El robo

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Fue grande el alivio que sentí al bajar del tren y sentir un poco de aire en mi rostro. Si es que a eso se le puede llamar aire. Era un típico día caluroso y húmedo en Buenos Aires, el Sol se encontraba oculto bajo un manto de nubes que pronostican una lluvia.
Lluvia que nunca llegaba, haciendonos sufrir la humedad y pesadez del ambiente.

Mire hacía ambos lados del andén y a mi derecha pude observar a la morocha sentada en el suelo con su mochila al lado, su rostro se encontraba igual de nublado que el día. Encendi un cigarrillo y comencé a acercarme despacio repitiendo en mi cabeza las palabras que debía decir. Quizás un: Hola ¿estas bien? ¿puedo ayudarte en algo?

Un pibe de no más de 17 años pasa corriendo en mi misma dirección sacandome de mis pensamientos. Mi cerebro no llegó a reaccionar y en menos de un segundo el wacho ya le arrebató la mochila a la chica.

Ella se paró rápidamente y comenzó a correr tras él insultandolo. Yo hice lo mismo.
Lamentablemente el pibe corre mucho más rápido que nosotros y se pierde entre la gente.

- ¡No! la concha de la lora, pendejo del orto ¡¿que más me va a pasar hoy?! - escupe la morocha agarrándose la cabeza.
- ¿Estás bien?- interrogo ganandome el premio a la pregunta más boluda del año. -Perdón, que pregunta boluda, es obvio que no- me corrijo.
- Esta bien, gracias. No la verdad que es un día de mierda- dice un poco más serena sentándose en el suelo otra vez.
- ¿Necesitas que te ayude con algo? ¿O querés que llame a alguien?- pregunté sentandome frente a ella.
-No, te agradezco. Por suerte no tenía el celular en la mochila- dice sacandolo de su bolsillo trasero. -Si te voy a pedir un pucho- expresa mirando el cigarrillo en mi mano.
-Si, más vale- contesto sacando rápidamente la caja de cigarrillos y el encendedor de mi mochila.

No puedo dejar de observarla mientras intenta encender el cigarrillo. Por dios, esta mujer es preciosa desde todos los ángulos.

-Gracias- me dice devolviendome el encendedor.
-De nada. ¿Y sos de por acá?- preguntó intentando sacar tema de conversación.
-No, estaba yendo a Retiro pero tuve que bajar- respondió sin dar demasiadas explicaciones. -¿Vos? ¿Sos de acá o venís a trabajar?- preguntó observando mi ropa de trabajo.
-No, yo tambien iba a Retiro pero tuve que bajar. Trabajo en Capital en la construcción ¿Vos ibas a trabajar?- pregunté tirando el cigarrillo que se había consumido solo.
-No, iba a encontrarme con mi viejo. Pero bueno surgió un problema y tuve que bajar. No me dijiste tu nombre- interroga expulsando el humo.
-Tomás, pero me dicen C.R.O. ¿Vos sos?- pregunte con una sonrisa.
-¿C.R.O? Que lindo apodo- sonríe haciendo que se formen oyuelos en sus mejillas. Ahora si, creo que me enamoré. -Yo me llamo Julieta- responde.
-¿Julieta? Bueno si queres me puedo llamar Romeo- Respondí arrepintiendome al instante. ¡Que chiste de viejo pajero acabo de hacer por dios! Esta mujer me esta poniendo pelotudo. Afortunadamente ella se rió.
-Ah bue ¿esos comentarios funcionan con alguien?- preguntó divertida.
-No sé, no suelo decir esas giladas- contesté riendo.

En ese instante, mi celular comienza a  vibrar. Miro la pantalla, mi jefe. Me debe estar esperando hace rato. Atiendo la llamada listo para comerme todas las puteadas.
-¿Se puede saber donde mierda te metiste pendejo? Hace 1 hora que tendrías que haber llegado- grita al otro lado del teléfono.
-Tuve un inconveniente, no voy a llegar a trabajar. Disculpe Horacio- respondo lo más sereno que puedo.
-¿Y recién ahora me lo decís negro de mierda? A mi me chupa un huevo donde te estes drogando te quiero acá ya.- exige a los gritos.
-Ya le dije que tuve un inconveniente y no voy a poder ir. Yo le estoy hablando bien, no me falte el respeto.- respondo con bronca.
-Pero andate a la concha de tu hermana pendejo de mierda- se escucha antes de que mi jefe corte el telefono.

-¡Pero que viejo de mierda!- dije mirando el celular.
-¿Tu jefe?- preguntó Julieta.
-Si, Horacio, un viejo hijo de mil puta explotador. A veces te juro que deseo que se caiga del andamio y se rompa un brazo. A ver si así aprende a no ser tan forro.- Respondí con mucho enojo.
-¿Horacio? ¿Horacio Cazzuchelli?- preguntó con la mirada inmóvil.
-Si...- contesté sorprendido.
-Es mi papá.- expresó con su rostro nublado.

Yo te ví en un tren (C.R.O - Cazzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora