XV

9K 373 31
                                    


Natalia tardo un par de segundos en poder empezar a hablar, y no porque la estuviese mirando, sino porque no sabía cómo empezar.

Su historia sobre Mikel no era muy bonita, pero era necesaria para el bien de su familia, y suponía que debía contárselo si aquello podría funcionar.

Alba en cambio estaba enfadada, ella era de las que no le daba un beso a nadie que de verdad no la atrajera de verdad como lo hacía Natalia. Digamos que Natalia era un caso aparte.

― Bueno, a ver ―decía tan nerviosa que temblaba de los nervios― ¿Te acuerdas de cuando te dije que vivía en Pamplona?

― Si ―decía seriamente sobre aquellas conversaciones en el bus.

― No te conté una parte muy importante, y es que estoy con Mikel desde hace muchísimo tiempo...

Natalia miró la cara de Alba. Lo estaba empeorando.

―... y es que mis padres son muy homofóbicos ―argumentaba― y la única manera de que pensaran que mi enfermedad "Temporal" de la bisexualidad era que estuviese con un chico. Como bisexual se supone que me gustan los tíos, ¿no? ―decía intentando animar un poco aquel ambiente de confusión― pero la verdad es que eso ―decía soltando una pequeña risa irónica― no me gustan mucho.

― ¿Tus padres? ¿Homofóbicos?

― Aunque te pueda costar entendiéndolo teniendo esa familia que me has dicho que tienes hay personas que lo pasan verdaderamente mal por padres como los míos. Menos mal que tengo a mi hermano, Santi... es un cielo.

― Te enrollas como una persiana...

― Bueno, sigo ―decía suspirando― digamos que estoy con Mikel como escudo ante una reacción bruta de mis padres... podría nunca volverlos a ver. Es solamente eso...

Natalia se calló, mirando un buen rato a la funda del colchón doble de aquella cama. Alba más bien la miraba a los ojos, de los cuales uno de ellos salía una lagrima, que impactaba finalmente en la funda del colchón.

― No te voy a decir que no llores, porque es bueno, pero... no se que decirte.

― Tampoco tienes porque decirme nada ―decía soltando una risa algo falsa.

Se quedaron en un silencio bastante cómodo al parecer de las dos. Hasta que Alba como pudo puso un pie en la mano de Natalia, que le miró de nuevo fijamente a los ojos.

― Entonces... ¿Tú le quieres?

Natalia negó con la cabeza, mientras que con la otra mano se secaba una de las lágrimas.

― Es que ―decía apenas sin poder hablar― es lo único que tengo para protegerme, yo quiero a mis padres y a mis hermanos... pero si le dejo...

― Natalia ―decía seriamente, pero no aparentando enfado como antes.

― ¿Qué pasa?

― Túmbate encima mía

Natalia la miró, estaba sentada como indios, por lo que Natalia se tumbó, apoyando su cabeza en su pecho y notando su cabeza encima de ella.

― Siento muchísimo lo de tus padres... pero si quieres mi opinión, y no porque sea yo, elegiría estar mal con mis padres y dejar a alguien a quien no quiero, porque para estar mal sufriendo de las dos formas, mejor quitarse peso de encima...

― Tienes toda la razón

― ¿Y por que no lo haces?

― Mikel viene a verme la semana que viene, el martes ―decía mirando hacia arriba, para encontrarse con los ojos de Alba― le explicaré lo que pasa... y que será mejor que lo dejemos.

― Haz lo que te parezca mejor, de verdad ―insistía― no vayas a hacer lo que yo te diga porque me acabaras de dar un beso.

― Te he dado varios rubita ―decía volviendo a la misma sonrisa de siempre.

― Bueno, pero podrías habérmelo dicho antes.

― ¿Estaríamos así si te lo hubiera dicho?

― La verdad es que no.

― Pues entonces no te quejes mas ―decía dándole un beso en el hombro― por cierto...

Se levanto bruscamente de la cama y se agacho, buscando algo debajo de la cama. Alba se había quedado sorprendida de lo rápido que había llegado al suelo, incluso pensó que se había caído.

― ¿Sabes que me gusta mucho la música?

― Si, lo sé ―decía riéndose.

― Hay una canción, que he compuesto ―decía cogiendo la funda de la guitarra― dos días más tarde de verte por primera vez.

Alba abrió los ojos como platos. No sabía que ella componía canciones, y mucho menos que sabia tocar la guitarra, pensaba que era por el simple postureo. De la funda Natalia saco una guitarra acústica de un color negro mate tan bonito que parecía reflejarse en el.

― Me encanta la guitarra

― ¿Te digo mi opinión? ―decía Natalia acomodándose los dedos en los acordes de la guitarra― a mi me encantas tu.

Alba no dudo en sonreírla, pero no obligada sino por instinto. Cuando finalmente se coloco bien los dedos en los acordes y miraba una cosa rápidamente en la libreta la miró, con una carita que a Alba le encantó.

― ¿Y de que va la canción?

― Va sobre ti

Alba se sorprendió. Intentó señalarse pero recordó que tenía las manos aun atadas a sus espaldas.

― ¿Sobre mi? Pero si apenas nos conocemos

― ¿Y por ello me impide hacerlo? ―vacilaba.

― Para nada

― ¿Lista?

― Listísima.

Entonces Natalia empezó a tocar una canción, que con aquella guitarra el sonido parecía sonar mil veces más fuerte que con cualquier otra guitarra.


---------------------------------------------------------------------------------------------------------

Os doy las gracias porque ya hemos llegado a las 100 lecturas :). Muchisimas gracias, de verdad. Podeis darme sugerencias o decirme donde hay algun errorcillo, que soy bastante torpe y aun estoy empezando en esto. Gracias jeje.

Rebeldia | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora