Capítulo 48.

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Narra Brian

No sé como, pero acabé en el Caribe con Sam, al bajar del avión un calor horrible se apoderó de mi cuerpo.

-Dios mío, ¡qué calor! -dijo Sam sacándose la sudadera-.

-Bastante -dije imitándola-.

Fuimos hasta el hotel en taxi, allí el director del hotel nos llevó hasta la habitación. “3012 VIP"

Nos dejó allí y más tarde nos subieron las maletas.

-Bonita habitación -susurré tumbándome en la cama de dos metros de ancha-.

-Y bonito Jacuzzi -dijo Sam mirándolo- creo que me voy a meter.

Sam comenzó a llenar el jacuzzi, cuando estuvo lleno lo puso en marcha y echó jabón haciendo que se creara una capa de espuma enorme.

Comenzó a quitarse toda su ropa, cuando iba en ropa interior la interrumpí.

-¿Qué haces? -pregunté-.

-Desnudarme -dijo encogiéndose de hombros- somos adultos Brian.

Acabó de desnudarse, dejándo su cuerpo totalmente descubierto, estaba aún más sexy de lo que recordaba. Me empalmé.

Ella se metió en el jacuzzi y yo me di la vuelta en la cama para disimular mi erección, que me dolía, mucho.

Odiaba que Sam siempre hiciera eso.

-Brian, ven, metete -dijo alzando la voz-.

-Ni de coña Sam -dije undiendo mi cabeza en a almohada-.

-¿Por qué? -preguntó divertida-.

-Porque no.

-Vamos Brian, te has empalmado, lo sé.

-Joder, que más dará, a ver si se baja.

Me quité toda la ropa, mi pene, al salir de mis boxers salió disparado y Sam soltó una carcajada.

-Cállate la boca, Sullivan -le grité introduciéndome en el jacuzzi junto a ella-.

Estábamos el uno tumbado al lado del otro, con los brazos cruzados mirando nuestros pies, que por cierto, mi pene aún seguía erecto.

-Que asco de vida -susurré-.

-Ni que lo digas.

Vi por el rabillo del ojo como comenzaba a llorar.

-Sam, por favor.

Ella negó con la cabeza y la abracé contra mi, fuertemente. Al largo rato dejó de llorar y comenzó a acariciar mi torso con su mano, cada vez acercándose más a mi erección.

-Sam, para, por favor.

-Qué más da Brian, sólo será sexo, nada de amor.

-Sam, yo aún te amo.

Ella me miró sorprendida, Sam no sentía lo mismo que yo, pero aún así nunca había dejado de amarla.

Comencé a mover una de mis manos hasta llegar a sus pechos, redonditos y perfectos, comenzando a acariciarlos.

Ella viajó con su mano hasta mi erección y comenzó a masajearla.

-Joder Brian, ¿de dónde has heredado esto? -dijo sin dejar de tocarme el pene-.

-¿Tanto te gusta? -dije con una sonrisa de lado-.

-Es lo más grande que he visto en mi vida, claro que me gusta.

-Joder Sam, me encanta que seas tan...-no me dejó acabar-.

-¿Guarrilla? -dijo mirando mis ojos-.

-Sam...-protesté- yo no te veo como tal.

-Pero me gusta que me lo digan -dijo apretando mi Pene, haciendo que sintiera dolor y satisfacción a la vez-.

Se colocó a horcajadas sobre mi y se penetró ella misma.

-Joder Sam.

La agarré de las caderas y comenzamos a movernos con el mismo ritmo hasta que cayó sobre mi pecho exhausta.

Un encuentro inesperado (Asking Alexandria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora