01. Robots - pjm

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Mimos desnudos


Acabo de salir del trabajo, ¿puedo ir a tu casa?

18:03

Mejor otro día, tengo la regla.

18:05

Dejo el móvil tirado en la cama mientras intento que mi cuerpo se haga todavía más pequeñito. Malditos ovarios. Debería estar acostumbrada a que cada mes una horda de robots con cuchillos en sus brazos se instale en mis ovarios para iniciar la tortura que me hace sangrar por la vagina. Pero una nunca se acostumbra al dolor, solo espera que las pastillas lo mitiguen pronto. Y hoy no está siendo el caso.

Me hubiese gustado decirle a Jimin que se pasase por mi casa para una noche de sexo desenfrenado, pero mi cuerpo tiene otros planes. Y ni si quiera la visión de un Park Jimin desnudo es capaz de calentarme lo suficiente para quitarme el dolor.

Miro la pantalla del móvil cuando se ilumina, esperando que Jimin me haya respondido, pero lo único que recibo es una alerta de la app del Burger King. Maravilloso día para pedirse un Whopper. Claro, eso si tuviera las fuerzas suficientes para abrir al repartidor cuando llegase.

Evidentemente, Burger King es el único que ve una oportunidad en que tenga la regla (porque, de algún modo, sabe que me comería una vaca si tuviese la fuerza suficiente). Para mi relación con Jimin solo es un inconveniente, dado que sólo nos vemos para tener sexo. Aunque a Jimin nunca le ha importado hacerlo con la regla, hay una especie de contrato no escrito entre nosotros que implica que, si no va a haber sexo, no tenemos por qué vernos. Y en mi mensaje he dejado claro que no va a haberlo.

Es mucho más fácil así. Si no hay sentimientos, no hay complicaciones.

Si no hay ataduras, te evitas las lágrimas y el dolor de la ruptura cuando tu novio te engaña con tu mejor amiga. Y sin el dolor, sólo queda disfrutar del placer.

Por eso, cuando conocí al chico del pelo naranja eléctrico, no quise que se hiciera ninguna ilusión conmigo. Solo sexo durante una noche y los dos tendríamos lo que queríamos. Aunque al final todo se me fue un poco de las manos. Y una noche, casi sin poder evitarlo, le llamé para repetirlo. Y así una y otra vez. Hasta que él a veces se atrevía, como hoy, a pedírmelo. Claro que nunca eran tan directo como yo, nunca me decía que quería acostarse conmigo.

Jimin nunca me dijo que no, y yo tampoco me negaba a sus peticiones. Hasta hoy. En realidad, si no fuera porque tengo ganas de arrancarme los ovarios, le hubiese dicho que sí, sin lugar a dudas.

Por eso tampoco me extraña que no me haya respondido a mi mensaje. Le he dicho que no, ¿verdad? Sin embargo, lo que sí me extraña es que, mientras estoy retorciéndome en mi propio dolor, arropada con mi manta de punto, suene el timbre.

¿Ha aprendido Burger King a leer mis pensamientos y me trae un menú extragrande de Whopper? Por mucho que me duela, tengo que ir a comprobar si mis sueños se han hecho realidad.

Pero cuando abro la puerta no me encuentro al repartidor de la franquicia, sino a una cabellera naranja con una bolsa de mi restaurante favorito de jajangmyeon en la mano y una sonrisa en la cara.

Y la verdad es que no puedo evitar sentir un poco de vergüenza porque él está jodidamente espectacular con su chaqueta de cuero azul eléctrico y una camiseta blanca, y yo debo de parecer recién salida de The Walking Dead.

—¿Qué haces aquí, Jimin? —le pregunto. Y aunque ni si quiera he mostrado alegría (a pesar de que algo se ha removido en mi interior cuando le he visto aparecer), él no abandona su sonrisa.

Love, Smut & Tears - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora