Yo te ví en un tren (C.R.O - Cazzu)

La llamada

Estoy seguro de que si alguien en este momento se tomara el trabajo de contar la cantidad de personas que alberga este tren, llenariamos la cancha de Vélez.

Lo más increible es que entre tantas personas, ella resaltaba. Y no es que yo sea un psicópata que se pasa las mañanas acosando con la mirada pero esta mujer tenía un ángel especial que hacía que no pueda parar de observarla.

La morocha se encontraba parada en el medio del vagón, a unos 8 metros de mí que aún no podía pasar entre tanta gente. Tenía el celular entre sus manos y no paraba de escribir en él. Seguramente tiene algún amor, es que era imposible que nadie este interesado en ella. Quizás la idea de acercarme a hablarle no sea demasiado buena.

El tren estaba llegando a la estación Boulogne y cada vez viajabamos más apretados. Mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo derecho, incomodamente lo saque y atendi el llamado.

- ¿Dónde estás pibe? - dijo bastante descortezmente mi jefe
- Pasando Boulogne, hubo un accidente - respondí con fastidio
- Apurate que te necesito aca ya - ordenó y luego cortó el teléfono.

Quiero pensar que es un tipo algo despistado y creé que yo soy el maquinista del tren y puedo acelerarlo a mi gusto. Es eso o simplemente es un forro.
La segunda opción me parece más correcta. Todavía no llegué al trabajo y mi jefe ya me esta arruinando el día.

Llegamos a Villa Adelina y el tren comienza a vaciarse un poco, lo suficiente como para que pueda adentrarme un poco más al centro del vagón.
Miro a mi alrededor y la morocha no esta. Probablemente se bajo mientras atendía el llamado del pelotudo de mi jefe. Ahora si que el viaje sería una mierda.
Saque mi celular y puse mis auriculares, la música sería mi mejor distracción.
Abro mi playlist y seleccionó "Mientras fumo" de Mike Southside y Franky Style.
En el instante que estoy por apretar play, la misma canción comienza a sonar en el altavoz del celular de algún pasajero. Giro mi cabeza en dirección hacia donde proviene el sonido y veo a la hermosa morocha sentada hurgando en su pequeña mochila.

¿Cuántas posibilidades hay de que me mande a la mierda si me acerco a hablarle?

Además de ser hermosa compartía mi gusto musical. Sólo faltaba que tome fernet y fume porro, ahí ya nos podríamos casar.

La joven atendió el llamado rápidamente, al cabo de unos segundos su dulce voz comenzó a quebrarse, sus profundos ojos marrones se aguaron y sus manos comenzaron a temblar. Ese llamado parecía haber roto algo dentro de ella. La gente la miraba con indiferencia, es decir como suelen mirar al dolor ajeno. Yo en cambio sentía la necesidad de abrazarla, no sabía ni quien era ni que le pasaba pero me era imposible no compadecerme frente a su fragilidad.

El tren frenó en la estación Aristobulo del Valle, la morocha se paró rápidamente aún con sus ojos llorosos y bajó del tren sin importarle empujar a unas cuantas personas en el camino, incluyendome.

Yo estaba llegando bastante tarde al trabajo, el cuál odiaba y necesitaba a la vez. La verdad es que en ese momento no me importó más nada y decidí que lo mejor era bajar tras ella. Más allá de que me pareciera hermosa, era una persona y quizás necesitaba de mi ayuda.