Las siguientes semanas pasaron lentamente, mi rutina incluía sentarme en una esquina lejana del salón de clases, observar por la ventana a las chicas del árbol durante todos los recreos quienes parecían tener tanta confianza en sí mismas con sus cabellos teñidos de rosa y morado, escuchar al grupo de amigos de Alejandra (la Señorita Molestia) reír a carcajadas por las cosas más estúpidas y patéticas y pelear con ella por el reconocimiento de los maestros.
Para el tercer mes, cada maestro había elegido si odiar o amarla. Alejandra era una de esas personas, que no pasa desapercibida. O estás con ella o la desprecias. Yo estaba mayormente feliz con el grupo de maestros que no la toleraban; estaba Eva mi maestra de Química que la regañaba constante y evidentemente, Jaime mi maestro de Historia a quien yo le había sorprendido un día que decidió elegirme para explicar la primera batalla de intervención francesa en México para el cual escribí un pequeño resumen en la pizarra utilizando corchetes y expliqué tan elocuentemente (según sus palabras) que decidió que sería su favorita y al escuchar como me trataba Alejandra no la soportaba, y al maestro de Literatura pues, todos le eramos indiferentes, llegaba, explicaba y se iba, sin preguntas y sin remordimientos. Oscar no la odiaba pero la ignoraba y para mi era suficiente. Mi último recurso y satisfacción fue la clase de Inglés ya que demostré un alto dominio del idioma llegué a un acuerdo con la Teacher de solo entrar a hacer los exámenes y ser libre todos los demás días.
Admito que no necesitaba esa libertad, no hacía nada fuera de esa burbuja, no tenía mas amigas que Olivia y últimamente no la veía mucho. En cada recreo la observaba con las chicas del árbol, ella reía mucho, y de vez en cuando volteaba hacia mí, me invitaba a bajar con ellas pero la envidia y la melancolía no me dejaban acercarme a ese lugar. Había tanta tristeza dentro de mí y tanta soledad. En algún momento durante esas "horas libres" encontré el punto más alejado y remoto de la escuela, un lugar detrás del edificio de tercer grado en dónde poca gente iba a sentarse. Había poco césped, un gran cubo verde metálico donde se guardaba un generador eléctrico, las paredes estaban rayadas con corazones, insultos y nombres de parejas, el ambiente siempre se sentía caliente debido a que los motores de los aires acondicionados de aquel edificio se encontraban ahí, había un pequeño escalón hacia una puerta de un pequeño almacén empolvado, no era cómodo ni bonito, pero era mio. Ahí comencé a pasar mucho tiempo a solas. Llevaba mi cuaderno de poesía pero no tenía inspiración, y los pocos poemas que logré componer carecían de sentimiento, a pesar de que la soledad me consumía no era un sentimiento que pudiera poner en palabras, no uno verdadero al menos pues nadie me había relegado, era yo quien decidí alejarme por que no soportaba su felicidad.
Le escribí una carta a Olivia. Había en mis palabras mucho odio y rencor. Al terminar la leí detenidamente y mis ojos se llenaron de lagrimas pues no era lo que realmente sentía ni lo que deseaba decirle. Quería contarle sobre aquella esquina remota donde siempre había calor y podía estar a solas. Quería decirle que la extraño, que deseo volver a aquellos días que pasábamos horas platicando en la parada de camión, quería recordarle que ella era mi mejor amiga. Comencé a llorar mas dolorosamente, lamentando mis errores, esa estúpida fiesta a la que la había convencido de ir, ahí conoció a Erick, a causa de eso no pude hablar con ella tanto como antes. Un recuerdo exacto detuvo mi sollozo, caminábamos como todas las tardes de secundaria hacia nuestro lugar de siempre, ella iba al frente y me preguntó si haría la tarea de matemáticas y en un tono de voz gracioso que salió espontaneo le contesté -que no wey- nos miramos y reímos sin sentido, de ahí en adelante la respuesta válida a cualquier pregunta fue "que no wey". No tenía sentido, nadie mas lo entendía pero para nosotras era el chiste mas gracioso que jamas habíamos contado. El recuerdo inundó mi corazón y mi tristeza se convirtió en carcajada. Si alguien estuviera viéndome seguro pensaría que pertenezco a un manicomio. Y tal vez era verdad.
Salí sonriendo sola de mi escondite, con mi libreta abrazada fuertemente, miré hacia el frente y un caos estaba desatado sobre la escuela. Había chicos corriendo y gritando, grité al ver un arma en la mano de un grupo de chicos que apuntaban hacia el árbol, pensé en Olivia y corrí hacia ellos, no sabia que iba a hacer pero tenía que detenerlos. Mi corazón latía tan fuerte y rápido que pensé que se me saldría, cerré los ojos pensando que este sería mi fin mientras empujaba con todas mis fuerzas al sujeto del arma, este se tambaleo y volteo a verme con desprecio. -Que quieres inútil? Esto no es contra ti, vete si no quieres que te llene de balas la cara- me gritó el sujeto y los demás me empujaron hacia el suelo. El tiempo parecía detenerse a mi alrededor cuando escuché que disparó, los gritos de aquellos, las carcajadas de estos, sentía que no podía respirar. -Olivia- murmuré y luché con fuerza contra la pierna de uno de ellos. -Relájate Editt es solo paintball- una voz familiar me gritó mientras me pateaba, era alguien de mi salón, un amigo de Alejandra.
Paintball? voltee alrededor y una ráfaga de bolitas de pintura salían disparadas de aquella arma, suspiré con alivio y ellos siguieron corriendo. Una lluvia de globos llenos de agua los alcanzó y pude ver a Erick y sus amigos luchar también. Me levanté del suelo mojado y un globo de agua se estrelló en mi espalda fue entonces cuando pude ver que no era una guerra aislada, todos luchaban contra todos. Busqué mi cuaderno un poco hasta que escuché a Alejandra gritar -Subnormal! Ahora si me las pagas!- Ella y sus amigas venían armadas con globos de agua, corrí para alejarme pero no sabía donde esconderme, -Quédate quieta!- gritó de nuevo mientras lanzaba uno que esquivé, no podía llevarlas a mi escondite, lo perdería. Voltee alrededor y los salones de tercero parecían terreno neutral no tuve más opción que dirigirme a ellos. Un gran grupo de personas se congregaba alrededor de aquel bigotudo director y le exigían que pusieran orden, se quejaban de los de primer año quienes al parecer habían iniciado la pelea. Pude pasar desapercibida y perderme entre la multitud, al ver atrás Alejandra y sus secuaces habían desaparecido. Los gritos de los de tercer año me asustaban más que correr por la escuela evitando ser golpeada por bolas de pintura y de agua. Gritaban -Cuelguenlo!- y lo empujaban alrededor de ellos, le pegaban en la cabeza. El bigotudo me daba pena, no sabia que estaba pasando ni como terminaría esta anarquía. Algunos chicos se subieron al segundo piso y comenzaron a bajar una soga, quedé impactada y huí, no quería ser parte de aquel motín.
Había perdido el rastro de Alejandra y aun no había visto a Olivia, caminé rápidamente alerta de mis alrededores, la batalla aun no cesaba pero los globos parecían ser menos, después me enteré que habían cortado el suministro de agua de mi preparatoria y de la universidad que estaba adjunta a ella pues al parecer ahí estaba pasando lo mismo que aquí, unos chicos habían saltado la cerca y comenzado una guerra allá también.
No había maestros por los pasillos, todos se habían encerrado en la dirección y nadie estaba ayudando al director, que estaba segura que los de tercero deseaban asesinar. Seguí corriendo hasta el salón de Olivia pero estaba vacío, subí las escaleras con el corazón retumbando pues quizá en mi salón estarían Alejandra y sus secuaces pero ahí también estaba mi mochila y no iba a perder eso también el día de hoy ni permitir que la dañaran. Intenté abrir la puerta pero estaba atorada con algo, una voz de chica preguntó -quien eres?- nunca la había escuchado antes pero le contesté -Editt- la chica abrió la puerta lentamente y luego de ver que no venía armada me dejó entrar, ahí se congregaban ella y otros dos chicos muy serios del salón a quienes tampoco había escuchado hablar antes.
El salón estaba casi vacío de mochilas, suspiré de alivio cuando vi la mía aun en mi lugar, le di las gracias a mis compañeros y quise salir de inmediato pero comenzaron a hacerme preguntas sobre que sucedía afuera. Ninguno sabíamos como había empezado todo esto pero comenzaba a ser escalofriante, alcanzamos a ver por las ventanas algunas peleas a puños y tuvimos miedo de salir, también nos preguntábamos si habían llamado a la policía, aunque admitamoslo, ellos nunca están cuando se les necesita.
Las puertas de la escuela se abrieron ya no habían más globos y el paintball se había terminado también. Lo peor había pasado o eso pensábamos. Nos apresuramos hacia la puerta donde el director nos insistía que saliéramos a pelear fuera de la escuela. Y eso hicieron. Llenamos la calle en un gran circulo donde un par de chicos que según decían eran de primero y de segundo peleaban a golpe cerrado. La gritería de todos se apagó cuando entre luchas uno de ellos sacó una pistola y con el mango de ella golpeo al otro dejándolo desmayado y ensangrentado, al hacer esto aquel chico desapareció entre la multitud y los amigos de el chico golpeado lo rodearon para asegurarse que aun estuviera vivo, el resto de nosotros estábamos helados, que es lo que había pasado? Este chico pudo haber tirado un balazo en cualquier momento de entre todo el caos, había mas alumnos armados en la escuela?
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Mi mejor amiga Olivia
Fiksi RemajaEsta es la historia de una amistad que comenzó en la adolescencia, que superó muchas dificultades, pero el tiempo y la distancia en la adultez, serán motivo de perderla?