¿Merendamos?

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Agustín la abraza por encima de los hombros mientras le agradece de todas las maneras posibles.

Es la primera vez que veo a Horacio dar marcha atrás y está devastado. Es como si no soportara la idea de perder y sólo ella pudo lograrlo.

El padre insulta al aire e ingresa nuevamente a la casa, seguido por Bruno que parece compadecerse por él.
Agustín no suelta a Julieta y creo que la va a asfixiar, hago seña a espaldas de ella para que nos deje solos.
Mi compañero se retira del lugar agradeciendo otra vez y ella sonríe.

-Sos hermosa- pensé en voz alta.

-¿Y eso que fue?- rió.

-La verdad, lo que hiciste recién te hace la más hermosa. Gracias por eso, Agustín necesita el trabajo.

-Mi papá es cruel pero hablemos de otra cosa. ¿Qué me querías decir?

-¿Cómo está tu hermano? ¿cómo estás vos?

-Bien, estamos bien. ¿Por qué me preguntas eso?- preguntó confundida.

-Porque estuviste toda la tarde con el cheto y no fue capaz de preguntarte ni una sola vez por tus cosas.

-Ay Tomás no hables así de Bruno.

-Esta bien no digo nada. ¿Venis a casa? Te invito a merendar.

-No puedo. Bruno ya me invitó.

-¿Qué le ves a ese chabon? No tiene ni una cosa en común con vos.

Antes de que Julieta pudiera responder Bruno y Horacio salieron al parque.

-Linda, vamos adentro así merendamos los tres.

-¿Qué decís Bruno? Yo no pienso merendar con este señor- respondió la morocha mirando de reojo a su padre.

-Julieta no hables así de tu papá.

-Dejala si yo no crié una hija, crié mierda.

-Tan mierda como vos no creo.

-Basta Julieta, no le hables así- exigió Bruno.

-¿Y él me puede decir cualquier cosa?- respondió enojada- Vamos Tomás, vamos a merendar.

Salimos de la lujosa casa frente a la mirada de repudio de los dos presentes.

Ella es suave y guerrera, dulce y provocativa, amable y sarcástica, la perfecta combinación de dos mundos.
Su compañia augura una tarde mágica para mi mediocre vida.

En casa me baño lo más rápido posible, sacando el polvo de una jornada laboral, tratando de no desperdiciar los segundos.

Ella me espera con una sonrisa y el mate listo, quisiera que fuera para siempre así. Quisiera que esta merienda sea eterna.
Tomo uno de sus mates mientras ato los cordones de mis vans negras. Julieta me observa, me analiza con su mirada, duda unos segundos y por fin habla.

-Te queda bien el pelo mojado, me gusta- expresa como si no hubiese podido guardar esa confesión.

-A mi me gustas vos- retruco mientras termino el moño en las zapatillas.

Yo te ví en un tren (C.R.O - Cazzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora