Rebeldia | albalia

VIII

Natalia y Alba seguían en la misma posición. Se estaban intentando relajar, aunque Natalia estaba más centrada en verla desde abajo, mientras ella miraba el reloj.

― Ya es la hora

― ¿De qué?

― De que todos se vayan de la fiesta... ―decía mirándola.

― Con lo cómoda que estaba ―decía Natalia levantando su tronco, quedando un poco más bajita de la rubia.

― No no ―Dijo Alba agachando a Natalia con su mano derecha para que se tumbara en la cama― te pondrías peor.

― ¿Me estas auto invitando a dormir? ―decía sonriente.

― Natalia ―dijo Alba seria, Natalia se percato y decidió tomárselo algo en serio, pero con aquella cara que tenía era tarea difícil― irte a tu casa ahora, que esta borracha es muy peligrosa. No es porque quiera que te quedes.

Natalia recibió ese mensaje como una estaca en el corazón, pero supo disimularlo con una sonrisa, aunque no tan picara como las anteriores.

― Bueno, pues solamente te doy las gracias rubia ―dijo cerrando los ojos y acomodándose como pudo en aquella cama.

― No hay de que ―dijo levantándose, cosa que hizo que Natalia abriera los ojos extrañada al no notar un peso encima― pero quédate aquí, tengo que ponerme el pijama.

Natalia asintió y cerró los ojos. Alba se fue al armario y se paso unos cuantos segundos buscando que pijama ponerse esa noche, y además con una desconocida durmiendo en su propia cama. Aquello sonaba de locos.

Al final se acogió a un pijama blanco y peludo. Su hermana se lo había regalado por un cumpleaños que tenia.

Se empezó a quitar la ropa, pero no antes sin asegurarse de que Natalia tenía los ojos cerrados, cosa que estaba pasando.

Natalia no quiso desaprovechar la oportunidad y se colocó sentada en aquella cama, mirando sin disimular aquella figura. Ella sabía que no estaba tan borracha como parecía, pero aquellos pensamientos la hacían dudar.

Alba se giró para volver a la cama cuando se encontró a Natalia de lleno mirándola. Pegó un salto y suspiro. <<Mejor me callo>> pensaba Alba soltando antes un suspiro que Natalia acogió con una sonrisa mientras ella guardaba aquella ropa igualita a la de Natalia en otro de los armarios.

― La gatita guarda su ropita

Alba se giró y se metió un nudillo en la boca dándose de nuevo la vuelta. Le estaba poniendo de los nervios, y Natalia lo empezó a notar.

― No sabía que te ponía nerviosa ―soltó Natalia de nuevo.

― Calla y duerme ya ―dijo Alba sin querer mirarla.

― ¿Y si no puedo?

― Seguro que si te meto una ostia ya duermes como un tronco, ¿Te parece correcto? ―vacilo enfadada Alba.

― El alcohol te hace muy agresiva, como puedes imaginar ―dijo mirándola de arriba abajo, pero para no liarla más, y para alegría de Alba, se tumbo finalmente en el lado derecho de la cama, mirando al techo con los brazos cruzados.

Pasó unos minutos hasta que Alba se sintió preparada mentalmente para sentarse al lado de Natalia en la cama. Natalia la miró, pero rápidamente volvió a mirar al techo. Alba en cambio se quedo mirándola, aunque no queriendo.

― No puedo dormir así ―decía Natalia girando la vista hacia Alba― ¿Te importa si me quito la ropa?

― Mientras que no estés en pelotas me da igual ―respondió encogiéndose de hombros.