XIII

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Terminaron de cenar, bueno, Alba aun no había terminado pero tenía incluso más interés en saber que necesitaba decirle Joan que dejo la ensalada por la mitad. Natalia no perdió de vista a Alba ni un solo segundo hasta que se levantó de la mesa, haciendo que Joan asintiese con las cejas, como preguntando si ya estaba lista.

Joan agarró a Alba de la mano, cosa que enervo mas a Natalia, que volvió a hablar con Miki, pero esta vez Miki a pesar de saber el plan notó en ella aquella actitud.

― ¿Te pasa algo Natalia? ―preguntaba fingiendo no saber nada.

― ¿A mí? ―fingió también― a mi nada, ¿Por?

― Te noto algo extraña

― Meh ―decía con la mano― cosas sin importancia.

Se levantó de la mesa de picnic y se subió encima, llamando la atención de los que aún seguían en la mesa.

― ¿Hacemos algo interesante? ―preguntaba con una actitud chulesca encima de la mesa.

― ¿Por qué si estamos todo el mundo tranquilamente hablando? ―decía María, mirando de reojo a Marta, que está también la miró y asintió. Parecía entender que era el momento de que actuase.

― Me aburrrroooo ―decía seria agachándose de rodillas mirando a María, que estaba como siempre en el centro de la mesa.

― Yo también estoy aburrida ―decía Marta― ¿te vienes a dar mi chalet?

― Mucho tiempo comparto contigo ya

― Yo me animo ―decía Marilia, intentando disimular, pero aquella sonrisa suya le salió en el rostro.

Natalia cogió impulso y salto de la mesa al suelo, dirigiéndose al chalet numero dos junto a Marilia y a Marta, que parecían irse riéndose de la sonrisa de Marilia tan típica que tenia.

Aprovechando que se habían alejado lo suficiente María pego un poco más el cuerpo a la mesa junto a los demás y susurro.

― Dentro de unos cinco minutos raptamos a Natalia, yo voy con Joan para atar a esta mujer junto a Damión. Procurad taparle la boca a Natalia para que si Alba aun sigue tan normal va a notar que es una trampa.

Los demás asintieron y lentamente, disimulando lo suficiente, los que se tenían que ir a por Natalia se fueron yendo al chalet número dos.

Mientras tanto Joan y Alba se habían sentado detrás de unos chalets. Joan estaba sentado encima de la cuerda, por lo que además de que era de noche Alba apenas desconfiaba.

― ¿Entonces? ¿Qué es lo que pasa?

― Es que... bueno ―decía Joan intentando disimular, no se había preparado nada para decirle― tengo un problema muy gordo.

― Me lo puedes contar si quieres ―decía Alba enseñando con las manos.

― Pues... que he odio que se ha escapado un loco del psiquiátrico que hay por aquí cerca

Alba estaba en shock. Le aterraban los locos típicos de las películas de terror que mataban a personas con cuchillos e iban con mascaras terroríficas.

― ¿Estarás de coña no? ―decía cagadisima.

― ¿Crees que lo estoy si te llamo así para contártelo?

El plan iba funcionando mientras tanto, aunque Alba estuviese a punto de salir corriendo y gritar sobre el loco del psiquiátrico. María y Damión se habían colocado a unos pocos metros de la espalda de Alba, pero esta estaba tan ocupada mirando a sus espaldas para asegurarse que el loco no estaba que se iba a morir de estrés.

― Joan que les tengo pánico tío, hay que sacar a todos de aquí.

Joan pareció ver que aquello era suficiente, así que se abalanzó a Alba, agarrando antes la cuerda y le dejo reducida en el suelo, agarrando con la mano su boca para que no gritara y diese la voz de alerta a Natalia. María y Damión corrieron hacia Joan, para ayudarle a llevársela dentro del chalet, sin antes María colocarle un celo en toda la boca, impidiendo que esta pudiera gritar.

Alba daba patadas y no podía entender porque le estaban haciendo eso. Sus pataditas parecían como cuando estaban en el cuarto con Natalia, cuando estaba sentada encima de ella y no podía salir de allí.

Se la llevaron finalmente, intentando hacer el menor ruido posible a dentro del chalet, quitando las llaves que tenia Alba en el bolsillo, que abrían la puerta del chalet.

Nada más entrar la pegó a la columna y empezaron a hacer el plan. Mientras Damión y Joan se aseguraban de atarle las manos por detrás de la pequeña columna que era más bien un tronco de árbol, también las piernas una con la otra y de rodear bien la cintura y con un poco más suelo una cuerda que rodeaba el cuello con la columna. María se dedicaba a cerrar con llave todas las ventanas, rejillas de salida y todo lugar que permitiese salir o ver el exterior.

― Listo ―decía María― Joan, vete para donde están los demás. Damión, tu vente conmigo que vamos a mi chalet a follar.

― ¿Qué? ―decía Damión asustado.

― Es coña cariño ―decía riéndose y dirigiéndose los tres para la puerta.

Vio a Alba menearse como podía, pero no podía salir de allí. Miró a María, y aunque tuviese la boca tapada María comprendió lo que decía solamente con un cruce de miradas.

― Me lo agradecerás ―decía María, dejando la puerta entre abierta y preparándose la llave en el bolsillo.

En el chalet 2, mientras estaban jugando a un yo nunca nunca con los dedos, donde parecía que Natalia se lo estaba pasando bastante bien entro Joan por la puerta. Todos se quedaron mirando a Joan, que se quedo quieto delante de la puerta, y les asintió. No tardaron ni un segundo en todos tirarse encima de Natalia y agarrarle de todas las zonas del cuerpo, quedando agarrada y sin poder quitarse de encima.

― ¿¡Que hacéis cabrones?! ¡Soltadme! ―gritaba mientras se removía como un gusano.

― Tapadle la boca con la mano ―decía María entrando por la puerta― vamos venga.

Natalia iba a empezar a chillar cuando Marta le tapo la boca, causando en ella una cara similar a la de Alba cuando María le puso el celo en la boca. Marta en cambio se reía.

― Me meo tío parece cuando te pica una abeja normal en animal crossing

― Cállate y venga que esto aunque no lo parezca pesa ―decía Alfonso, que agarraba de uno de los brazos.

Se la llevaron colgando hasta el chalet. Todo estaba saliendo sobre ruedas, todo según lo planeado, aunque no tan planeado para Alba y Natalia en esos momentos.

― La soltáis, sin hacerle daño y ya sabéis el resto... ―decía María abriendo la puerta.

Soltaron rápidamente a Natalia, que acabo rodando por el chalet, pero que tardo pocos segundos en levantarse y dirigirse a la puerta para abrir, aun con el celo en la boca. María, que era más rápida en ese momento, cerró la puerta con la llave.

― ¡Lo hemos conseguido! ―gritaba Marilia con aquella voz tan fina.

Todos se pusieron a reírse y Natalia, aun sin darse cuenta de que estaba Alba en la habitación apoyó la oreja en la puerta.

― ¡Natalia! ―decía María gritándole a la puerta― Nos vemos pasado mañana, os pasaremos la comida por la rejilla... ¡Buena suerte!

Rebeldia | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora