Hacernos uno

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Gabriel sentía que estaba volando, haber escuchado al fin que Renato sentía lo mismo que él, le dió paz, esa inseguridad de sentir de más, había desaparecido - Y porque te amo, quiero que hagamos el amor - confesó el rizado, haciendo que un leve rubor suba por su rostro. Tato sonreía frente a esa imagen tan tierna que estaba contemplado, si bien Gabriel era dos años mayor que él, era como si el mayor fuera un bebé a su lado, estaba seguro de que él tenía la suerte de conocer a un Gabriel que nadie pudo, ni siquiera su propia familia, porque a pesar de que el chico se comportaba como alguien fuerte delante de los demás, frente a Quattordio se dejaba ver tal y como era, una persona hermosa, tanto por dentro, como por fuera. - ¿Estás seguro? Mira que yo no tengo ningún tipo de apuro, quiero que lo nuestro sea especial - dijo el menor, buscando la repuesta de su novio, en sus ojos, porque a través de esas dos orbes color esmeralda, podía ver su alma, y encontró lo que buscaba, el ojiverde realmente quería ésto, y Renato igual, así que lo besó, primero despacio, con calma, con tacto, quería hacerlo sentir especial, ya que hace unos días el rizado le había confesado que nunca tuvo relaciones con un hombre.
A Gabriel le encantaba como lo trataba su novio, pero ésta vez quería más, mucho más, así que tomó al menor de la cintura, presionando aún más sus cuerpos, mientras metía la mano por debajo de su camiseta, depositando unos besos mojados en el cuello, haciendo que se le escapen unos pequeños gemidos - Gabi, no quiero hacer las cosas bruscamente porque vos..- intentó hablar, pero la boca del mayor estaba nuevamente devorando la suya - callate un poco y haceme el amor como nunca antes, se lo hiciste a alguien - dijo con la voz ronca, causando que una corriente eléctrica recorra el cuerpo de Renato. Lo tomó entre sus brazos, llevándolo a la cama, y atacando su cuello con desesperación, dejando unas marcas a su paso, que se harían visibles el día siguiente. Los pequeños gemidos que se escapan de la boca de Gabriel, cada vez que Renato acercaba sus labios a cualquier parte de su cuerpo, volvían loco al castaño, que lentamente fue bajando hasta la parte íntima de su novio, dudando si quitarle el bóxer o no - sacamelo de una vez por todas - imploró el rizado, y el menor hizo caso, liberando al fin la erección del ojiverde, no dudó ni un segundo en metérsela por completa en la boca
- ¡POR DIOS RENATO! - gritó debido a la excitación, el aludido sonrió, todavía con el miembro en la boca, si Dios le había dados esos labios, debía saber usarlos. Continuó con su trabajo, hasta que sintió como de repente los espasmos de Gabriel comenzaban a hacerse presentes en su cuerpo, se detuvo causando que el rizado se queje - no quiero que pares por favor - clamó mordiendo su labio inferior - Sh, no quiero que acabes así - le contestó el menor, quitándose ahora él el bóxer.
- abrí las piernas - ordenó, logrando tener una mejor imagen de la entrada de su novio, nunca había tenido un panorama tan excitante como aquel. Subió encima, haciendo que sus erecciones choquen, causando que la fricción los vuelva complemente locos. Se besaron unos minutos más
- En la mesita de luz ... Ahí está todo - dijo el mayor entre gemidos. Renato estiró la mano, tomando lubricante y preservativo, intentó colocarse el profiláctico, cuando Gabriel le tomó la mano - Quiero sentirte por completo, confío en vos - le dijo, y el menor hizo caso, después de todo confiaban mutuamente. Colocó un poco de lubricante en la entrada del rizado, introduciendo un dedo, vio como el chico cerró los ojos con fuerza
- Si te duele avisame - dijo acariciando sus rulos - Estoy bien, hace lo que tengas que hacer - contestó. Luego de unos minutos estaban listos - quiero que seamos uno, quiero que estés dentro mío en todos los sentidos - dijo con brillos en los ojos - te amo rulitos, te amo - contestó - yo más Bebu - Renato tomó su miembro, alineandolo sobre el culo de Gabriel, metió primero la cabeza, sintiendo como la calidez del interior del chico lo iba invadiendo. El ojiverde cerró los ojos con fuerza, clavando las uñas en la espalda de su novio - movete - pidió mostrando sus pupilas dilatadas debido a la excitación .Hizo caso, comenzando a embestirlo lentamente, el dolor que sentía el mayor, fue convirtiéndose en placer. Unos minutos más y Renato se vino dentro de su novio, el cual acabó segundos después, salpicando el pecho de ambos. - Te amo - se dijeron mutuamente, para minutos después caer en un sueño profundo.

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