Era viernes, 19 de diciembre de 1975, y Harry llevaba una hora y media aparcado fuera del supermercado. No sabía a qué hora acababa Louis, pero conocía su horario y los viernes trabajaba por las mañanas, por lo que llevaba desde la una esperando en el parking.
Salió del coche a fumar y se quedó apoyado en él mientras seguía observando la salida. Media hora más tarde, a la tres del mediodía, le vio salir. Llevaba esa chaqueta que probablemente no protegía del frío, se frotaba las manos mientras intentaba que, de alguna manera, entraran en calor.
Harry tiró el cigarro al suelo y lo pisó para apagarlo. Se acercó a Louis decidido y quedó frente a él. Cuando el ojiazul se giró frunció el ceño al verle, pero a los pocos segundos sonrió.
-Estoy notando como en tu casa falta mucho la comida ya que casi cada día estás en el supermercado. -Harry se rio y se acercó más a él.
-Es que hay cierta persona a la que le quiero pedir algo, y trabaja aquí.
-¿Ah sí? ¿Cómo es? A lo mejor le conozco.
-Pues tiene los ojos muy azules, el pelo castaño y es el chico más guapo que he visto en toda mi vida. -Louis sonrió y aprisionó su labio inferior con sus dientes. Miró levemente a los lados para ver si había gente y le dio un corto beso en los labios al ojiverde.
-¿Qué haces aquí?
-Vamos a comer.
-Son las tres del mediodía, ¿no has comido?
-Pues no, te estaba esperando.
-Mira que eres idiota.
-Quedan menos de dos semanas para que se acabe el año, necesito adivinar tu cumpleaños.-Louis rodó los ojos y empezó a caminar junto a Harry.
-¿Aún no te has dado por vencido?
-Nunca.-Entraron en la limusina y Harry le dio las indicaciones al chófer. Louis seguía sintiéndose extraño allí dentro, como si no perteneciera a ese lugar, y es que no lo hacía. Era muy grande, con capacidad para unas ocho personas, y completamente toda de negro. Pero Harry se sentía como en casa en ese coche, y es que Louis era consciente de que probablemente llevaba toda su vida en coches de ese estilo.
Ese era el problema, Louis sabía que para Harry esto solo era un juego, que el ojiverde se sentía poderoso al lado de él, como si lo tuviera todo bajo control, él invitaba, él le llevaba en lujosas limusinas, él llevaba trajes carísimos, y lo único que hacía Louis era salir de ese supermercado en el que trabajaba y dejar que le invitara a todas esas cosas.
Porque, aún sabiendo todo eso, no podía evitar sentirse atraído hacia él. No sabía si eran sus ojos, los más verdes y bonitos que Louis había visto en su vida, o su sonrisa cautivadora que hacía que se marcaran dos perfectos hoyuelos a cada costado de su rostro. Probablemente era una mezcla de todo, pero hacía que Louis perdiera la razón, que se metiera en un lago helado por la noche, que estuviera esperando fuera de una universidad mientras nevaba solo para pedirle disculpas, o que, por primera vez en su corta vida, se lanzara él y besara a Harry.
-Ya hemos llegado.-Louis abandonó su mundo de pensamientos y miró al ojiverde sonriendo. Posó su vista en el cristal de la limusina y frunció el ceño al ver que estaban en mitad de la nada.
-No serás un asesino en serie, ¿no?
-Si no te bajas del coche nunca lo sabrás.-Dijo e inmediatamente se bajó del coche mirando al ojiazul con esa sonrisa burlona que le volvía loco. Éste se mordió el labio y salió de la limusina, acto seguido sintió mil cuchillos clavarle todo el cuerpo, se estaba muriendo de frío. Pero antes de que pudiera decir nada, Harry se acercó a él con un gran abrigo. -Póntelo, vamos a dar una vuelta. -Y Louis quiso matarle por llevarle a un sitio donde no había nada, pero no lo hizo. Porque por primera vez comprendió el por qué.
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1975
Romance1975. Esa era la fecha que iba a cambiar la vida de Harry y Louis para siempre. Para ellos solo era un concierto de su banda favorita, lo que no sabían es que a partir de ese uno de diciembre nada volvería a ser igual.