Alma

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Definitivamente el día no había empezado como lo planeado, desde el viernes que salieron de Córdoba, parecía que el destino tenía ganas de joderlos, se quedaron dormidos más de la cuenta por lo que salieron de la capital cordobesa pasadas las diez de la mañana, perdiendo mucho tiempo de la tarde, al llegar llaman a Gabriel para cubrir una guardia de emergencia y renato se fue a su departamento.

Al terminar la guardia el sábado por la mañana, Gabriel iba directo a desayunar con su novio antes del trabajo, misión imposible, Renato tuvo que ir al restaurant, al parecer había una leve fuga de gas en la cocina y debían inspeccionar el lugar para evitar riesgos, lo que retraso todos los planes, teniendo que cerrar el restaurant y terminar algunos bocadillos pendientes que hacía ahí para su bufet en la cocina de del pequeño estudio que había alquilado.

*

Si, las cosas hoy no estaban a favor hoy, -sera una señal de algo? -penso el rizado cuando al salir de la ducha vio como el cielo se oscureció y pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer, ya era casi el mediodia y el dia de campo planeado parecia empezar a arruinarse...

*llamada entrante de Renato*

-Hola bebe

-Amor! - tiene que ser una joda todo esto –se lamentaba el castaño mientras abría la puerta de su departamento

-Lo, se, recién salgo de la ducha y veo que está lloviendo

-Que bronca y ¿qué hacemos?

-no se ¿te parece si voy para tu casa ahora y pasamos el día? , después vamos cenar a la noche -dijo el mayor lamentando el dia perfecto que había planeado

-Eh, si, puede ser –respondió renato un poco dudoso-

- ¿pasa algo?

-no, es que..., la sorpresa que tenía preparada, bueno como que ahora voy a tener que cambiar un poco los planes, pero veo, tranqui amor, seguro lo arreglo, pero no te jode si nos encontramos a la noche directamente, todavía tengo que arreglar unas cosas de Doolh

-Bueno bebe, ¿queres que te pase a buscar y vamos al lugar ese nuevo que abrieron?

-Si dale amor, nos vemos esta noche entonces.

*fin llamado*

*

Renato iba a tener que hacerle un monumento a fausto y a su hermana bruna por el favor enorme que le iban a hacer, pero sería tan perfecto que valdría la pena, Gabriel se merecía una noche perfecta, una sorpresa perfecta, nunca se imaginó encontrar en aquel hombre tanta bondad y tanto carácter, era la mezcla perfecta para él, se sentía amado cada día y nunca lo ponía en duda, despertar junto a él era todo lo que necesitaba.

*

Eran las pasadas las ocho y media de la noche y Gabriel observaba los arreglos que había hecho para cuando volvieran de cenar, antes de poder salir y cerrar la puerta tras él se debatió si no era demasiado, si renato no iba a querer salir de ahí corriendo, en el fondo sabía que no, pero es que no podía creer que un chico como renato se hubiera fijado en él, pero sobre todo no podía creer el inmenso a amor que su novio le demostraba todos los días, si todas las decisiones que tomo en su vida, malas y buenas, lo llevaban devuelta a conocerlo, entonces sin dudarlo las cometería una y otra vez.

*

-Hola... Dios estas hermoso –dijo Gabriel cuando renato abrió la puerta

-Hola, amor, vos estas hermoso –aclaro el castaño tomando a Gabriel de su saco para atraerlo sobre su cuerpo

Siempre se elogiaban como se vestían, amaban la perfección y la imperfección de sus cuerpos, cada curva, cada centímetro de su musculatura, su piel, el color, la textura, pero había algo especial esta noche, quizás la importancia que ese día tenía para ambos o las sorpresas que albergaban.

Anatomia de un chefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora