Caricias

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Gabriel yacía sentado al lado de Renato, mientras esperaba a que lo doctora llegue a atender al chico. En la habitación se creo un silencio incómodo, ninguno sabía que decir.
- No entiendo - habló al fin el castaño, dirigiendo la mirada al rizado, que miraba sin entender - Me pegaste, porque soy gay, y ahora estás acá esperando a que vengan a decirme si me rompiste la nariz, o si por el golpe me hice algo en el cráneo - Gabriel abrió los ojos de una manera exagerada, cuando escuchó esto último, y Renato se percató de esto
- Es joda, no creo tener nada más que un golpe - soltó acariciando la pierna de su compañero, en señal de tranquilidad, pero este se puso tenso cuando sintió la mano del pequeño sobre su muslo izquierdo, así que lo quitó rápidamente. Tato lo miró extrañado
- Seguis sin responderme - insistió
- Es que no me gusta que me desafíen, por eso te golpee, no porque seas... - contestó tratando excusarse.
- ¿No es porque soy gay? - preguntó acercando su mano, a la del otro chico. Lo tocó, pero ésta vez no se alejó, sino al contrario, colocó su otra mano encima, haciéndole una pequeña caricia. Por unos segundos sus miradas se conectaron, y ninguno sabía por qué, pero estaban cómodos.
- ¡Te despertaste! - dijo la doctora entrando a la habitación, haciendo que Gabriel se exalte y se apartase
- ¿Qué tengo? - preguntó el menor intrigado - No es nada, sólo un pequeño golpe. Ahora vas a tener que cuidarte, aunque estoy seguro que tu novio va a saber hacerlo - contestó guiñandole un ojo a Gabi, el cual se sorprendió con la suposición de la doctora, ésta se retiró, dejándole unos medicamentos que debía tomar Renato. - Vamos novio - soltó el chico con una sonrisa pícara.
- ¿Qué? - preguntó el rizado tartamudeando un poco - Era una joda por lo que dijo la médica Gabriel, tampoco te pongas así, no voy a comerte - le contestó riéndose. El mayor se encogió de hombros, sin saber que decir. - Bueno, yo me tomo un remis - aclaró Renato
- No, te llevo yo - le contestó, saliendo de la habitación. El castaño seguía sin entender la actitud de su compañero, pero lo siguió.

Una vez que estuvieron fuera del hospital buscó un auto con la mirada, pero no lo encontraba - ¿Tu auto?-
preguntó, haciendo que a Gabriel se le escape una carcajada - Toma, subite - le contestó ofreciéndole un casco rosado. El menor lo miró sorprendido
- No creo que te moleste usar algo rosa - soltó Gallicchio con una sonrisa burlona. Y Renato se perdió en esa boca, podía jurar que casi tanto como lo había hecho con sus ojos.
- ¿Y? ¿Te vas a subir o te vas a quedar ahí mirándome? - preguntó
- Es que es la primera vez que me subo a una moto. - contestó, una vez que ya estuvo encima de ésta.
- Agarrate de mi cintura si tenes miedo - le dijo, e hizo caso, se tomó del mayor, apoyando su cabeza en le espalda de éste.
Lentamente fue arrancando, y el menor no pudo evitar hacer una que otra caricia sobre el abdomen del mayor, el cual por cierto, estaba bastante marcando.

(...)

- Gracias por traerme - dijo una vez que llegaron a su casa - No pasa nada, es lo mínimo que podía hacer, mira como te deje la nariz y el ojo. Nos vemos en el colegio - contestó. Y para sorpresa del él, Renato dejó un pequeño beso en su cachete, acompañado de una caricia en el otro.
Gabriel no entendía a que venía eso, pero se había quedado mirándolo, hasta que desapareció por la puerta de su casa.

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