CAPITULO XIII

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Sentía mi cuerpo pesado, demasiado cansado como para poder con más. El tenia sexo a su antojo, pero mía esta era mi segunda vez. Recordando la primera, siento tan solo una chica de 16 años, enamorada de Derek Bush, y mi estupidez me llevo a entregarle mi virginidad a ese idiota.
- También me gusta que me brinden placer –susurro Justin sacándome de mis pensamientos.
¿A qué se refería con eso? A pesar de que no era virgen, era una chica completamente inexperta.
- ¿Eh? –conteste confundida. El soltó una carcajada.
- ¿No lo sabes? –Dijo aun entre risas- no eras virgen. –termino de reír cuando noto mi rostro serio.
- Eso no quiere decir que experimente todas las posiciones del kamasutra –dije aun seria.
Me halo más hacia él, nuestros cuerpos desnudos estaban juntos, en la misma cama. Con cada roce hacia que mi sangre volviera a calentarse, a pesar de lo cansada y adolorida que me sentía.
- Primero lo hago yo –me guiña un ojo.
¿Hacer qué? Maldita sea, me confunde. Lo vi levantarse de la cama y pararse frente a mí, abrió mis piernas un poco más, dando una mucho mejor vista de mi zona intima. Se agacho hacia mí, y comenzó a repartir pequeños besos por todo mi abdomen, joder. Bajaba y bajaba, hasta que lo sentí legar a mi vello púbico, planto otro beso. Sentí su lengua comenzar a recorrer esa zona, hasta llegar a mi clítoris, con uno de sus dedos comenzó a masajear, lento, pero firme. Yo solo me retorcía en la cama ante tal sensación. Chupaba y chupaba, cada vez más fuerte, no paró hasta que termine desplomándome nuevamente, el lamio sus labios y se tiro al lado mío.
- Delicioso –sonrió- tu turno.
Tarde unos segundos para asimilar sus palabras, el me había hecho sentir tanto placer que sin duda merecía una recompensa. Me puse de pie y disfrute verlo ahí tendido, desnudo, este hombre realmente era un sueño. Me incline para quedar frente a su gran miembro, pase mi lengua por mis labios. Voltee para ver su expresión, la cual era tranquila, pero a la vez desesperada, por mí. Lo tome entre mis manos torpes, el puso las suyas sobre las mías, y comenzó a moverlas de arriba abajo. Así varias veces. Arriba, abajo.
- Prueba –gimoteo.
Abrí mis ojos como platos ante sus palabras, pero supongo que era lo justo, el me había hecho gritar del placer hace un rato, ahora tenía que hacer lo mismo. Puse mis labios en la punta y chupe levemente, así fui profundizando la felación, más y mas, me excitaba aun mas verlo a él gimiendo por mí, mordiéndose los labios. 
¡Joder!
Cuando menos pensé, mi boca llego hasta el fondo, sentí que casi me atragantaba. El hecho un grito ahogado, y se desplomo.
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Aparco el auto fuera de mi casa, eran las 8:00 de la mañana. Después de todo lo que paso anoche, me perdí en un sueño profundo, al igual que el. 
- Gracias por traerme –sonreí.
- Te quiero hoy a las 10:00 p.m. ¿entiendes? –dijo serio.
Asentí algo molesta ante su reacción, salí de su auto y camine para entrar a casa. El inmediatamente arranco y se fue, metí la llave en la cerradura y entre. Tire mi bolso en la sala y camine a la cocina, aun era temprano, papá aun estaba dormido seguramente.
- ¿Quién es el tipo que te trajo? –pregunto Jonh en tono molesto.
- ¿Papá? –Dije aturdida- Era… un amigo –afirme.
- Jamás lo había visto –su rostro se relajo- hija, sabes que puedes confiar en mi ¿o no?
Asentí, sin poder decirle algo mas como “Es mi jefe papá y de hecho, anoche acabamos de follar”. Seguramente le daría un infarto. Tome lugar al lado de él en el comedor.
- ¿Dormiste bien? –pregunto Jonh buscando mi mirada.
- Si
- ¿Qué no iras a trabajar?
Mierda. Con todo esto lo había olvidado por completo, no podía mentirle a mi padre, pero ahora era necesario, por el.
- Renuncie –dije firme- Conseguí otro empleo… una anciana… me pagara por cuidarla –tartamudee.
El me miro sospechosamente, no me creyó, maldita sea. ¿Ahora qué diré?
- ¿Cuándo la cuidaras? 
- Solo será por las noches –miraba mis nudillos para no encontrarme con su mirada.
- ¿Solo… por las noches? –arrastro las palabras.
- Si, esta algo enferma, y necesita más cuidados por las noches que nadie está con ella en casa, además… me pagara muy bien –agache la mirada.
- Confió en ti cariño –levanto mi cara para obligarme a mirarlo a los ojos. Sonreí.

"No estar a la altura"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora