El aire estaba tenso, todo el mundo era consciente de que en cualquier momento las entradas se agotarían, que el hombre detrás del cristal miraría con pena hacia la cola y diría:" Se han agotado las entradas". Pero aún no había pasado, y Louis Tomlinson, un chico de veinte años, se repetía a sí mismo que no se preocupara, que no se iban a agotar.
Solo quedaban dos personas delante de él y su sueño se haría realidad, vería en directo a la mejor banda del mundo, Queen. Llevaba desde los dieciséis años siguiéndoles, prácticamente nada más empezar la banda. No tenía mucho dinero, y lo que ganaba se lo entregaba a su madre para poder cuidar de su familia. Pero llevaba cuatro años ahorrando, muy lentamente, para poder asistir a ese concierto el uno de diciembre de 1975, en su ciudad de residencia, Londres.
Sus ojos se aguaron y miles de emociones impregnaron su esencia cuando el hombre de la taquilla dijo "siguiente" refiriéndose a él. Tomó una bocanada de aire y consiguió dar un paso haciadelante juntando todas sus fuerzas. El hombre le miró con el ceño fruncido como si Louis fuera imbécil, aunque probablemente lo parecía.
-Pista o grada.-Dijo el hombre detrás del cristal notablemente cansado de todos los adolescentes llorones que habían estado haciendo la cola por unas entradas. Louis tuvo que coger aire de nuevo para conseguir vocalizar una palabra.
-P-Pista.-Dijo viendo como el trabajador rodaba los ojos mientras buscaba la entrada. Estuvo treinta segundos, que a Louis le parecieron eternos y volvió a mirarle entregándole la entrada en la mano.
-El concierto empieza a las nueve de la noche, es aconsejable ir antes si tiene pista.-Obviamente Louis iría antes, quería verlos lo más cerca que pudiera y cantar a pleno pulmón todas sus canciones. Le sonrió cordialmente al hombre y le dio las gracias mientras emprendía el camino a su casa.
Tenía ganas de gritar, lo había conseguido, vería a Queen en directo. Guardó la entrada en su chaqueta y empezó a correr hacia su casa con una sonrisa de oreja a oreja. No podía evitarlo, en dos semanas vería a su grupo favorito. Cuando llegó a su casa, entró con rapidez dejando las llaves en la mesa del comedor/salón/habitación. Sí, era raro, pero eran siete hermanos y su madre en una casa de tres habitaciones, su madre dormía con los dos pequeños, y las gemelas dormían con las dos mayores. Él era el único que tenía habitación propia, pero al ser el salón y comedor a la vez, mucha privacidad tampoco tenía, realmente era un sofá-cama y una estantería mal puesta.
Al escucharle llegar su madre salió de la cocina limpiándose las manos en el delantal. Tenía unas ojeras bastante notables y el pelo sucio, siempre se ocupaba de todos sus hijos y de tenerlos felices, por lo que se olvidaba de ella varias veces.
-¿Cómo ha ido? ¿Las has conseguido?-Fue hacia ella corriendo y la abrazó con fuerza.
-¡Las he conseguido mamá!-Le miró sonriendo y le colocó el pelo detrás de las orejas.
-Me hubiera gustado comprártelas yo cariño.
-No digas tonterías, solo han sido cincuenta libras.
-Pero sé que has estado años ahorrando, odio que todo el dinero que tengas me lo des.
-Te lo doy porque quiero y lo necesitamos, así que deja de preocuparte y alégrate conmigo.-Su madre sonrió y asintió, puso el vinilo en la máquina y la música empezó a sonar. Louis cerró los ojos disfrutando de esa primera canción del vinilo, Death on Two Legs, no era su favorita del disco, sin duda lo era Love of my life, obviamente Bohemian Rhapsody era la mejor de ese vinilo, pero había algo en su canción favorita que hacía que su piel se erizara cada vez que la escuchaba.
Después de preparar la comida con su madre y comer con prisa se cambió de ropa y salió de casa hacia el supermercado de al lado, donde trabajaba. No estaba tan mal, eran largas horas al día, pero pagaban medianamente bien y tenía los sábados libres, aunque había tenido que pedir un día libre para ir al concierto-ya que era un lunes- y sacrificar un sábado, pero merecía la pena.
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1975
Romance1975. Esa era la fecha que iba a cambiar la vida de Harry y Louis para siempre. Para ellos solo era un concierto de su banda favorita, lo que no sabían es que a partir de ese uno de diciembre nada volvería a ser igual.