Había sido la peor noche de su vida, Louis no pegó ojo en ningún momento, sentía náuseas, sentía como si se fuera a morir en cualquier momento. Pero había llegado, el día que vería a Queen estaba allí, y no se lo podía creer.
Su alarma sonó a las cinco de la mañana, aunque no la necesitaba ya que estaba completamente despierto, le dio un pequeño golpe al reloj para que dejara de sonar y se dirigió a la ducha. No tenían agua caliente así que, aunque fuera uno de diciembre y probablemente pudiera coger una neumonía, se metió en la ducha.
Toda su familia estaba durmiendo así que no pudo poner el vinilo, pero cantaba para sí mismo de todas maneras, aunque no llegó a acabar ni una canción de lo congelados que se encontraban sus huesos a causa del agua helada. Y aún así, en lo único que pensaba era en el concierto que viviría en unas horas.
Fue hacia su pequeña estantería y sacó sus pantalones favoritos, eran bastante anchos y de cintura alta. Cogió su camisa de colores favorita también y se la colocó metiéndola dentro de sus pantalones. Se puso los zapatos, bastante rotos, pero tampoco tenía dinero para otros, y se colocó su chaqueta vaquera antes de salir de casa.
Dos viajes en tranvía y uno en autobús más tarde llegó al recinto, eran las diez de la mañana, quedaban muchas horas y aún así Louis no era el primero en llegar. Sonrió hasta que dolió cuando se sentó en la cola y vio que solo había cinco personas delante de él.
Probablemente abrirían el recinto a las cinco de la tarde, antes de los conciertos la gente iba a comprar cervezas y comida para ir más "contentos". Así que, con un libro en su mano y apoyado en la pared, esperó a que las horas pasaran.
Y pasaron.
Ya no eran seis personas en la cola, probablemente había más de mil, todos levantados mientras veían como el de seguridad abría las puertas. Louis sentía como si en cualquier momento fuera a entrar en una crisis nerviosa y fuera a desmayarse. Pero se prometió que no lo haría, que aguantaría.
Entró en el recinto intentando permanecer calmado mientras comprobaban el número de su entrada en el registro, cuando supieron que era auténtica pudo pasar y Louis sintió como los últimos cuatro años ahorrando hubieran merecido la pena solo por poder sentir la emoción que estaba teniendo. El corazón le palpitaba a una velocidad indescriptible, sus ojos viajaban de un lugar a otro intentando guardar todos los recuerdos de ese sitio.
Empezó a caminar y se pidió un agua, no tenía sed pero sabía que debía beber para poder tener voz más tarde. Lo que tenía claro era que no quería una cerveza, no era muy fanático del alcohol, y si había esperado tantos años para esto era para recordar cada momento vivido.
Eran las siete, quedaban dos horas para el concierto, Louis se había acabado el agua y unas patatas que se había comprado. Así que optó por ir al baño, realmente necesitaba mear antes del concierto si no quería perderse nada. Entró y al acercarse a los urinales el chaval que tenía al lado se asustó al ver a alguien y por muy poco no le tiró el pis encima.
-¡Mierda! Lo siento mucho de verdad.-El chico del traje azul empezó a limpiarle la camiseta a Louis, aunque realmente no se había manchado nada. -Estaba en mi mundo y no me esperaba que-Levantó la cabeza y cuando reconoció que era el chico del supermercado el cual su padre había humillado se quedó sin palabras.-Yo...-Louis sonrió alzando las cejas.
-Tu padre te mataría si supiera que me has pedido perdón.-Harry alzó la mirada observando los ojos del más bajo y sonrió.
-Probablemente, pero no está aquí, y de verdad lo siento.
-No te preocupes, no me has manchado. -Louis fue a lavarse las manos y miró al más joven a través del espejo.-Es sorprendente ver a alguien como tú en un concierto como este.-Mientras hablaba se iba secando las manos para salir del baño.
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1975
Romance1975. Esa era la fecha que iba a cambiar la vida de Harry y Louis para siempre. Para ellos solo era un concierto de su banda favorita, lo que no sabían es que a partir de ese uno de diciembre nada volvería a ser igual.