Capítulo 24: Veritas

64 6 3
                                    

Estoy decidido a ir tras él, no me importa que me encuentren, no me importa que me hagan algo, es mi hermano y quiero verlo, tengo todo el derecho del mundo a verlo. Le di demasiado de mí a esta gente. Me pongo un pulóver negro con capucha y salgo por la ventana.

Bajo por un tubo que se extiende al lado de nuestra ventana, me cuesta ya que tengo dolores musculares en todo el cuerpo, pero logro llegar hasta el techo del estacionamiento, uso la oscuridad de la noche para ocultarme y desciendo hacia el estacionamiento del hotel, unos guardias pasan cerca mío, me cubro detrás de un auto, cuando ellos pasan, salgo por el portón, gracias a Dios no había nadie más.

Ya me encuentro en la calle, hay mucha gente, veo muchos rostros desconocidos, nadie de ellos es Andrés. Comienzo a buscar, a moverme entre ellos y por fin veo a alguien conocido, creo que es él.

—¿Andrés?— le toco el hombro. No es él. El hombre me mira con confusión, le pido disculpas y luego se va sin decir nada.

En ese momento me pregunté qué estaba haciendo. Pero ya que estoy acá, no voy a volver al cuartel, voy a hacer algo por mí... buscar a Andrés.

Sigo caminando por la vereda del centro y me encuentro un locutorio, busco mi apellido en la guía, salen muchísimos, pero solo siete con el mismo nombre. No es el primero, ni el segundo, acierto en el quinto número, escucho su tono de voz, sé que es él y sé que puedo escuchar a mi sobrina de fondo, le corto enseguida, no quiero hablar con él por teléfono teniéndolo tan cerca. Me fijo en la dirección y voy a tomarme un remís para llegar ahí.

Ya estoy afuera, veo un portón, de fondo un departamento chico y pegado a él, una casa de dos pisos, afuera hay un labrador durmiendo, entro despacio y no se despierta, me dirijo hacia la casa de dos pisos. Toco la puerta, una niña pequeña me atiende, es mi sobrina, Karen.

—Hola— dice con una vocecita suave y aguda.

—Hola Karen ¿Te acordás de mí?— me saco la capucha y me agacho para estar a su altura.

—¿Sos mi tío Maxi?— pregunta confundida y al fruncir el ceño me muero de ternura por ella.

—Si enana ¿Me das un abrazo?— ella me abraza fuerte.

—¿Por qué estás tan feo tío?— pregunta y yo me río. Debe estar confundida por la demacración de mi cara.

—¿Karen quién es?— aparece Natalia, la mujer de mi hermano.—¿Quién es usted? ¿Qué quiere?— interroga agresivamente.

—Así que no reconocés a tu único cuñado... qué lindo lo tuyo...

—¿Maxi? ¡No lo puedo creer!— me abraza fuertemente.—Pasá por favor.—me hace entrar a la casa que siempre quise conocer.—¿Qué te pasó en la cara? ¿Te peleaste?

—Es una larga historia Nati ¿Dónde está An...— soy interrumpido por el sonido de la puerta, Andrés entra, había esperado tanto por este momento.

A mi mente vuelven imágenes del día en que se fue de casa. Nos abrazamos fuerte y apenas puedo contener el caudal de lágrimas, es demasiada emoción.

—Por fin llegaste hermano.— me dice emocionado.

Al rato me encontraba con ellos, cenando y charlando sobre sus vidas, me llamaba la atención que Andrés no me preguntara por papá y mamá, pero igualmente no quería sacar a flote el tema. Comimos un guiso de lentejas riquísimo que Natalia preparó. Hablamos sobre el trabajo de Andrés, sobre los estudios de Natalia y sobre el cumpleaños pasado de Karen, el que no presencié, solo llamé, quería venir pero la familia estaba pasando momentos financieros difíciles.

La cena fue hermosa. Luego, al terminar, Andrés me lleva afuera para conversar.

—Nunca creí que fueras a aparecer, pensé que me guardabas mucho rencor.— me dice mientras prende un cigarro.

Las Crónicas del Rapto [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora