Capítulo 17: Carnadas

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Me cuesta trabajo encontrarle sentido a los vaivenes que últimamente está dando mi vida. Hace unos días estaba en una plaza en Santa Fe, y la chica que menos pensaba que iba a entrar a mi vida, lo hace, causándome un tsunami de sentimientos y emociones.

Ahora estoy subiendo a un avión secreto en una pista secreta de una ciudad en Santa Cruz con un terrorista de alta gama siguiéndome los talones. Sin mencionar que el mundo sigue conmocionado y en pánico por las desapariciones de millones de personas, entre ellos... mis padres.

Comienzo a pensar en mis padres. Recuerdo sus palabras, sus formas de hablar, sus temperamentos, sus distintas formas de cocinar, sus distintas formas de enviarme a hacer un mandado. Sus voces, su forma de caminar... no puedo creer que esto esté pasando... los extraño demasiado viejos queridos.

Nada tiene sentido, nada es comprensible. Un sinsabor de emociones me inunda. No hay manera de traer a mis padres de vuelta conmigo y eso me mata. Sumado a la preocupación actual casi puedo decir que me siento nauseabundo.

El avión es pequeño. Aparte de los pilotos y de un par de agentes de seguridad, los tripulantes somos: Vanesa, Brenda, Érica, José, Leguizamón y yo.

—Pedirle que traigan a mi perro sería una locura ¿no?— le pregunto a Leguizamón quien está en el asiento detrás de mí. Él se da vuelta y me fulmina con una mirada muy fácil de interpretar.

Asiento con mi cabeza y vuelvo a mirar al frente. A mi lado se encuentra José, y a nuestra derecha, Brenda y Érica están sentadas juntas en los asientos separados a los nuestros.

Me doy vuelta y veo a José quien está totalmente rojo y con los ojos mojados.

—Jota...— digo impresionado dando un salto casi de susto al darme cuenta de su estado.—¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

—Sí, claro que estoy bien, no pasa nada.— responde tratando de sonar casual. Pero su cara lo delata.

—No parece ¿Te duele algo?

—¿Que pasa chicos? ¿Todo bien?— preguntan Brenda y Érica.

—A este le pasa algo.— respondo apuntándolo con el pulgar.

—¿Qué? No, a mí no me pasa nada estoy bien.

—¿Te duele la panza?— pregunta Érica preocupada.

—No, estoy bien, de verdad.— responde nervioso.

En ese momento, se escucha al piloto por los altavoces que tenemos arriba nuestro: "Por favor aseguren sus cinturones, estamos a punto de despegar"

José desesperadísimo, asegura su cinturón y comienza a respirar agitado. Ahí exactamente fue cuando me di cuenta de que le pasaba.

—Jota ¿Tenés miedo a volar?

—¿Qué? Pero de que hablás, nada que ver.— contesta y me hace una seña de silencio, él no quería que Érica escuche esto, pero había sido demasiado tarde.

—¿Nunca te subiste a un avión?— pregunta la niña de baja estatura.

—Pero claro que me he subido a un avión, lo hago todo el tiempo nena.— contesta y la nave inicia su proceso de vuelo, tomando velocidad en la pista, lo cual produce que se agarre fuertemente de los apoya brazos y se tire para atrás. Ya me estaba empezando a causar gracia.

—José tranquilo, no va a pasar nada.— Brenda también intenta calmarlo.

—¡Pero si yo estoy tranquilo!— responde casi gritando y en ese momento el Avión comienza a elevarse.

En el mismo momento en que este se elevaba, José empezó a gritar y cada vez más fuerte, yo no aguanté más y empecé reírme a carcajadas, por ende también las chicas. Leguizamón y Vanesa nos miraban como si fuéramos unos anormales. Los gritos de Jota mezclados con mis carcajadas continuaron hasta que la nave se estabilizó en el aire.

Las Crónicas del Rapto [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora