Encounter #36

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Mongirls: Lee Dior (Lee Min Hyuk), Chae Dodo (Chae Hyung Won)







Los dedos de la chica aterrizan con un cuidado casi exagerado sobre las teclas del piano. Ella se sienta sin prisas sobre su asiento frente al instrumento y varios de los mechones rosa oscuro de sus cabellos se deslizan por encima de sus hombros sin permiso, sin que ella le dé la más mínima importancia. Está más concentrada en otras cosas, ocupada en colocar el micrófono con el que cantará mientras toca.

Porque sabe que la atraerá como a un gato con una lata de atún cuando su voz se deje oír en el auditorio.

Y así sucede.

La melodía empieza de forma suave y de detrás del escenario aparece con la prisa que no ha empleado Dior en sentarse frente al piano, una preciosa Dodo descalza y andando de puntillas.

Se sube sobre el piano como si fuera un felino y se recuesta allí encima, queriendo escuchar más de cerca que nadie la forma preciosa en que esa chica canta, en que esa chica toca.

Sus ojos que se deslizan con rapidez hacia la cara de Dior y la contemplan con esmero y detalle. Tiene un par de piercings en la ceja izquierda; uno que cruza en horizontal la parte superior del puente de su nariz y uno en cada una de sus mejillas, esos que casi se pueden confundir con hoyuelos a veces. Sobre el centro de su labio superior hay una pequeña bola plateada. Tiene otra perforación también en el centro del labio inferior que permite ver ambos lados de la joya, dejando una bola sobre su labio inferior y otra debajo. Al lado izquierdo del inferior un aro y al derecho otro. Dodo, mirándole esos labios que lleva pintados con labial negro brillante, a veces piensa que podría confundir esos aros con colmillos y la mera idea le causa gracia. Sus ojos están maquillados de forma muy marcada, con sombra de ojos ahumada entre carbón y un rosa idéntico al de sus cabellos larguísimos que se deslizan hasta su cintura.

Dior es bonita al natural, pero es más bonita cuando es ella misma.

Sigue su escrutinio deslizando la vista hacia abajo y se sorprende al descubrir que la muchacha expone sin reparo su pecho completamente plano bajo una camisa fucsia desabrochada, esa que además se abre, porque la falda negra de cuero y con volantes que ha decidido ponerse Dior es alta y se ata bajo sus costillas.

Dodo lleva entonces la mano a su propio pecho que se esconde bajo un sujetador de encaje negro con transparencias, preguntándose si hará sentir incómoda o celosa a la chica si la mira. Ella no pretende hacer daño a Dior, casi se cuestiona si no debería haberse molestado al menos en ponerse una camiseta.

Pero Dior no se ha molestado en mirarla. Aunque Dodo sabe que la otra es más que consciente de que ella está allí y disfruta de su presencia a pesar de que haya seguido cantando como si nada. Y tan dulce es su voz que la más alta (y cómo le gusta a Dior que Dodo sea más alta, se siente menos incómoda cuando, por una vez, es más baja que otra mujer) no tarda en acomodarse más sobre lo que ha decidido que será su butaca de espectadora.

Tiene las mejores vistas, la mejor acústica.

Medio desnuda como se encuentra, en ropa interior de cintura para arriba y no más que una falda negra que le llega hasta la mitad de los muslos tapándole las piernas, sin medias, sin calcetines o zapatos, el invierno no importa, no importa si el frío intenta colarse por su piel pálida y cubierta de tatuajes, porque la calidez que emana Dior al tocar, Dior al cantar, es más que suficiente.

Desde allí solo le queda acomodarse con las piernas contra el pecho y cerrar los ojos, porque es la mejor forma de disfrutar de la actuación de Dior. Y sonríe oyendo su voz, agradeciendo al cielo que la cantante haya decidido no tratar de cambiar su voz para que suene más normativa, más femenina, porque su timbre natural de husky, tan único y tan tranquilizador, es lo único que Dodo desea escuchar por el resto de su vida.

Random System » MONSTA X. OneshotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora