Descubiertos

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Gabriel se había sentado en los bancos del fondo, ya que Renato estaba al lado de Eloy, debido a un trabajo práctico que tenían que realizar juntos. Después de unos cuantos reproches del rizado, quejándose porque "Yo quiero estar cerca tuyo, porque cuando estás lejos te extraño", esas eran sus palabras exactas, terminó aceptando, luego de que el menor le prometiera pasar toda la tarde juntos.

Los pensamientos de Gallicchio divagaban  sobre cualquier cosa, siempre y cuando no sea e la clase de biología. Fijó su vista en Tato, admirando cada detalle del pequeño, se podía decir que ese se había vuelto su hobbie preferido, incluso más preferido que el fútbol.

(10:31 hs) Gabriel: Que lindo sos cuando prestas atención.

(10:33 hs) Renato: Medio difícil concentrarme si me mandas mensajes tan lindos.

(10:33 hs) Gabriel: Te encanta que lo haga.

(10:34 hs) Renato: Egocéntrico.

(10:35 hs) Gabriel: Te gusto igual.

(10:36 hs) Renato: Y no te das una idea de cuanto.

- Quattordio ¿Nos quiere contar cuál es el motivo de su sonrisa? - preguntó el profesor, dando un golpe en el banco del castaño. - Eh n-no yo... o sea - intentaba formar algún tipo de respuesta, pero los nervios no se lo permitían. - Celular - dijo el hombre extendiendo la mano 

- Por favor no - imploró mirándolo desde abajo - No me interesa que sea nuevo, las reglas acá son iguales para todos - mantenía su postura, y los ojos de Renato viajaron hasta Gabriel, dándole una mirada de preocupación, la cual fue devuelta con otra igual. 

Tomó su celular y se lo entregó al profesor. - Te gusto igual. Y no te das una idea de cuanto -  leyó los mensaje en voz alta. Todas las miradas estaban posadas sobre el castaño, logrando que su rostro se torne completamente rojo, debido a la vergüenza que estaba pasando. Los alumnos comenzaron a reírse a carcajadas - ¡Bueno! Silencio, porque acá nadie se burla de nadie - dijo el hombre en un tono exasperante  - ¿Y quién es el afortunado Quattordio? - preguntó unos de sus compañeros - Sí, el otro rarito - continúo otro riéndose.

Renato comenzó a marearse, el pecho le apretaba, sentía como su corazón comenzaba a latir rápidamente  y unas nauseas había comenzado a hacerse presentes en su cuerpo, Gabriel pudo notar esto, ya lo vio así una vez, cuando se desmayó, y lo llevó hasta su casa.

 Se paró, y corrió hacia el pequeño - Tranquilo, respira, yo estoy acá - decía intentando darle calma, acariciando su pecho, todo el curso miraba la escena, no entendían a que se debía el comportamiento del rizado, él no era así con nadie. - ¿Ustedes que miran? ¿Se les perdió algo? Profesor llame a la enfermera, creo que está teniendo otro ataque - dijo muy firme, el hombre obedeció. En cuestión de minutos llegó la enfermera, llevándose al chico, que por cierto, ya se encontraba bastante calmado, gracias a la ayuda de Gallicchio, el cual lo estaba acompañando, pero antes de salir del salón, se dio vuelta mirando a sus compañeros - Y si se van a reír, ríanse de mi también, porque la persona con la que se estaba mandando mensajes Renato, era yo -  finalizó cerrando la puerta, dejando a todos completamente atónitos debido a la confesión. 



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