Capítulo 19: Inesperado Escondite

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—Ahora Vane ¡Pará!— grita Brenda en respuesta.

—¿Qué carajo hacemos?— pregunta José histeriqueando entre dientes.

—¡Escóndanse rápido!— responde Érica en voz baja.

José se tira automáticamente debajo de la cama. Yo me pongo nervioso y no sé dónde ir, hasta que, de pronto, Brenda agarra mi mano y me mete a una especie de closet o ropero grande con muchos hoyos pequeños. Lo raro de esto, es que ella se mete al mueble conmigo adentro.

—Shhh— me hace despacio con un dedo en la boca mientras oímos a Vanesa pasar y hablar con Érica.

—Estamos algo apretados acá.— digo dándome cuenta de lo cerca que estamos, lo cual me pone la piel de gallina.

Literalmente estamos demasiado cerca, nunca la había tenido así de cerca. Todas las partes de nuestros cuerpos están en contacto, nuestros pies, piernas, caderas, estómagos, pechos y rostros. El corazón me late tan fuerte que creo que va a reventar.

—Sí, perdón que te metí así. No sabía qué hacer.— hablamos tan bajo que tenemos que acercarnos aun más al oído del otro para poder oírnos bien.

—No, está bien, no te preocupes.— trato de sonar tranquilo, de verdad que trato.

—¿Te puedo preguntar algo?— la curiosidad se percibe en su pregunta.

—Sí, decíme.

—¿Estás de novio? ¿Con Juliana?— no esperaba esa pregunta ni en un millón de años.

—Eh... ¿Juliana Vargas?

—Sí, me dijeron que salías con ella.

—No, nunca salí con ella. Sí gustaba de mí, pero no era mutuo. Menos después de lo que pasó cuando éramos chicos.

—Ella te había empujado al barro ¿no?— pregunta haciendo un gesto de condescendencia. Se filtra un poco de luz por la puerta porque tiene muchos agujeros y me encanta verla así.

—Sí, fue a la salida de la escuela en tercero. Fue muy vergonzoso.— digo largando una pequeña risa nerviosa, lo que es demasiado considerando que la chica de la que estoy enamorado me acaba de hacer recordar uno de los momentos más horribles y vergonzosos de mi vida.

—Me acuerdo, esa mina siempre me cayó rre mal... ¿te molestó que te hablara de Diego el otro día?

—No.— contesto rápidamente, casi como un impulso. Si lo pienso demasiado se va a dar cuenta de que sí, absolutamente me molestó que me hable de Diego y que después se fuera siendo una egoísta a mi modo de ver. Pero eso pesa tan poco teniéndola tan cerca.

—¿Qué te pasa? Estás temblando.

—Creo que tengo frío.— respondo con voz titubeante.

—Abrazáme entonces.— dice y envuelve mi espalda con sus brazos y yo hago lo mismo. Siento que el corazón me va a explotar, es una emoción muy fuerte. No quiero que esto se acabe nunca. Quiero quedarme en este pequeño ropero para toda la vida.

Mi nariz huele su pelo húmedo mientras mi mejilla se apoya en su sien. Siento casi toda su espalda y siento que estamos tan cerca que algo puede pasar, algo que...

Inesperadamente, las puertas del ropero se abren de forma brusca, nos despegamos rápido del abrazo y vemos a José y Érica mirándonos con sonrisas histéricas.

—¿Qué onda guacho?— pregunta Jota mostrando todos los dientes.

—¿Ya se fue Vanesa?— pregunto nervioso.

Las Crónicas del Rapto [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora