En un lugar público
Llevo un vestido de flores azules y verdes. Es alegre, veraniego y cuenta con la aprobación de mi madre, la novia de la boda a la que me dirijo. Ella sigue en casa, muy ocupada retocándose y haciendo tiempo hasta que Seong ya esté allí y espere el tiempo necesario. Así que, como soy una mandada, he cogido un uber para ir recibiendo a los invitados.
El conductor, un tal Anthony, tiene puesta una lista de Spotify con los éxitos del verano y el último hit del grupo de Namjoon está sonando. Sonrío un poco, porque es como si, en el fondo, estuviese aquí conmigo y su rap rápido fuesen sus palabras de tranquilidad.
Nam
Voy a la boda y estás sonando en el coche. Creo que esto es lo más parecido a un viaje juntos que vamos a tener.
11:30
No me puedo resistir a mandarlo. Sé que no debería, pero a veces me consuela ponerle lo que pienso. Para que me tranquilice o para que sepa que me estoy acordando de él y que no me avergüenzo de decirlo.
Nam
¡La boda!... Perdona, Jae. Estamos en el estudio y se me ha olvidado decirte que te lo pases muy bien, así que... eso 😂
¿Llevas el vestido de flores?
11:45
Sonrío casi sin pensarlo antes de mandarle una respuesta afirmativa.
Porque, en cierto modo, el vestido también cuenta con su aprobación.
Tenía cerca de veinte vestidos en la pared del gran probador de la tienda que Namjoon me recomendó el día que le conté el drama de encontrar modelito para la fiesta. No quería una tienda demasiado cara, pero él insistió en que fuese allí, aunque fuera solo para probar. Sabía que en realidad quería pagarme el vestido si me encaprichaba de uno más caro por el hecho de no poder acompañarme a la boda, pero no le iba a dejar.
Por eso, aunque normalmente les pedía consejo a mis amigas, estuve hablando con él, mandándole fotos de todos los modelitos. Quizá no porque esperase que me aconsejase bien (al fin y al cabo, le parecía que estaba guapísima con todos), sino para que viese que le había hecho caso y poder sentirme un poquito más cerca de él, aunque fuese a través de unas fotos.
A Nam le hacía gracia que posase con caras raras y poses de contorsionista de élite cada vez que llevaba vestidos demasiado horrorosos, así que seguí haciéndolo.
El que llevaba puesto en ese momento me gustaba, tenía que admitirlo. Iba bastante acorde con el estilo floreado que mi madre había escogido para su boda y parecía que no me quedaba tan mal como los otros diez. La dependienta había desistido y se había ido a atender a otras personas cuando vio que yo no salía del probador para pedirle consejo, así que seguía completamente sola, con Namjoon al otro lado de Kakao viendo mis fotos ridículas.
Posé como una trapera de éxito en Corea y le hice un book de mil formas diferentes con el vestido, pero la verdad es que estaba empezando a cansarme de fingir que estaba perfectamente bien. De intentar pensar que las palabras de Nam sobre lo bien que me quedaba todo eran ciertas. De que sus palabras no estaban escritas, sino susurradas en mi oído.
Así que dejé el móvil escondido por ahí y me enfrenté de lleno a los vestidos que tenía delante. Quizá si me probaba todos con la suficiente rapidez podría irme a una tienda que sí pudiese permitirme y decirle a Nam que finalmente no me había gustado ninguno.
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Love, Smut & Tears - BTS
FanfictionRecopilación de relatos románticos con mucho amor, sexo y lágrimas. • Heterosexual. • Lenguaje vulgar. • Contenido sexual explícito. • Relatos originales, prohibida cualquier copia y/o adaptación. • Libro originalmente titulado '30 days of Smut', b...