Viernes 16 de enero de 1976. Louis estaba siendo un completo desastre. Había tenido turno de mañana y no había podido irle peor. Le habían regañado un par de veces por estar distraído, por colocar las cosas en los estantes que no tocaban, o por tirarlo todo al suelo.
Pero no podía evitarlo, si todo iba bien, aquel era el día que iba a perder su virginidad, con Harry. Y sí, por supuesto que le apetecía un montón y estaba seguro de lo mucho que le iba a gustar, pero estaba aterrorizado. El mero hecho de pensar cuánto debía doler aquello hacía que se asustara más. Pero aún así no podía esperar para ver qué tenía su novio preparado.
Su novio. Aún se le hacía raro pensar que tenía novio. Se pasó las dos primeras semanas con Harry estando seguro de que aquello era un simple juego, y recordándose a él mismo lo imposible que era. Pero había acabado pasando lo inevitable, le quería. Estaba enamorado de Harry, más de lo que nunca pensó que iba a estar. Y por primera vez quería un futuro juntos, lo veía.
Pero Harry no, seguía insistiendo en aquella imposibilidad que probablemente le carcomía a diario. Y Louis lo sabía, era consciente de que el ojiverde se imaginaba un futuro sin él. Pero mientras Harry pensaba en cómo aquello iba a acabar, Louis solo podía pensar en cómo iba a acabar él.
Pensar en una vida sin Harry ya no tenía sentido. Sí, obviamente podría acabar teniendo una vida normal, ¿pero existir sabiendo que Harry podría estar siendo maltratado por su padre? Aquello ero imposible.
Harry necesitaba a Louis para tener algún buen momento en su vida, y Louis necesitaba al rizado para, por primera vez, vivir de verdad.
Sin darse cuenta la mañana pasó y estaba en el vestuario vistiéndose con lo único arreglado que tenía. Era un traje de dos piezas negro, con una camisa blanca por dentro. En la manga derecha había un agujero que esperaba que Harry no notara, quería estar perfecto para él.
Tan perfecto que se había gastado quince libras en ropa interior nueva. Cogió la más bonita que encontró. Obviamente simplemente era negra con la tira a letras blancas, pero ya era más bonita que todas las prendas que tenía. Al haber recogido las cosas, cogió la maleta y salió del vestuario.
Su rostro cambió al ver a Harry esperándole fuera del supermercado con una rosa en la mano derecha. Llevaba un traje blanco con un estampado floral. Probablemente a cualquier persona le quedaría mal ese traje, pero joder, Harry parecía sacado del Olimpo de los dioses. Ambos sonrieron al verse y Louis se acercó a él dándole un corto beso antes de saludarle.
-Hola. -Dijeron a la vez lo que les provocó una risa estúpida a ambos. Estaban nerviosos, se notaba a kilómetros. Harry alzó su mano y le ofreció la rosa a Louis quien la cogió con una amplia sonrisa.
-Estás guapísimo.-Dijo Harry y Louis se puso muy rojo.-No había visto ese traje antes.
-Lo guardaba para una ocasión especial.-Harry sonrió y le acarició el pelo a Louis. En ese momento el ojiazul se dio cuenta que no estaba la limusina que siempre traía Harry, por lo que frunció el ceño.-¿No traes coche?
-Hoy no. Le he dicho a mi padre que me quedo en casa de un amigo de clase, si el chófer me trajera aquí se lo diría y nuestro día se iría a la mierda. -Louis asintió y ambos se pusieron a caminar con las manos entrelazadas. El ojiazul no sabía cómo tenía pensado Harry ir al lugar al que se dirigía. Pero le seguía sin rechistar, sin dudar un momento. Porque confiaba en él, siempre iba a confiar en él.
A los cinco minutos caminando Harry alzó la mano y un taxi se paró frente a ellos. Ambos se subieron a la parte de atrás mientras Harry le decía al conductor el nombre de una calle. El puso una mirada extraña y soltó un "¿está seguro?", a lo que el ojiverde asintió. Harry se colocó al lado de Louis cuando hubo acabado de hablar con el hombre, y apoyó su cabeza en el hombro de su novio.
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1975
Romance1975. Esa era la fecha que iba a cambiar la vida de Harry y Louis para siempre. Para ellos solo era un concierto de su banda favorita, lo que no sabían es que a partir de ese uno de diciembre nada volvería a ser igual.