Corazón: Renato

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Después de su mañana de amor, mimos y una siesta, al finalizar la llamada del padre de Renato se dirigieron a la cocina y Gabi se ofreció a preparar la comida.

Renato estaba sentado sobre la mesada al otro lado del fuego de la cocina mientras Gabi preparaba un tuco para los fideos

-Proba bebé – dijo el mayor acercándose con la cuchara de madera a Renato y se colocó entre sus piernas

-mmh riquísimo, dame un poquito más – Gabriel le acerco otra cuchara

-a ver yo también quiero- se acercó a los labios de Renato y lamio el labio inferior que había quedado rojo brilloso por la salsa, Renato le respondió atrapándolo con las piernas

-se te va a pasar la comida así – primera regla en la cocina doctor- no distraerse- susurro contra sus labios

-y si apago todo y empezamos por el postre? - Gabriel volvió a besar seductoramente a Renato que reía

-me parece que nos vamos a tener que dejar de ver más seguido si los reencuentros van a ser así- hablo el menor con la lengua entre los dientes

-no lo digas ni en joda, yo a vos no te suelto más – dijo el mayor y lo abrazo por la cintura apoyando su cabeza en el pecho del menor

-al final te haces el seductor y sos un osito de peluche – ambos estallaron de risa, haciendo que Gabriel se ría de esa manera en la que tira su cabeza para atrás, muestra sus dientes y arruga la nariz

-sos un tonto- el mayor muerde delicadamente el mentón del menor-te amo

-te amo, mi amor, ahora mira tú salsa que sé que quema – dijo y bajo de la mesada para poner la mesa

Después de comer, se quedaron sentados en el sillón, uno al lado del otro con sus piernas entrelazas y estiradas hacia adelante sobre la mesita baja.

Gabriel se había quedado pensando en lo que dijo Renato, -que las cosas con su papa no habían sido fáciles - y le pareció raro, ya que él estaba por hacerse cargo del negocio familiar, era algo muy importante, algo que un padre no podría hacer si no confiara y amara ciegamente a su hijo, se preguntó si de ahí venían las inseguridades que habían aparecido cuando lo llevo a su casa... estaba pensando en si preguntar o no, no quería empujarlo a hablar...

-Larga de una vez Gallicchio – dijo Renato sin sacar la vista del televisor

Gabriel rio, amaba cuando Renato hacia eso, como lo llamaba por su apellido y se ponía serio, aunque a esta altura era algo normal, cada vez que lo hacía lo amaba mas

-Gabi, que pasa? Insistió Renato- sentándose de costado para quedar de frente a Gabriel

-Es que me quede pensando en lo que dijiste hoy, que con tu papa no fue fácil al principio – Gabriel agacho la mirada, quizás estaba pidiendo mucho- me queres contar? -

Renato suspiro, a veces no le gustaba recordar lo mal que la había pasado, miro a Gabriel y se apoyó en su pecho, mientras el mayor le acariciaba la espalda- y se recostaba en el sillon

-Cuando tenía 16, acepté el hecho de que me gustaran los chicos, pero no dije nada más que nada porque no quería tener que enfrentar algún comentario homofóbico en el colegio, ya me quedaba año medio nomas así que no lo iba a decir, tampoco sentía la obligación de hacerlo, pero al año siguiente conocí a un chico, nos gustamos y empezamos a salir, ya estaba por terminar la secundaria, me había inscripto en la escuela de artes culinarias, y tenía todo preparado, mi papa no daba más de orgulloso, hasta la madrugada de mi recepción, por supuesto había invitado a mi novio, que para todos era un amigo de futbol, cuando se estaba terminando todo, salimos afuera del salón y tuve la mala suerte de que justo cuando me beso, salía mi mama y mi papa hacia el auto, él se fue y cuando me di vuelta quería que la tierra me tragara, mi mama solo me miro con una cara de angustia, como si sabía todo lo que iba a pasar – Renato hizo una pausa y respiro profundo – después de eso yo me fui con mis amigos , no volví hasta el mediodía, subí a mi cuarto, me bañe y cuando baje estaba la comida en la mesa, me senté – te juro amor, que no quiero volver a sentir ese silencio en una mesa nunca más en mi vida – Gabriel seguía acariciando la espalda del menor y besando su frente – cuando terminamos de comer lo necesitaba gritar más o menos -

Anatomia de un chefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora