Mi don

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Ella ríe, ríe marcando esos lindos hoyuelos que dañan mi salud mental. Su risa es música para mis oídos, sus ojos achinados me dejan al borde de la tentación.
Pero no ríe conmigo, ríe junto a alguien más. Yo sólo tengo que conformarme con mirarla desde la barra y no soy el único. Es que como es habitual ella se roba todas las miradas.
Aunque la mía es diferente, estoy seguro de que ninguno de todos los que la miran en este bar pueden notar que recientemente corto su cabello y es que no es algo evidente. Apenas unos centímetros menos. Tampoco puden ver esa pequeña alergia que decora uno de sus tatuajes más pequeños. Ella es hermosa hasta en los detalles más insignificantes, pero los que hacen la diferencia.
Ella es hermosa, por el simple hecho de ser ella.

-Deja de mirarla, la vas a ojear- comenta Franky sentandose junto a mí.

-¿Quién es ese cheto?- pregunto sin despegar mi mirada.

-¿Eso importa?- pregunta esperando mi respuesta que nunca llega- No quiere saber nada con vos, ya fue dejala que haga lo que quiera.

-Ese pibe no es para ella ni para este lugar- respondí ignorando su consejo.

-¿Y vos si sos para ella? Dale cenfe, esta lleno de minas el bar. Disfruta un poco, Cazzu ya tiene compañia.

Hago fondo blanco al vaso de fernet. Atorando mi garganta con alcohol.

-No se, por ahí tenes razón- respondí encogiendo mis hombros.

-Más vale que tengo razón- rió mi amigo.

La noche transcurría con normalidad mientras incorporabamos más y más alcohol a nuestros cuerpos.
Las pastillas salieron del bolsillo de Franky y nuestra ronda de amigos se hizo más grande junto a la barra.

Yo tomé la iniciativa, saqué las pastillas del blister y comencé a disolverlas dentro de la jarra de fernet.

Tan cuidadosamente como si el intoxicarme se tratase de un arte. Como si esas pastillas fueran las únicas capaces de salvar la noche.

Apoyé la jarra sobre la barra y al mirar hacia mi derecha Julieta me observaba atentamente.
Ella acortó los pocos metros que nos separaban acercandose a mí. Tenerla cerca es una bendición.

-¿Por qué te haces eso?- preguntó con intriga y lástima.

-¿Qué cosa?- retruque sin entender.

Su mirada se direcciono a la jarra que envolvía celosamente con mis manos. El elixir que me hacía sentir vivo por un rato.

-¿Me vas a decir que nunca probaste?- pregunté alzando una ceja.

-Si pero ya no. Y vos deberías hacer lo mismo, por tu bien- respondió con su mirada tan comprensiva.

¿Cómo puede ser así de amable conmigo después de que me comporte como un pelotudo? Ella no es de este mundo.

-Lo necesito para despejarme, me da placer.

-Si, lo se. ¿Pero a qué precio?- respondió con una tierna sonrisa.

-¿Por qué me decís estas cosas?

-No se, últimamente me molesta ver gente que se daña sola habiendo tantos que darían cualquier cosa por tener un cuerpo sano.

Su rostro se nublo y entendí perfectamente de lo que hablaba. Tomé su mano que se encontraba reposando sobre la barra y suavemente la acaricie. Como intentando transmitir calma.

La morocha sonrió e inmediatamente encendió un cigarrillo.

-Perdón, habló mucho de dañarse pero yo fumo cada cinco minutos y cada vez más.

-Calmas la ansiedad, a mi me pasa lo mismo con esto- respondí revolviendo la jarra de fernet.

-Deberiamos encontrar mejores formas de calmarla.

-Yo creo que ya la encontre, pero lo arruine. Como siempre.

Julieta brindó una tímida sonrisa, sabe que me refiero a ella.
De pronto una mano se posiciona en su cintura interrumpiendonos.
El cheto de camisa y pantalón de vestir no combina ni un poco con Julieta y sus tatuajes. Dí un trago profundo a la mezcla de fernet, coca y pastillas.

-Bruno, te presento a C.r.o.

-¿C.r.o? ¿Eso es un apodo?- preguntó sin entender.

-No, mi vieja es rapera y se le ocurrió ponerme un aka en vez de un nombre- ironice.

-¿Posta tu vieja es rapera?- preguntó impresionado.

Ah es más pelotudo de lo que pensaba. Mis ojos se juntaron con los de Julieta y ambos soltamos carcajadas en complicidad.
Por fin ríe junto a mí.

-No Bru, se llama Tomás pero le dicen C.r.o.- le explicó la morocha- Bruno llego hace unos días de Europa- me comentó con una sonrisa en su rostro.

-Ah ¿y lo trajiste para que lo robemos o que?- pregunté observando intimidante su reloj dorado.

-Alto reloj tenes wacho- se entrometio Franky que al parecer estaba escuchando la conversación- ¿Cuánto nos dan por este Cenfe?- preguntó tocandolo e intimidando cada vez más a Bruno.

-Alto negocio hacemos por ese reloj.

La piel del cheto se ponía cada vez más palida y ya no sonreía.

-No les hagas caso, ya se les subió al cerebro esa porquería- respondió Julieta mirandonos mal y señalando la jarra.

-¿Nos vamos Juli?- pregunta Bruno un poco nervioso.

-Si, esta bien. Si queres esperame en el auto yo voy al baño.

-No tardes.

-Chau Brunito- dije sarcástico.

-Tene cuidado capo que el barrio esta picante y ella es intocable, pero vos no- comentó Franky con una risa amenazadora.

Bruno salió del bar con cara de espanto e inmediatamente comenzamos a reir con Franky mientras chocabamos nuestras manos en señal de triunfo.

-Son dos pelotudos. No fue gracioso lo que hicieron.

-No le hicimos nada. Es medio cagon tu amiguito- respondió Franky.

-No es cagon. Pasa que no esta acostumbrado a esto. Él es de otro ambiente.

-Es un chetito bobo, no entiendo que haces con él. No tiene nada que ver ni con vos ni con el lugar- respondí.

-C.r.o tiene razón- me apoyo Franky.

-Yo no les pedí opinión. Y vos Tomás sos el menos indicado para decirle bobo a alguien.

-Bue amiga tampoco lo trates de bobo al Cenfe.

-Vos callate que también sos un gil.

-¿Tanto te vas a calentar? Tu amigo se regalo para el descanso, tampoco fue para tanto. Que se joda por bobo- dije dando otro trago a la jarra.

-Y seguís con lo de bobo eh. Sabes que vas a tener que acostumbrarte a ver bastante seguido a ese bobo.

-¿Y eso por qué?- pregunté sin entender.

-Bruno es el hijo de Eleonor, la dueña de la casa donde trabajas. Acabas de hacerte el piola con tu patrón- respondió Julieta- ¿Será posible que siempre cagues todo? Me voy que me esta esperando.

Julieta se marchó para subirse al auto importado que la esperaba en la puerta del bar.
No puedo echarle la culpa al alcohol ni a las drogas, es simplemente un don natural para arruinar las cosas.


Yo te ví en un tren (C.R.O - Cazzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora