13. Grietas - pjm

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Soft sex

"Te quiero, pero...". "Eres mona, pero...". "Ha sido bonito". "Ya no siento lo mismo".

He perdido la cuenta de los rechazos y de las heridas que han abierto en mi pecho. La inseguridad que han generado. Lo que me hacen sentir cada día, cuando los recuerdo.

He perdido la cuenta de mis ex, de sus nombres y del tiempo que estuvimos juntos. Lo único que tengo claro es la razón por la que entré en relaciones que sabía que iban a acabar en fracaso. Por qué acabé atándome a personas que no significaban nada, y esa razón tiene nombre y apellido: Park Jimin.

Jimin ha sido mi amigo toda la vida, desde que nuestras madres decidieron dejarnos en la misma guardería. Nosotros éramos demasiado pequeños para saber si queríamos ser amigos o no, pero supongo que nuestras madres decidieron por nosotros y, con su amistad, creció la nuestra. Jimin se convirtió en mi compañero de juegos cuando era una niña, el hombro en el que llorar cuando me dejó mi primer novio y esa cena de celebración cuando conseguí mi primer trabajo. Es la persona que ha estado en los momentos más importantes de mi vida y, después del desfile de parejas que he cosechado, también sé que es el hombre de mi vida.

Pero me di cuenta demasiado tarde de mis sentimientos. Cuando Jimin tuvo su primera novia, una chica extranjera con muchas tetas que siempre me cayó mal, sentí una presión en el pecho que no se me fue hasta que lloré desconsoladamente toda la tarde. Debería estar feliz, por él y por mí, porque yo también tenía novio entonces. Pero no lo estaba. Y cuando me di cuenta de lo que pasaba, no tuve el valor de decírselo.

Tampoco lo hice después, cuando dejé a mi primer novio y me refugié en los brazos de otro chico que pudiera llenar el vacío que me dejaba Jimin cada vez que me alejaba de él. Ni cuando él abandonó a la rubia teñida y se quedó soltero durante un tiempo que me pareció demasiado para ser Park Jimin.

Le llamaba cada vez que rompía con alguien para que me abrazara mientras yo lloraba por él. Por no tener el valor de confesarle mis sentimientos. Por no poder sentir por nadie más lo que sentía por él.

Aunque claro, él tampoco lo hizo. Y su silencio me generaba más inseguridad, más ganas de tragármelo todo hasta explotar.

Ahora supongo que me he acostumbrado a encadenar fracasos y ser una cobarde. Pero sigo necesitándole, desesperadamente. Aunque solo sea como un amigo.

—¿Jae? ¿Estás bien? —pregunta, al otro lado de la línea. Tiene la voz ronca, y sé que es bastante probable que acabe de despertarle. Porque, aunque no es muy tarde, Jimin suele irse pronto a la cama para dormir el tiempo suficiente antes de irse a trabajar.

—Yo... Perdona, no me he dado cuenta de las horas que son —confieso, sorbiéndome los mocos inconscientemente— Mañana hablamos, ¿vale?

—¿Es por Mark? —pregunta. Pero yo no digo nada, porque es por él, pero no exactamente—. ¿Estás en casa? Voy para allá.

—Jimin, no te preocupes, puedo llamarte mañ....

—Espérame, no tardo —dice, decidido. Y yo suspiro, frustrada.

¿Por qué soy tan jodidamente egoísta? ¿Por qué no puedo, simplemente, dejar de llamarle cada vez que le necesito? Porque no es justo, ni para él ni para mí.

Pero como Jimin ha dicho que venía a casa y yo todavía estoy a un par de calles de distancia, me doy prisa. Jimin vive en el edificio de enfrente, así que siempre que he tenido una de mis crisis amorosas, se plantaba en la puerta de mi apartamento en unos dos minutos. Yo estoy al menos a cinco, así que intento no ahogarme con mis mocos y mis lágrimas para llegar antes que él. Aunque cuando subo las escaleras corriendo, Jimin ya está apoyado en la puerta. Lleva una camiseta blanca, un pantalón de chándal gris y, efectivamente, tiene cara de dormido.

Love, Smut & Tears - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora