Gabriel se separó rápidamente cuando vio a su madre entrar a la habitación - Te dije que golpees antes de entrar mamá - reprochó con enojo
- Perdón hijo, pero quería saber como estaba tu amigo - respondió disculpandose - Está mejor, ahora te podes ir - soltó, invitando a la mujer a retirarse. Renato observó la situación, y obviamente no pudo evitar hacer un comentario
- ¿Por qué la tratas así? - preguntó tocando su hombro - No te interesa -respondió secamente. El menor lo miró, y se paró, dirigiéndose a la puerta, el rizado lo miró extrañado
- ¿Qué haces? - interrogó con el ceño fruncido - Me voy Gabriel, cuando arregles un poco el quilombo que tenes en la cabeza, me hablas - le contestó saliendo de la pieza.El mayor se paró rápidamente, cerrando la puerta con fuerza, poniéndole llave para asegurarse de que nadie los interrumpa, y acorralando al chico contra ésta, la respiración de ambos estaba agitada, el espacio personal dejó de existir, por lo menos en ese momento. Debido a la diferencia de altura, los labios de Gabriel estaban a escasos centímetros del cuello de Renato, haciéndolo estremecer - ¿Qué-qué haces? - preguntó el menor, con nervios. - No sé, no sé que hago, te juro que ni siquiera sé que siento en éste momento, pero hay algo de lo que sí estoy seguro. - respondió, apretando más su cuerpo, contra el castaño. - ¿Y de qué estás seguro? - volvió a preguntar una vez más. Se quedaron en silencio durante unos segundos, solamente mirándose la boca mutuamente, las manos de Renato estaban sobre los hombros del rizado, y las de éste sobre la cintura del pequeño, lentamente las fue subiendo por la espalda, hasta llegar a su cuello, acercándolo sigilosamente. Se detuvo cuando vio los ojos de Tato cerrados, observó cada facción de su rostro, apreciando como el chico tenía levemente abierto los labios, esperando que éstos sean atrapados en un beso, en un beso que él iba a darle. - Gabi ¿Me vas a besar, o no? Porque puedo conseguir a cualquier hombre que desee ahí afuera - dijo el menor, haciendo que al rizado se le escape una pequeña sonrisa - Pendejo pretencioso - respondió mordiendose la lengua - Pendejo vueltero - lo desafió aún más.
Gabriel lo tomó en sus brazos, quedando Renato con cada pierna, al costado de su cintura. Se dirigió hacia la cama, recostandolo en ésta, y cayendo él encima, para al fin unir sus labios en un beso, en un beso en el que reinaba la desesperación y las ganas. El rizado se encontraba entre las piernas del castaño, las manos de éste estaban aferradas a su espalda.(...)
Luego de unas horas, en las que estuvieron besándose y hablando de cosas al azar, Renato se fue a su casa, dejando a un Gabriel pensativo, no podía creer que había estado en su habitación, besando a un hombre, pero lo que más le costaba creer, es que esas horas devorando la boca del pequeño, fueron las mejores de su vida.
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Destino
RomanceRenato usaba las redes sociales para olvidarse del martirio que era la escuela secundaria, hasta que una noche comenzará a hablar con alguien que le cambiará la vida ¿Qué harías si la persona que te hace suspirar de amor, es la misma que te hace su...