Cuidarte

626 53 1
                                    

Ya una semana había transcurrido desde el comienzo de clases, Renato había hecho una especie de amistad con un chico que se llama Eloy, al parecer a él también lo molestaban por ser "rarito" pero no raro como él, sino porque era muy bueno en todas las materias, era el nerd del curso, y eso era motivo suficiente para hacerle la vida imposible.

- Tato ¿Hoy empezamos el trabajo en mi casa? - preguntó el chico, refiriéndose a la tarea de biología que tenían pendiente - Sí, vamos a la salida si queres - contestó con una sonrisa, el otro sólo asintió.

Gabriel observababa la situación con una mezcla de bronca y ¿celos? sí, eran celos, porque Renato nunca más se había vuelto a sentar a su lado, ni siquiera había vuelto a dirigirle la palabra, y eso le hacía hervir la sangre de bronca. - Gallicchio, le estoy hablando ¿Me puede decir uno de los escritores más emblemáticos de la generación del 80? - preguntó la profesora de literatura, haciendo que el rizado vuelva la mirada a clase
- Eduardo Wilde - contestó sin vacilar, haciendo que Quattordio se voltee a verlo, nunca hubiera pensado que Gabriel sepa algo de literatura, en realidad nunca hubiera pensado que Gabriel supiera algo de la secundaria, no era justamente un chico estudioso, o al menos eso aparentaba. Cuando el rizado noto que el chico lo estaba mirando, hizo lo mismo, logrando que un pequeño, pero notable rubor subiera por su rostro entero, el mayor moría de ternura.

(...)

El día de clase había finalizado, y Renato iba caminando hacia la salida, acompañado por Eloy, se hicieron cercanos en poco tiempo. El castaño iba riendo gracias a una anécdota que su amigo le contó, cuando comenzó a sentir un leve mareo, haciendo que se tambalee, de repente el aire comenzó a faltarle, y se vio obligado a sentarse en el piso - Tato ¿Qué pasa? - preguntaba el chico, procupado.
- No, nada... estoy... estoy bien - contestó, mentía, no estaba para nada bien.

(...)

Gabriel estaba fumando un cigarrillo, ya fuera del colegio, cuando vio que Renato no dejaba de sonreír al lado de Eloy, los celos ya eran muy evidentes, y no lo negaba. Una mezcla de tristeza y rencor fue inundando su cuerpo, pero rápidamente esos sentimientos fueron reemplazados por preocupación, en el momento que vio como Tato se sentó en el piso, notando que su respiración estaba agitada, rápidamente corrió hacia él

Renato escuchaba una voz lejana
- Tato, tato, escuchame, mirame - decía el rizado, mientras se iba acercando al menor, el cual se encontraba acostado en el suelo.
- Voy a llamar una ambulancia - dijo su amigo - No, no llamas a nadie, dejame a mi - ordenó Gabriel, haciendo que el otro chico guarde su celular. - Tranquilo, vas a estar bien, yo voy a cuidarte - le dijo suavemente en el oído al pequeño, mientras lo tomaba en sus brazos.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora