17. Un, dos, tres - jjk y pjm

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Trío

Al principio no lo entendía. Por qué yo no podía formar parte de su vida y él sí. Por qué no podía conformarse conmigo, renunciar a él por mí. Por amor.

Al principio no entendía por qué Jungkook estaba tan enganchado a Park Jimin. Porque, desde luego, eso no podía ser amor.

Pero luego, cuando no podía soportar más estar con él sin tenerle realmente, cuando me dolía el pecho de tanto retener mis sentimientos, accedí a lo que me daba: ser su segundo plato. Y odié a Park Jimin cada segundo. Cada vez que me decía que me quería, pero por la noche se iba a su cama. Cada vez que me hablaba de él y de lo mucho que quería conocerme. Cada vez que comprendía que, quizá, la situación no era igual para ambos y que la única que parecía que estaba compartiendo era yo.

Porque si Park Jimin no me odiaba, ¿realmente quería a Jungkook?

No podía hacerlo como yo, que accedí a su demanda de conocer a su otro novio, aunque me doliese por dentro. Porque él no tenía que hacer sacrificios, intentar recomponer su corazón después de haberlo mantenido tanto tiempo apretado.

Pero, cuando le conocí, no pude odiarle. No pude obviar la mirada ilusionada que puso cuando Jungkook apareció por la puerta de aquel restaurante. Ni la sonrisa blanca, muy blanca, que me dedicó. Ni el modo en el que se abrazó a él como si no quisiera soltarle nunca. O la manera que tuvo de rodearme, como si me apreciase por el simple hecho de corresponder al amor de Jungkook.

Y, de nuevo, no lo entendía. Por qué él sí que podía y yo no. Por qué le era tan sencillo si le quería con todas sus fuerzas.

Creo que esa fue la razón por la que accedí a acompañar a Jungkook a algunas de sus citas con él: porque necesitaba conocerle mejor, entender por qué Jungkook podía amarnos a ambos con la misma intensidad.

Solo pude comprenderlo cuando me pasó a mí.

—Me he enamorado de Jimin —le confesé a Jungkook una tarde, mientras veíamos Orgullo y Prejuicio. Él me miró con una sonrisa que iluminó toda la sala y me dio un beso muy corto—. Pero a ti también te quiero. A los dos.

—Lo sé —dijo, sin más—. Es el poder de Park Jimin: no puedes evitar quererle.

—¿Y estás bien con ello? —pregunté.

—Mejor que bien: es lo que estaba esperando, Jae. ¿Se lo has dicho a él?

No, no se lo había dicho. Ni sabía cómo hacerlo, a decir verdad. Por eso Jungkook, intentando aligerarme un poco la presión que me supone decirle a su novio que también me gusta, ha organizado una velada en su piso. Como al principio, cuando solo quería averiguar quién era Park Jimin y por qué mi novio no podía dejarle. Solo que entonces las cosas eran más sencillas.

Yo he venido un rato antes a casa de Jungkook, porque si supiera que Jimin, que suele llegar bastante temprano a los sitios, estaba ya ahí, es probable que saliese corriendo. Jungkook lo sabe mejor que nadie, por eso ha sido él quién me ha propuesto llegar un poco antes, para que pueda relajarme un rato con él viendo una película.

Noona, estás muy tensa —me susurra al oído, colando su mano entre mis piernas. Una tarea sencilla, porque me he puesto un vestido negro que se me sube demasiado cuando me siento; quiero estar guapa cuando llegue Jimin. Que si me rompe el corazón al menos esté espectacular—. Déjame relajarte un poco...

—Jungkook, ahora no —digo, apartando su mano de golpe e intentando centrarme en la película.

Jungkook no se rinde fácilmente, por eso, aunque deja su mano apoyada en mi muslo, va dejando un reguero de besitos por mi cuello.

Love, Smut & Tears - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora