12. 50 sombras de Tae II - kth

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Con juguetes

No hay nada mejor después de un día estresante que tumbarme en la cama, hacer un bol de palomitas gigantes y ponerme el último capítulo de Juego de Tronos. Sangre, mujeres poderosas y Jon Snow. Más bien debería decir: el culo de Jon Snow.

—Joder, Tae... Ahí, ahí. Un poco más... profundo. ¡Ahí!

Bueno, sí que hay algo mejor: que mi compañero de piso Taehyung venga a hacerme un oral solo porque se ha dado cuenta que he cerrado la puerta con más insistencia de la normal.

Por eso ahora me retuerzo bajo la magia de su lengua, a la que me he acostumbrado demasiado en los últimos ocho meses, y suplico con mis gemidos y tirones a su pelo que me lleve a lo más alto.

Normalmente Tae se compadece de mí rápido; en parte porque es tan considerado que suele anteponer mi placer al suyo y en parte por lo necesitado que está por que le devuelva el favor. Pero hoy parece tener otros planes, porque justo cuando estoy rozando el orgasmo con las puntas de los dedos y empiezo a ver estrellitas tras los párpados, se separa.

Abro los ojos de golpe y miro su cara sonriente que sigue entre mis piernas, dando golpecitos con su lengua a mis ingles.

—¿Por qué paras? —pregunto, con la voz ronca y molesta.

—Porque me estaba dando cuenta de que ibas a tener un orgasmo de mierda y he tenido una idea mejor.

Le miro, frunciendo el ceño. Normalmente Tae es una persona imaginativa, no lo voy a negar: por eso empezó toda esta locura de ser follamigos, al fin y al cabo. Pero ni en sus mejores ideas (mi favorita siempre será el anillo vibrador) le he visto con esa cara de ilusión. Lo que me puede indicar dos cosas: o es una idea terrible o bien va a provocarme el mejor orgasmo de toda mi vida.

—Como no sea una buena idea te dejo a medias la próxima vez. Y no es un aviso.

Tae sonríe más y se incorpora del todo, levantándose de la cama de un salto para acercarse a mi mesilla de noche. Por desgracia, todavía lleva los pantalones puestos, así que no puedo dedicarme a uno de mis pasatiempos favoritos: mirarle el culo a mis anchas.

—¡Aquí está! —grita, pasando de mí, cuando saca el vibrador rosa con el que empezó todo esto. No voy a mentir: tengo grandes recuerdos con el aparato. Tae lo tira a la cama y sigue rebuscando en mi cajón, al que él mismo denominó "el cajón del sexo" (básicamente porque todo lo que hay ahí lo ha ido metiendo él cada vez que nos liábamos) hasta que consigue un bote de lubricante de frutos del bosque que lanza junto al vibrador. Este último me da en la pierna así que me obligo a cerrarlas e incorporarme en la cama antes de que la caja de condones también me dé. Total, ya me ha cortado el orgasmo.

A continuación, Tae se quita al fin los pantalones y el bóxer de golpe, dejándome a la vista una erección demasiado erguida para un solo oral, lo que me indica que ha estado pensando en su fantástica idea quizá demasiado tiempo.

—Vibrador y lubricante, ¿me lo vas a contar ahora?

—¿No me la vas a chupar un ratito antes?

—Por imbécil no. Te la cascas con el lubricante —replico, mientras me abrazo a mí misma, porque me ha entrado frío de repente.

—Veeeeeeeeenga —me pide, frunciendo los labios en una mueca adorable, mientras intenta soltar mis brazos—. Te prometo que te va a gustar, pero porfaaaaaa.

A veces Tae se comporta como un bestia en la cama y otras, como ahora, parece un niño pequeño. Intento convencerme cada día de que, si sigo haciendo esto con él es solo porque es bueno en el sexo, pero en el fondo sé que no es solo eso. Porque no puede ser solo esa la razón por la que acabo con su polla metida en mi boca, chupándosela como si me fuesen a regalar un piso en Busan.

Love, Smut & Tears - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora