77 - Pronto lo sabrás

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Narra Luis:

Llegue a comprar algo para comer, ya que no había nada en la casa de Lizeth. Tomé una caja de espagueti entre otras cosas para hacerlas en la casa. Me encontré con Bebé en el área de carnes.

- ¿Cómo estás? - le pregunté.

- Pues bien...

- ¿Seguro?

- Bueno, ni bien ni mal.. solo Viannys que no me ah querido hablar estos días.

- ¿Por qué?

- Eso mismo me pregunto yo. No tengo idea. Solo me ve y me da la vuelta. No sé que hice mal para que me trate así.

- Debe tratarse de algo de su familia. No está enojada contigo. Pero no quiere ofenderte o algo así.

- ¿Cómo? No entiendo.

- Bueno, ella ha sido mi amiga desde hace mucho tiempo. Sé cuándo se enoja y cuando no. Pero por lo que me dices no está enojada contigo.

- ¿Entonces?

- Debe de haberse peleado con su familia o algo así. Siempre que pasa algo así, no le habla a nadie y no atiende su negocio. Nunca se abre a hablar con nadie.

- Pero yo estoy para ayudarla y escucharla, ¿No?

- Si, pero ella puede ser un poco grosera y tal vez terminen con problemas. La conozco.

- Yo también.

- Pues una vez trate de que hablara conmigo si necesitaba algo y me dijo que yo no tenía porque meterme en sus asuntos y que no sé que, no se cuánto.. que hasta termino por correrme de su restaurante.

- Entonces me voy arriesgar y hablaré con ella.

- Pues si hablas con ella te recomiendo que te prepares para recibir unos buenos gritos.

- Sabré comprenderla.

- Lo sé. - dije tomando carne molida.

- ¿Que van a hacer?

- Espagueti con albóndigas.

- Vaya, y no invitan.

- Si quieres venir. Le hará bien ver a alguien más que a mí y a Alejandro.

Narra Lizeth:

Diego había entrado por la parte trasera de la casa. Pero no esperaba volver a verlo a ÉL jamás.

- Creo que llegue de sorpresa.. espero no te moleste que me siente. - dijo sentando me en el sofá y haciendo lo mismo.

Diego tenía a Alejandro, quién comenzaba a llorar al no saber que pasaba.

- No le hagan nada.. - les pedí.

- Así que mi sobrina se salvó gracias a su padre... - dijo mientras acariciaba mi cabello.

No sé que me pasó en ese momento. Quería gritar y pedir ayuda, pero sabía que si hacia eso lastimarian a Alejandro y no me podía arriesgar.

- ¿No dices nada? - dijo apretando mi brazo.

- No le haga nada a Alejandro..

- ¿Porque le haría algo al hijo de mi sobrina?

- Vamos Iván.. tenemos que hacer lo que dijiste. - dijo Diego.

- Por favor.. hagan lo que quieran conmigo, pero no le hagan daño a Alejandro.. se los ruego..

- Bueno, entonces.. - dijo levantándome del brazo. - Hablemos afuera. - dijo sacándome de la casa.

- Arrodíllate. - dijo Diego al salir. - ¡Hazlo!

Hice lo que pidió.

- ¿Cuanto amas a tu hijo? - pregunto Iván.

- No le haga daño..

- Contesta la pregunta.

-... Lo amo con todo mi corazón..

- ¿Y sabes que?.. a mi hija la ame tanto como tú amas a tu hijo...

Ví como Diego cerraba la puerta dejando a Alejandro adentro.

- Pero... ¿Sabes que se siente perder a un hijo?..

- No lo lastime.. - le pedí con lágrimas en los ojos.

Unos hombres junto a Diego entraron con galones de gasolina.

- Creo que no... - dijo amarrando mis manos.

- No.. - dije al ver que estaban vaciando los galones de gasolina en la casa, con Alejandro dentro.

-... Pero pronto lo sabrás... - dijo sacando una caja de cerillos que le dió a Diego.

- ¡No! - grité.

- Lo siento, pero dije que tu hijo pagaría por lo que hizo tu padre. - dijo Iván.

- Espere, ¿Va a encender la casa con el niño adentro? - preguntó Diego.

- Si, porque ella pagará con la muerte de su hijo, lo que su padre provocó. - contesto Iván al prender un cerillo y dejarlo caer cerca de la gasolina.

Un Amor Prohibido - LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora