Lucas

1K 92 15
                                    

Camino hacia el baño bostezando, quisiera seguir durmiendo pero las malditas obligaciones me lo impiden.
Lavo mi cara y mis dientes frente al espejo, clavo mis cortas uñas en la palma de mi mano tratando de aguantar la irresistible necesidad de rascar mi tatuaje más reciente.
Abro el cajón que se encuentra debajo de la pileta y lo revuelvo en busca de una crema con vitamina A que alivie la picazon.

El cajón esta repleto de labiales, lápices y sombras, entre ellos tomo un pomo de algo que parecería ser una crema. No estoy seguro de si tiene vitamina A pero peor es nada.

La estoy por aplicar directamente sobre el tatuaje de mi mandibula hasta que el grito ensordecedor de Julieta me hace pegar un salto.

-¡Nooooo! ¿Qué haces estas loco?- exclama arrancando el pomo de mis manos.

-Bue ¿no puedo usar tus cremas? Me pica- respondí señalando mi tatuaje.

-¿Cuál crema? Es mi pegamento para pestañas boludo- dijo golpeando su frente- ¿Queres que se te caiga la cara?

-Uh, yo que sabia parece un pomito de crema. Tenes una banda de cosas acá.

-Bueno pero no es, tenes que preguntarme antes- dijo sacando un pote de crema dentro de un pequeño botiquín.

Julieta se acercó y comenzó a colocar delicadamente la crema sobre el tatuaje de mi mandíbula.
Su rostro estaba a centimentros de mi, su boca levemente abierta y su mirada concentrada en desparramar de manera pareja la crema.

Yo la miro tan deslumbrado como la primera vez que la vi, cada parte de ella me sigue pareciendo perfectamente diseñada. Supongo que cada vez soy más obvio en mi fascinación ya que ella sonríe ante mi cara y deposita un tierno beso en la punta de mi nariz.

-Deja de mirarme así que me vas a obligar a quedarme acá con vos para siempre- rió.

-Entonces quedemonos- dije abrazando su cintura.

-No, vos tenes que ir a trabajar en un rato y yo ya estoy llegando tarde a la facultad.

La morocha me obsequió un dulce beso de despedida mientras colocaba su mochila de Sailoor Moon.

-A la tarde te espero, no te olvides de dejar la llave en la maceta antes de irte- gritó saliendo de su departamento.

-Dale hermosa, nos vemos a la tarde. Suerte en el examen.

Reí al pensar que después de ese grito absolutamente todo el edificio se entero de donde escondemos la llave.
Esta chica dejo la discreción olvidada en la cama.

La jornada laboral pasó lenta, entre polvo de ladrillos y la mala onda de Horacio.
Para mi fortuna, Bruno no estuvo en todo el día, falta muy poco para que terminemos la edificación en su casa.
Lo cual significa que no voy a volver a ver su cara nunca más. Eso me alegra mucho.

Al finalizar fui a bañarme en mi casa, estoy ansioso por verla. Me acostumbre tanto a tenerla cerca que pase el día contando los minutos para volver a su casa.

Mi madre grita y se queja, odia la idea de que pase tanto tiempo con Julieta. Yo la ignoro, se que le preocupa lo que va a decir mi jefe cuando se entere pero ni siquiera se esfuerza por conocerla y comprender mis motivos.

Salgo como una bala, quiero llegar rápido, ver su sonrisa, escuchar su voz, saber como le fue en su examen, quiero todo de ella.

Toco timbre y aguardo, nadie atiende. Una vez, dos veces, tres veces.
Reviso la maceta y la llave no esta, comienzo a inquietarme. ¿Dónde estará?
Llamo a su celular y escucho que suena dentro del departamento.
Vuelvo a tocar timbre, escucho los pasos detrás de la puerta y esta vez se abre dejándome ver a la morocha.

Yo te ví en un tren (C.R.O - Cazzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora