CAPITULO X

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Ahí estaba yo, tirada en el pasillo del hospital, rogando a Dios por mi padre. El doctor nos dijo que lo tenían en observación, y así estaría hasta la mañana siguiente. Tenía lágrimas corriendo por mis mejillas, las quite rápidamente con la orilla de la sudadera de mi madre.

Eran ya las 10:00 de la noche, no había comido nada, pero siendo sincera no sentía apetito. Toda la tarde la había pasado aquí junto a mi madre.

- Hija, deberías ir a descansar, aun nos has comido –me susurro Sara.

- No, no quiero dejarlo solo –conteste bajando la mirada.

- Yo estaré aquí, dentro de dos horas tu tío Gary vendrá –levanto un mechón de mi pelo- ¿Mañana iras a trabajar?

- Tengo que hacerlo, tengo que pagar lo de papá…

- Hija, tú no tienes que preocuparte por eso. Pero si mañana iras a trabajar, será mejor que ya te vayas a casa –me halo del brazo lentamente para que pudiésemos levantarnos.

- Prométeme que me llamaras para cualquier cosa –le dije mientras caminábamos a la salida.

- Claro que si cariño –beso mi mejilla- Ahora ve a casa, ten, toma un taxi –extendió su mano con un poco de efectivo.

A pesar de todo mi madre siempre había sido espléndida, en la manera económica, pero aun así, me gustaba ser independiente. Camine lejos del hospital, esperando a algún taxi. Aproximadamente a los 10 minutos paso uno, le di mi domicilio y estuvimos allí en tan solo 20 minutos más. Llegue a casa, estaba totalmente obscura, tan solo alumbrada con una pequeña lámpara de lava que teníamos por la ventana, me sentía fatal. Me recosté en el sillón, envolviendo mi rostro mis manos, y otra vez no pudiendo evitar llorar. Si a mi padre le pasaba algo, lo perdería casi todo. El era la persona por la cual yo vivía, por eso desde que enfermo no fije mis ojos en nadie más, solo en el. Era la razón por la cual yo no había tenido novios, ni fiestas. Tuve que comenzar a trabar joven, para apoyar en la casa, que a pesar de que mi padre era igual de independiente, no lo dejaría solo. Lágrima, tras lágrima. Recuerdo, tras recuerdo. Sin darme cuenta en qué momento me quede dormida profundamente.

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- Llegaras tarde al trabajo –escuche un susurro, y sentí que alguien beso mi frente.

Entreabrí los ojos, y talle lentamente para mirar con más claridad.

- ¿Papá? –dije aun adormilada.

- Si cariño –sonrió.

Me abalancé a sus brazos, besándolo y apretándolo con tanta fuerza que pude sentir un leve dolor. El no se quejo.

- ¿Cómo estás? –pregunte aun entre sus brazos.

- Estoy bien cariño –rio.

- No me mientas Jonh –le advertí, separándome de él para mirarlo a los ojos.

- Vamos desayunar –dijo sonriendo.

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- Ten un buen día amor –dijo mi padre despidiéndose de mí.

- Si necesitas algo, solo llámame ¿está bien? –le dije.

El asintió, me di la vuelta y salí de la casa corriendo, llegue a mi trabajo tan solo 10 minutos tarde. Solo espero que mi jefe no haya notado mi ausencia. Al entrar vi que solo estaban 2 chicas atendiendo. ¿Qué demonios pasa?

- Julie ¿Dónde están las demás? –le dije a una de ellas.

- Están en junta, Jake las llamo, creo que te necesita a ti también, pero aun no llegabas –dijo preocupada. 

Asentí y me dirigí a la oficina. Mis manos por alguna razón estaban temblando y mi corazón latiendo más rápido. Di un pequeño golpe en la puerta, y de inmediato abrieron.

- Ya era hora Brown –grito Jake desde adentro.

- Perdón Jake, tuve una complicación –dije en tono de disculpa. El solo se volteo a mirar a las demás chicas.

- Como decía, algunas chicas tendrán que dejar el puesto, el presupuesto como han visto ha bajado. Se les dará solo una liquidación, es lo único que podremos hacer por las chicas que mencionare –tomo un documento que estaba sobre su escritorio.

Mi sangre estaba estancada, contuve la respiración por un rato. Si yo era una de sus elegidas, todo se complicaría aun más.

- Samantha, Jazz, Lynn y –hizo una pausa- ____. Lo siento chicas.

Trague en seco, mi estomago se revolvió, me sentí un poco mareada. Nos entregaron algunos papeles, y un código para que nos encargáramos de recoger nuestra liquidación. Salí de Liborio, tome una respiración profunda, necesita aclarar mis pensamientos y reacomodar mis ideas. Necesitaba un empleo, ahora. 

“Justin Bieber” me grita mi subconsciente.

Probablemente era lo que necesitaba, tendría el dinero suficiente para poder pagar el trasplante de mi padre, sus medicinas, todo. Pero por otro lado, me sentiría una basura. Pero con tal de ver a mi papa bien, lo haría todo, incluso, volverme una “puta”.

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Estaba de nuevo, sentada en ese enorme sillón. Donde me encontré por primera vez con él. Salió de su oficina y me dejo entrar, ambos tomamos asiento.

- ¿Vienes a pagarme? –sonrió.

- No 

- ¿Entonces? –frunció el seño.

- Quiero trabajar –hice una pausa- para ti. El abrió los ojos como plato ante mi declaración, ni siquiera yo podía creerlo.

- ¿Es una broma? –carcajeo.

- No –agache la mirada- me despidieron de mi trabajo, y yo necesito ayudar a mi padre. Solo por eso opte por esto.

- Bien, me parece –sonrió- solo que hay algo…

- ¿Qué?

- La mercancía nueva… la reviso personalmente –me miro fijamente.

"No estar a la altura"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora