La boda.

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El próximo capítulo es el epílogo. Gracias por todo, les amo💖

6 meses después. Principios de otoño 2019. Río cuarto, Córdoba.

Gabriel acomodaba su ropa frente al espejo, removiendose incontables de veces, movía su cabello de un lado al otro, primero se lo ató en una pequeña colita, buscando domar sus rulos, realmente creía que era hora de un corte, pero no lo hacía, ya que a Renato le gustaba así, porque podía hacerle más trenzas, luego se lo soltó y trató de formar rizos bien definidos, al final terminó despeinado, dándole ese típico toque suyo, de chico desaliñado.

- ¿Ya estás amor? - preguntó el castaño entrando a la habitación.

- No sé, mirame - contestó luciendo su traje negro con orgullo.

- Te miro... Y me gusta lo que veo - dijo acercándose sigilosamente a su novio, acomodando el cuello de su camisa negra, y dejando un tierno beso en los labios.

- ¿No te parece como un montón? - volvió a dudar de su apariencia, y ahí estaba esa inseguridad que Renato había comenzado a notar hace unos meses, esa inseguridad que le parecía tan injusta. Gabriel era la persona más hermosa ante sus ojos, y estaba seguro que ante los ojos de los demás también, y no hablaba sólo físicamente, sino que era bueno de acciones, de sentimientos, era hermoso por el sólo hecho de ser él mismo, esa era la razón por la cual se había enamorado.

- Me parece un montón, si... Un montón tener éste bombonazo conmigo - susurró sobre los labios del ojiverde, que sonrió al escuchar la respuesta.

- Sos hermoso bebu - habló tomando al castaño por la cintura, depositando un beso en su cuello. Renato se estremeció ante el contacto, sí seguía aún continuaba teniendo ese efecto en él.

- Tenemos... que irnos - soltó con la voz agitada, debido a que el mayor ya estaba succionando su piel, y apretando su culo descaradamente.

- Nos quedamos un ratito - respondió tocando el miembro del chico, haciendo que el menor se apoye en la pared, dejando caer todo su peso en ella.

- No... Gabi, pero, pero llegamos tarde
MIERDA! - exclamó cuando sintió que el chico, ya tenía su pija entera, dentro de la boca. Se podía decir que en éste pequeño tiempo, Gabriel se había vuelto un experto con la lengua, y realmente esos labios, eran pecaminosos. El chico succionaba con fuerza, el miembro de su novio, apretando su culo. Las manos de Renato estaban envueltas en sus rulos, deshaciendo el trabajo que hizo anteriormente el rizado.

- Gabriel, no doy más - soltó, luego de unos minutos, en el medio de gemidos. La habitación se había colmado de sus gritos, y a Gallicchio le gustaba como su chico, gemía su nombre de manera tan obscena. Las ventajas de vivir en la cabaña, era que estaban alejados de todo el mundo, y nadie podía escucharlos, sobre todo porque desde que Gabriel comenzó a cogerse a Renato, descubrió que el pequeño, era muy gritón a la hora del sexo, y no era justamente algo que le llegara a disgustar, por el contrario, amaba escuchar al castaño, exclamar su nombre, con tanta lujuria.

Unos minutos más y sintió como su boca se llenaba del líquido del chico. Limpió la comisura de sus labios. Observó cómo estaba apoyado en la pared, casi sin poder sostenerse de pie, y sonrió con orgullo, le encantaba tener ese efecto en él.

- Dale, que llegamos tarde a la boda de tu hermano - dijo saliendo de la habitación. Y Renato lo observó moverse con descaro, balanceando su culo como sólo el sabía hacerlo, y juró estar agradecido de tenerlo en su vida, deseando poder aprovechar de su amor, por muchos años más.

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