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Jungkook estaba sentado viendo a Jimin fijamente, mientras esté fingía ver la televisión, tratando de evadir la intensa mirada del contrario.

No vivían juntos, pero un poco más y lo hacían, ya que Jimin tenía más ropa en el apartamento de Jeon que en el suyo propio, tenía sus cosas escenciales; cepillo de dientes, su peluche favorito, pijama favorita, entre otras cosas.

Solo se faltaba aceptar que quería vivir con Jungkook, pero como el gran orgulloso que es Park Jimin, no sería el primero en admitirlo.

Jeon se acercó más a Jimin y besó el cuello de este mientras él rubio intentaba con toda sus fuerzas de centrar su atención en la película; que por cierto, estaba aburrida. El pelinegro lamió con delicadeza la parte trasera del oído de Jimin haciendo que este se retorciera de un pequeño placer.

Una alarma sonó, Jimin también se alarmó dándose cuenta que Jungkook estaba apunto de quitarle la camiseta.

—T-tu vendaje, iré a prepararlo. —dijo Jimin arreglando su cabello para luego desaparecer como alma que se la lleva el diablo.

Jungkook suspiró, enamorado y agotado, había pasado casi dos meses desde su operación y ya se sentía bien, tanto como para salir a correr pero Jimin no lo dejaba. Le gustaba ser cuidado por su lindo rubio pero era necio, mucho pensándolo bien.

Además, el era un hombre. Todo hombre tiene necesidades y Jimin ha estado evadiendo su último deseo en la lista que le dió, siempre con una escusa diferente "Aun no puedes hacer fuerzas" o "Tengo que cocinar, debes tener hambre..." Jungkook trataba de tener paciencia, no quería parecer un depravado sexual pero en realidad quería amar de esa manera a Jimin.

—¡Jungkook-ah! —llamó Jimin desde la habitación del pelinegro.

—¡Voy! —dejó los pensamientos de lado y se levantó del sofá con pereza de por medio.

Entró a la habitación y Jimin le sonrió ampliamente, como cada vez que lo veía. Las cosas eran tan perfectas, no parecía el desastre que era hace unos meses, realmente habían odiado esa parte de sus vidas.

Pero ahora todo estaría bien.

Por que Jungkook quería estar toda su vida con Jimin.

—¿Por qué aún haces esto bebé? —preguntó Jungkook sin pasar por alto el rubor del rubio. Sonrió y esperó una respuesta.

—No lo sé, creo que aún lo necesitas.

—No, no lo hago. Ha pasado ya dos meses...

—Un mes y medio —corrigió el rubio.

—Si, un mes y medio —repitió Jungkook acercándose a Jimin —He estado esperando —susurró inclinándose un poco al oído del más pequeño.

Park se sonrojó otra vez bajando la mirada, no hacía falta ser tan inteligente para saber de qué estaba hablando Jungkook, quería hacerlo, claro, quería. Pero no era así de fácil. No era quitarse la ropa y tener a Jungkook encima suyo penetrándolo; no, no era así de fácil.

Sonaba tan bien, pero... ¡No! ¡El internet decía todo lo contrario!

—Y-yo, ¡Ash! No sé Jungkook, tengo miedo de esto —se sobresaltó poniéndose nervioso derepente ante la idea si quiera. —Leí que duele, que podría no caminar al siguiente día, ¿Y-y si n-no p-puedo caminar m-mañana? —Jungkook se echó a reír por la ternura de su pequeño. —¿Y si luego me dejas? —Jeon frunció el entrecejo.

—¿De dónde sacas eso bebé? —preguntó el peligro tomando a Jimin de las mejillas besando sus labios delicadamente.

—Leí que la mayoría de las parejas se separan luego de eso... —susurró Jimin.

Amnesia «KooKMin» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora