CAPITULO XXXV

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Al terminar de contarle todo a Derek pareció haber quedado sin apetito. Solo mantuvo una expresión seria y pensativa ¿Ahora qué diría? ¿Qué pensaría de mí? No tenia porque rendirle cuentas a el, pero aun así era algo del cual no estaba orgullosa, y me refería al estúpido de Justin, no al bebé que venía en camino.

- ¿Y no crees que lo mejor es que él se haga responsable?–dijo aun serio.

- No, yo no necesito de él. Me dejo en este lio sola, así que no tengo porque rogarle por ayuda –bufe.

- Si, se que eres muy independiente. Pero aun así, creo que sería lo mejor, el tiene que afrontar sus actos –dijo con aspecto triste.

Tal vez era cierto, pero yo no pensaba en ir a rogarle, si a él le interesaba podía venir. Pero yo no lo buscaría, bastante he tenido con todas sus humillaciones y cambios de humor repentinos.

- Bueno, ¿podríamos dejar ese tema por ahora? –agache la mirada.

En verdad no quería que esta comida se arruinara con aquel bastardo. Nos dispusimos a ordenar, la plática conforme el tiempo paso se fue aligerando, Derek era tal y como recordaba, solo que ahora lucia mucho mejor. Pero su manera de hablar, de expresarse, de reír, de enojarse, sus pucheros y miradas seductoras, eran las mismas que yo recordaba. No era difícil hablar con él, siempre tenía algo que decir, aunque fuese alguna tontería.

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- Gracias por la comida –le sonreí antes de marcharme de vuelta al trabajo.

- Creo que el agradecido soy yo, me agrado que volviéramos a convivir así después de tanto tiempo –me devolvió la sonrisa.

Lo único que esperaba era que no se diera otra idea, esta solo había sido una comida amistosa a mi parecer.

- Si, fue bueno. Ahora… creo que tengo que irme –arrastre las palabras.

- Claro ¿nos vemos luego? –pregunto con interés. Asentí.

Nos besamos en la mejilla, en realidad, creo que fue un poco más allá de la mejilla, pero no le di importancia. Me di la vuelta y sin decir nada mas entre a Liborio. Jane y las demás chicas ya estaban dentro, supongo que llegue un poco retrasada o ellas volvieron demasiado rápido. Cuando Jane vio que cruce la puerta se abalanzo contra mí, con preguntas como “¿Quién era el caliente chico con el que venias?”. Yo no le respondí, solo moría de risa con sus suposiciones, acerca de que ya tenía una nueva conquista.

Nos volvimos al trabajo, el cual estuvo sumamente aburrido, poca gente había llegado durante el día. Así que tuvimos bastante tiempo para charlar y explicarle bien todo lo que paso durante la comida con Derek, ella soltó un grito de la emoción.

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Caminaba a casa, mirando a todas partes asegurándome de que nadie me estuviera siguiendo. Al doblar la esquina un automóvil se detuvo frente a mí, haciéndome saltar del susto. ¡Por Dios, era Justin! ¿Ahora qué diablos quería? Bajo del auto y se dirigió hacia mí. Sin decir una sola palabra, planto sus labios sobre los míos. Lo empuje lejos de mí antes de que mi cerebro dejara de funcionar. Pero el no me dejo en paz.

- ___ te necesito –podía escuchar su voz apagada.

- Aléjate de mi, por favor, no quiero verte –solloce- Ya me has hecho suficiente ¿No te basta?

- No quiero alejarme de ti…

Solo dijo eso y volvió a besarme, con tanta intensidad que hizo que mi corazón al instante se acelerara a mil por hora, su lengua recorría toda mi cavidad bucal, ese beso me estaba empezando a dejar sin aliento. Me pego contra la pared fría, y sentía su mano vagar por mi trasero, por alguna razón no podía dejar de besarlo, en verdad lo deseaba. Sus labios comenzaron a besarme por el cuello, sentía como succionaba mi piel, provocando pequeños chupones.

“¡Maldita sea, detente! “ -Gritaron mis adentros.

Pero al parecer, sus besos, sus caricias, eran mucho más fuertes que mi razón.

- Regálame esta noche… -susurro a mi oído.

"No estar a la altura"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora