sabes cómo odio eso.
¿Algo más? Por supuesto, pero no quiero profundizar más de la cuenta, estas acciones fueron parte de mis tropiezos en nuestra relación y por las que aún me sorprende que en vez de separarnos forjaran lazos fuertes al aceptarme y ser parte de tu vida.
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Recuerdos de un amor perdido
RomanceNo sé cómo te llamaría después de todo lo pasado... Te has estancaste en mi corazón e impregnado en mi mente, tatuado en mi piel y dejado la sensación del roce de tus dedos después de todos los abrazos que me diste. Propinaste caos en mis emociones...